Nave Akatsuki desvela detalles sorprendentes del tiempo nocturno en Venus

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/ 21 julio 2021

científicos de la misión japonesa Akatsuki lograron identificar un nuevo método que es capaz de desvelar los primeros secretos climáticos de la noche en Venus.

Sobre la meteorología nocturna de Venus se sabe poco, ya que la ausencia de luz solar dificulta la obtención de imágenes, pero ahora científicos de la misión japonesa Akatsuki identificaron un nuevo método capaz de desvelar los primeros secretos climáticos de la noche de nuestro vecino más cercano.

Se trata de la primera vez que investigadores pueden observar al mismo tiempo y de manera global las nubes altas del lado diurno y nocturno del planeta. Los resultados se publican en la revista Nature, en un artículo que también firma el español Javier Peralta.

El orbitador climático de Venus Akatsuki fue lanzado en 2010 y su misión es observar Venus y estudiar su meteorología mediante una serie de instrumentos a bordo, algunos con sensores infrarrojos para revelar detalles del tiempo atmosférico nocturno del planeta más cálido del sistema solar.

El estudio de la atmósfera de Venus puede ayudar a comprender mejor el clima en la Tierra, recuerda en un comunicado la Universidad de Tokio, y para ello los investigadores necesitan analizar el movimiento de las nubes en el citado planeta tanto de día como de noche en determinadas longitudes de onda de la luz infrarroja.

Sin embargo, hasta ahora solo se podía estudiar fácilmente el tiempo atmosférico de la cara diurna, observando las nubes cuando son iluminadas por el Sol. Anteriormente, se podían realizar algunas observaciones en infrarrojo del lado nocturno, pero "eran demasiado limitadas como para tener una idea clara del clima general en Venus".

Y es que Venus es un caso especial, ya que su atmósfera gira hasta 60 veces más rápido que el planeta, por lo que, para realizar su análisis y estudiar los lentos movimientos atmosféricos norte-sur, el equipo tuvo que compensar el veloz movimiento que se produce de este a oeste conocido como superrotación atmosférica.

Para ello, Kiichi Fukuya, autor principal del trabajo, ideó una forma de procesar y mejorar las imágenes térmicas del bolómetro LIR a bordo de la nave para observar las nubes altas de Venus y sus movimientos.

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En sus observaciones, se descubrió algo sorprendente. Al contrario de lo que siempre se había visto en el lado diurno, con vientos desde el ecuador hacia los polos, en el lado nocturno sucede al contrario y prevalecen vientos que van desde los polos hacia el ecuador.

"Por fin podemos observar los vientos del norte al sur, conocidos como circulación meridional, por la noche. Lo sorprendente es que estos corren en dirección opuesta a sus homólogos diurnos", señala Imamura.

Esto podría resolver, apunta, "algunas preguntas sin respuesta desde hace tiempo sobre el clima venusino y, probablemente, también sobre el terrestre".

En este sentido, Peralta recuerda que una de las mayores preocupaciones de hoy en día es saber qué pasará en la Tierra a medida que vaya aumentando el efecto invernadero y se acelere el cambio climático. 

La Tierra y Venus nacieron siendo "planetas gemelos" pero evolucionaron de manera muy diferente: en Venus el efecto invernadero se desbocó hasta que sus mares se evaporaron, convirtiéndolo en un infierno a más de 450 grados.

"Por eso, Venus y sus condiciones extremas pueden darnos pistas sobre lo que podría suceder en nuestro planeta y cómo evitarlo", apunta a Efe este investigador, que trabajó para la Agencia espacial japonesa JAXA.

Peralta destaca que estas imágenes son las únicas que permiten ver las nubes en el lado diurno y nocturno a la vez, y dice que la constatación de que los vientos se comportan de forma distinta en uno y otro lado "es fascinante"

"Rompe con la visión clásica sobre Venus de una circulación meridional tipo 'Hadley', en la que se espera que los vientos meridionales en las nubes superiores sean también hacia los polos en el lado nocturno".

"Los resultados confirman que las mareas solares (ondas planetarias generadas en la atmósfera por el calentamiento solar) son un motor que mantiene por sí solo los fuertes vientos de Venus", que llegan a alcanzar los 350 kilómetros por hora.

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