Ella padece una rara condición que le causa aversión al ajo y la transforma en un ‘vampiro’ real

Bienestar
/ 13 octubre 2024

Phoenix, una joven madre británica de 32 años, vive con una condición llamada Porfiria que le causa una aversión letal al ajo y genera síntomas que podrían haber inspirado la leyenda de los vampiros

En vísperas de Halloween, las historias de vampiros resurgen en el imaginario colectivo. Sin embargo, para Phoenix Nightingale, una madre británica de 32 años, su realidad no tiene nada de ficción. Ella padece Porfiria, un raro trastorno que le provoca una aversión extrema al ajo y síntomas que, según especialistas, podrían haber inspirado los mitos de estos seres nocturnos.

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La Porfiria es una enfermedad poco común que afecta la producción de hemo, una molécula esencial en la hemoglobina, encargada de transportar oxígeno en el cuerpo. Cuando esta sustancia se acumula en exceso, produce síntomas severos que van desde dolor abdominal agudo hasta vómitos, alucinaciones y una notable sensibilidad a la luz.

Para Phoenix, el contacto con alimentos que contienen azufre, como el ajo, puede desencadenar un episodio de riesgo mortal.

“Los ataques ocurren cuando el cuerpo acumula una carga tóxica que provoca un colapso”, explica Phoenix. En una ocasión, sufrió un episodio de 40 horas en el que los vómitos incontrolables, la pérdida de conocimiento y el dolor extremo la dejaron al borde de la muerte.

Además de la aversión al ajo, Phoenix presenta síntomas que se asemejan a los de las leyendas vampíricas. La sensibilidad extrema al sol le causa lesiones cutáneas, y su enfermedad ha afectado sus encías, haciéndole parecer que tiene “colmillos”, un rasgo que asocia con los vampiros de la cultura popular.

MITO Y REALIDAD

El profesor Michael Hefferon, de la Queen’s University, señala que las características de la Porfiria bien podrían haber contribuido al mito del vampirismo. La intolerancia al ajo, la piel frágil y la sensibilidad extrema a la luz son rasgos que encajan con el perfil del vampiro popularizado en la literatura y el cine.

Phoenix acepta la comparación: “El conde Drácula tenía esto. Se dice que los vampiros evitaban el ajo, huían del sol y parecían pálidos. Sus colmillos, además, pudieron originarse en los efectos de la retracción de las encías”.

No obstante, esta comparación la deja con sentimientos encontrados, pues lo que para otros es un personaje de Halloween, para ella es una condición que afecta su vida diaria y su salud.

UN MIEDO CONSTANTE

Phoenix admite que su mayor desafío es vivir con el miedo constante de sufrir un ataque. Aun cuando evita los alimentos peligrosos, la acumulación de toxinas en su organismo puede desencadenar síntomas sin previo aviso.

La amenaza latente de los ataques le obliga a ser extremadamente cuidadosa con su dieta y a vivir con un monitoreo médico constante.

Para Phoenix, la vida con porfiria no es un mito ni una historia para asustar a los niños en Halloween. Es una realidad que la acompaña cada día y que revela cómo el cuerpo humano puede inspirar las leyendas más antiguas y, a la vez, desafiar sus propios límites en la lucha por la vida.

(Con información de El Universal)

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