Cine en 4D, la búsqueda de las sensaciones

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Cuando el uso de la tecnología estereoscópica se está instalando con fuerza en Hollywood como una experiencia satisfactoria para el espectador, irrumpen en el horizonte las cuatro dimensiones.
Madrid, España.- La aventura del cine comenzó con la clarividencia -en dos dimensiones y blanco y negro- de los hermanos Lumière. Desde entonces, el séptimo arte ha brindado al hombre la posibilidad de entrar en mundos ajenos y vivir emociones desconocidas.
Pero la inmersión del espectador en las historias, hasta hace poco totalmente dependiente de la calidad de los guiones y de la actuación de los intérpretes, ha ganado muchos enteros con el avance de la tecnología, en especial con el perfeccionamiento de las tres dimensiones.
El éxito de "Avatar", la película más taquillera de la historia con una recaudación de 2,700 millones de dólares, constata que la fórmula estereoscópica tiene futuro. De hecho, los grandes estudios cinematográficos se han lanzado con entusiasmo a la realización de películas en 3D.
UN NUEVO UNIVERSO SENSORIAL.
Y esa fiebre por experimentar en primera persona la acción de una película, de ser algo más que un simple espectador pasivo, ha llevado a algunas cadenas de cines a resucitar la llamada cuarta dimensión, que consiste en añadir a las 3D la estimulación sensorial más allá de la vista y el oído.
Así, gracias a unos dispositivos especiales, el espectador puede percibir olores sintéticos, sentir en la piel efectos climatológicos como viento, lluvia o niebla o creer que está presente en una explosión como consecuencia de efectos avanzados de luz y de sonido.
Además, a esa combinación se pueden añadir asientos articulados que mueven al espectador al ritmo de la acción mostrada en la pantalla. Un plus para aumentar la sensación de inmersión en la historia que algunos expertos consideran parte integrante de las cuatro dimensiones y otros van más allá y afirman que constituye la sexta dimensión en el cine.
La empresa de exhibición CJ-CGV se embarcó en la aventura de adaptar "Avatar" a las cuatro dimensiones y mostró el resultado de meses de trabajo en contadas salas de cine de Corea del Sur -anteriormente ya había probado suerte con "Journey to the center of the Earth"-. Pese a que el precio de la entrada triplicaba al del pase convencional, el éxito fue rotundo.
UN ARRANQUE TIMIDO
El arranque de las cuatro dimensiones en el cine está siendo tímido, en parte debido a que requiere una gran inversión para acondicionar las salas y adaptar los efectos a los metrajes de los filmes y en parte porque la industria es reticente a adoptar cambios radicales.
También hay que tener en cuenta que la experiencia en 4D no es del gusto de todos: la sensación puede resultar tan envolvente que el espectador puede llegar a sufrir mareos, como sucedió entre gran parte del público que asistió a la proyección en cuatro dimensiones de un documental sobre la vida marina en el National Sea Life Centre de Birmingham (Reino Unido).
Las cuatro dimensiones no son una novedad, como no lo era tampoco la tecnología estereoscópica cuando comenzó su boom cinematográfico, sólo que las mejoras en el sistema están motivando su resurgir. Desde hace años, espacios interactivos de parques de atracciones, zoológicos y otros centros de ocio han coqueteado con ellas.
Incluso hay ejemplos de sinergias entre cine y atracciones en 4D. El cineasta francés Luc Besson fue noticia a comienzos de 2010 por haber diseñado una para Futuroscope, el parque situado en Poitiers (Francia).
El director aprovechó el estreno de su película de animación "Arthur et la vengeance de Maltazard" para poner en marcha una atracción en 4D inspirada en el universo animado de "Arthur y los Minimoys", que costó 6 millones de euros (alrededor de ocho millones de dólares, al cambio actual).
"¿Pensabais que podríais estar cinco minutos encima de una mariquita volante? La verdad es que he alucinado al ver que lo que había creado en mi imaginación era posible, sobre todo cuando he visto cómo mis hijos estaban disfrutando a mi lado", explicaba Besson en la presentación de la atracción a los periodistas.
Sin moverse de su asiento, aunque sí en él, el participante de esta atracción se ve inmerso en una carrera frenética en la que esquiva a gigantes ratones, queda atrapado en una tela de araña, es rozado por la lengua de una rana y propulsado por túneles y precipicios.
UNA CUARTA DIMENSION ALTERNATIVA.
Este despliegue tecnológico no satisface a todos: sus detractores y los puristas del séptimo arte alegan que estos avances desvirtúan la magia del cine, que siempre ha de sustentarse en un buen guión y una actuación solvente. A ellos quizá les seduzca más la propuesta de cuatro dimensiones que acuñó la cineasta y actriz cómica italiana Sabina Guzzanti.
Guzzanti filmó un documental crítico con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en el que relacionaba los escándalos de la clase política de ese país con el terremoto que sacudió la localidad del L'Aquila, en región de los Abruzos en 2009.
La cineasta aseguró que el filme constituía un ejemplo de "cine en 4D", una expresión en la que la D significa democracia, ya que pidió a los lectores de su blog que eligieran el título de la cinta: "Draquila, L'Italia che trema" ("Draquila, la Italia que tiembla") fue el elegido.
Otras cuatro dimensiones que poco tienen que ver con las cinematográficas son las empleadas en las ecografías obstétricas de última generación para observar el aspecto de los fetos en el útero materno. Tecnológicas, sí, pero más apasionantes y menos arriesgadas que las utilizadas por el cine, al menos para los padres implicados.
DESTACADOS
- La fiebre por experimentar en primera persona la acción de una película ha llevado a algunas cadenas de cines a resucitar la llamada cuarta dimensión, que añade a las 3D la estimulación sensorial.
- Durante la película, el espectador percibe, gracias a dispositivos especiales, olores sintéticos y siente en la piel efectos climatológicos como viento, lluvia o niebla.
- La experiencia en 4D no es del gusto de todos: la sensación puede resultar tan envolvente que el espectador puede llegar a sufrir mareos.