Los antibióticos matan las bacterias del organismo. Pero algunas bacterias sobreviven y prosperan, lo que puede dificultar el tratamiento de futuras infecciones.
El uso impropio deviene una tercera espiral: la resistencia a los antibióticos aumenta la estancia hospitalaria, incrementa los gastos y se asocia a mayor mortalidad.
Según una nueva investigación los gérmenes resistentes a los antibióticos causaron más de 1.2 millones de muertes en todo el mundo en un año y que estas “superbacterias” provocan las principales enfermedades infecciosas asesinas del mundo.