Terapia génica, una nueva opción para una posible cura de la hemofilia
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Un déficit en uno de los factores del sistema de coagulación hace que las personas con hemofilia puedan sufrir hemorragias tras una lesión, una intervención quirúrgica o, sin motivo aparente.
Contamos con 13 factores coagulantes que trabajan en lo que se denomina la cascada de coagulación. Si uno de ellos no funciona bien, la cascada se interrumpe y el coágulo que impide el sangrado tarda más en formarse.
Como consecuencia, “las lesiones y heridas sangran durante más tiempo del debido, de modo que pueden producirse hemorragias internas y externas”, indica la Federación Española de Hemofilia.
La enfermedad ocurre cuando hay déficit del factor VIII (hemofilia A) o del factor IX (hemofilia B). La hemofilia A es mucho más común que la B. Asimismo, la hemofilia puede ser leve, moderada o grave, en función de la cantidad de factor VIII o IX presente.
La causa de la hemofilia es una alteración en los genes F8 o F9, que producen el factor VIII o IX de la coagulación.
Estos genes se encuentran en el cromosoma X. Las mujeres tienen dos cromosomas X (XX) y los hombres un cromosoma X y un cromosoma Y (XY). Un bebé hereda un cromosoma de cada uno de sus progenitores. La madre siempre aporta un cromosoma X. Si el padre aporta un cromosoma X, el bebé será una niña (XX). Pero si lo que aporta es un cromosoma Y, el bebé será un niño (XY).
“En el hombre, al tener sólo un cromosoma X, si éste está dañado, sufrirá la enfermedad ya que su otro cromosoma, el Y, no tiene capacidad para producir factor VIII ni IX”, indican desde la Federación Española de Hemofilia.
“La mujer, en cambio, posee dos cromosomas X. Aunque uno de ellos sea portador de una anomalía, se producirá factor VIII o IX gracias a la existencia de otro cromosoma X normal. En este caso, nos encontramos con una mujer portadora, que puede tener niveles de factor inferiores a los normales pero que no manifiesta la enfermedad”, añade la mencionada entidad médica.
Por lo general, son los varones quienes padecen la enfermedad y las mujeres son portadoras que la pueden transmitir a su descendencia. No obstante, existen algunos casos de mujeres con hemofilia. Ocurre cuando la mujer tiene ambos cromosomas X afectados, pero es algo muy poco frecuente.
HEMORRAGIAS INTERNAS Y EXTERNAS
La hemofilia se caracteriza por un sangrado excesivo, que puede ser externo o interno. Los especialistas del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Estados Unidos precisan que la hemorragia nasal sin motivo aparente; el sangrado de la boca a partir de un mordisco o por la caída o salida de un diente, o una hemorragia abundante debida a un pequeño corte son algunos ejemplos de sangrado externo.
Por otro lado, señalan que la presencia de sangre en la orina o en las heces y la aparición de moretones grandes son algunos signos de hemorragia interna.
El sangrado de las rodillas, de los codos o de otras articulaciones es otra forma común de hemorragia interna en personas con hemofilia. “El sangrado articular que no recibe tratamiento rápido puede lesionar la articulación”, manifiestan.
Si la hemorragia interna se produce en el cerebro, estamos ante una complicación muy grave de la hemofilia.
“Entre los signos y síntomas del sangrado en el cerebro están los siguientes: dolores de cabeza intensos y prolongados o dolor y rigidez en el cuello; vómito incesante; somnolencia; alteraciones de la conducta; debilidad o torpeza repentina en brazos o piernas; dificultad para caminar, vista doble o convulsiones”, detallan.
El tratamiento habitual para prevenir y frenar las hemorragias consiste en administrar el factor deficitario por vía intravenosa. El tratamiento preventivo implica inyectarse el factor de coagulación varias veces a la semana.
En cambio, a otras personas únicamente se les administra la inyección si se produce una hemorragia o bien cuando van a someterse a una intervención quirúrgica o dental, apuntan los especialistas de Sanitas, empresa especializada en seguros de salud.
Además, en los últimos años se ha desarrollado una gran variedad de productos diseñados para restituir el defecto de la coagulación mediante otros mecanismos que no implican aportar el factor deficitario, lo que se conoce como tratamientos no sustitutivos.
Santiago Bonanad, especialista del Hospital La Fe de Valencia (este de España), indica que “el objetivo actual de la terapia en hemofilia consiste en prevenir, controlar y resolver los problemas hemorrágicos empleando la medicación que sea más adecuada para cada paciente en función de sus necesidades y de los datos de eficacia, seguridad y practicidad del producto, con la intención de llegar a equiparar a los pacientes con hemofilia a la población general”.
“Los tratamientos no sustitutivos permiten solventar expectativas no resueltas en pacientes con determinados perfiles que con estos productos pueden experimentar mejores resultados terapéuticos”, añade el doctor Bonanad.
Parte de estos nuevos tratamientos son las denominadas terapias disruptivas, por ejemplo, la inhibición del TFPI o de la antitrombina.
Los especialistas de la Fundación Nacional de Hemofilia de Estados Unidos explican que el TPFI es un anticoagulante y, al bloquearlo, este tratamiento busca que se pueda formar un coágulo y evitar así las hemorragias.
El tratamiento inhibidor del TPFI “no consiste en reemplazar una proteína específica de la coagulación, como el factor VIII o el IX. Por este motivo, puede utilizarse para prevenir episodios de sangrado tanto en la hemofilia A como en la B”, aclaran.
Lo mismo ocurre con el tratamiento inhibidor de la antitrombina. El objetivo de esta terapia es reducir la antitrombina para que pueda formarse suficiente trombina, que es una enzima que contribuye a la coagulación de la sangre, y así evitar las hemorragias.
TERAPIA GÉNICA
Una de las grandes apuestas en cuanto a tratamientos contra la hemofilia es la terapia génica, que está mostrando resultados muy esperanzadores.
Desde la Fundación Nacional de Hemofilia de Estados Unidos señalan que la terapia génica es una manera de tratar una enfermedad genética que consiste en administrar a la persona afectada copias funcionales del gen que se encuentre alterado.
En el caso concreto de la hemofilia, un gen funcional le da a la célula instrucciones claras sobre cómo fabricar el factor de coagulación del que es deficitario.
Hay diferentes tipos de terapia génica como la transferencia genética, la terapia celular o la edición genética.
La transferencia genética consiste en llevar una copia funcional del gen a la célula utilizando un vector. Este vector es un virus que ha sido modificado para que no pueda causar ninguna enfermedad y que se utiliza como vehículo para llevar a la célula el gen funcional.
Por su parte, la terapia celular se basa en transferir células que funcionan adecuadamente. “Se implantan en el organismo y ayudan al individuo a producir su propio factor”, detallan.
Por último, la edición genética trata de arreglar la parte del gen que no funciona correctamente.
Los expertos de la Fundación Nacional de Hemofilia de Estados Unidos explican la diferencia entre la transferencia genética y la edición genética utilizando como ejemplo una mesa con dos patas rotas.
“La transferencia genética te proporcionaría una mesa nueva. La vieja continuaría allí rota sin poder usarse. En cambio, la edición genética arreglaría las dos patas rotas. La mesa seguiría siendo la original pero ahora podría utilizarse”, describen.
Los datos de varios ensayos clínicos llevados a cabo con terapia génica en hemofilia presentados a lo largo del pasado 2021 muestran que se han alcanzado “niveles de factor cercanos a la normalidad”, manifiesta María Teresa Álvarez Román, hematóloga del Hospital La Paz de Madrid (España).
“Esto podría suponer cambiar el concepto actual que tenemos con la terapia génica, ya que se trataría de transformar la hemofilia grave en leve con niveles cercanos a los rangos de normalidad, para intentar conseguir en último extremo la curación de la enfermedad”, subraya Álvarez Román.
“Con los niveles que se están alcanzando en los nuevos ensayos, el paciente no necesitaría tratamiento, aunque sufriese traumatismos o fuera sometido a cirugías. Sin duda alguna, esto constituiría un cambio de paradigma en un futuro relativamente cercano”, concluye la especialista.
DESTACADOS:
+ Por lo general, son los varones quienes padecen la enfermedad y las mujeres son portadoras que la pueden transmitir a su descendencia. No obstante, existen algunos casos de mujeres con hemofilia.
+ El sangrado de las rodillas, de los codos o de otras articulaciones es una forma común de hemorragia interna en personas con hemofilia.
+ Los datos de varios ensayos clínicos llevados a cabo con terapia génica muestran que se han alcanzado “niveles de factor cercanos a la normalidad”, manifiesta la hematóloga María Teresa Álvarez Román.
Por Purificación León EFE/Reportajes