Atlas Obscura: la web que localiza los sitios más raros del planeta
COMPARTIR
TEMAS
La página lleva desde 2009 recopilando los lugares más extraños del mundo y su historia. Ya lleva más de 12.000
Dylan Thuras nació en lo que califica como un lugar "extraño": el mid-west estadounidense. De niño sus padres le llevaron a lugares como la Casa de la Roca o el Palacio del Maíz, visitas que imprimen carácter. Luego, siendo ya un adolescente aburrido y rebelde, le cogió el gusto a merodear por los edificios abandonados de Minneapolis y se enamoró de todos esos lugares abandonados y olvidados que nos rodean. Acabó recalando en Budapest, donde vivió casi un año fascinado por el este de Europa y los Balcanes. "Me di cuenta de cuánta historia y cuántas asombrosas colecciones, museos y lugares permanecen desconocidos para la mayor parte del mundo, incluidos sus propios vecinos".
Lo siguiente fue fundar Atlas Obscura, una web que precisamente se dedica a recopilar esos lugares extraños que se diseminan por la faz del planeta. Thuras ha venido a España, dentro de la primera edición madrileña del Congreso Hendrick's para Gente Curiosa, para hablar de su proyecto. "Fundé la web en 2009, junto con Joshua Foer, tras regresar de Hungría. Enseguida comprobamos que había una audiencia esperando algo así. Y no ha parado de crecer", cuenta.
Actualmente reúne unas 12.000 localizaciones en su Atlas. La mayor parte proviene de los usuarios, porque, como en Wikipedia, cada uno puede colaborar y editar. Los editores supervisan y comprueban que la información es correcta y que se cuelgan buenas historias. "Las mejores son esas que ni siquiera los locales conocen: algún museo pequeño y extraño, o un proyecto de arte o alguna rareza a pie de carretera que algún usuario conoce y ama. Ahora, en Madrid, estoy buscando este tipo de sitios", dice el editor.
¿Qué le gusta a los lectores? "Pues les gusta que les sorprendamos. Desde gigantescos agujeros ardientes en el suelo hasta lagos rodeados de esqueletos. O fantásticas colecciones de modelos anatómicos como hay en el museo de Anatomía de la Universidad Complutense". Hay incluso quien utiliza Atlas Obscura como una guía de viajes para organizar expediciones a los lugares más insólitos. "¡He llegado a oír que Guillermo del Toro utiliza nuestra web para viajar!".
Aunque es difícil elegir, a continuación Dylan Thuras nos recomienda cinco de sus lugares favoritos de Atlas Obscura.
El último puente inca
Conocido como Q'eswachaka o Keshwa Chaca, este es el único ejemplo que sobrevive de los puentes tejidos a mano de los incas, que en el pasado eran comunes en el sistema de caminos de esta cultura precolombina. Está hecho de esparto, mide 36 metros y cuelga a una altura de 67 sobre el cañón Apurimac, en Perú.
Cueva de Espadas
En 1910, en la mina de Naica, en México, la compañía minera Peñoles descubrió lo que se conocería como la Cueva de las Espadas. Una caverna de 80 metros repleta de gigantescos cristales de selenita de más de dos metros de longitud. Lamentablemente la cueva, a 120 metros bajo tierra, fue abierta a la exploración y finalmente al turismo, que destruyó varios de los cristales.
Isla Serpiente
Frente a las costas de Brasil, a unas 93 millas del centro de São Paulo, está la Ilha da Queimada Grande. Está isla permanece sin habitar y por una muy buena razón. Los investigadores estiman que en la isla viven entre una y cinco serpientes por metro cuadrado. Se alimentan de las aves migratorias que utilizan la isla como punto de descanso.
Mares de Leche
El área más bioluminiscente del planeta, un fragmento de océano más grande que Asturias, permaneció sin descubrir por la ciencia hasta 2005. Conocido como el Mar de Leche, ha sido un tema tradicional del folclore marinero. Incluso aparece en la obra de Julio Verne 20.000 leguas de viaje submarino. El brillo lo producen miriadas de microorganismos marinos.
Cataratas de Sangre
Estas cataratas de color rojo sangre, de unos cinco pisos de altura, cae lentamente del glaciar Taylor, en los valles de McMurdo Dry, Antártida. Cuando los geólogos descubrieron esta catarata congelada en 1911 pensaron que su color se debía a las algas, pero su verdadera naturaleza resultó ser más espectacular: una antigua colonia de microorganismos que, aislados por el hielo, han evolucionado independientemente del resto del planeta y en las condiciones más extremas.
Por Sergio C. Fanjul / Verne / El País