Jesús de León da cátedra sobre Ibargüengoitia
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Como parte de las actividades de la Feria Internacional del Libro de Coahuila el escritor Jesús de León impartirá la Cátedra Alejo Carpentier ‘Los Humoristas (No) se Toman en Serio’ el 12 y 13 de septiembre
La irreverencia y el desenfado son cualidades necesarias para los escritores de la actualidad, de acuerdo con el maestro Jesús de Léon, quien considera que aquellos que se colocan detrás de la máscara de un lenguaje solemne atentan contra sus propios lectores.
Jorge Ibargüengoitia es uno de los autores mexicanos que durante su corta trayectoria —falleció a los 55 años en un avionazo— destacó por poseer esta libertad literaria en sus textos y, conocedor como es de su trabajo, De León impartirá la Cátedra Alejo Carpentier sobre este escritor los días 12 y 13 de septiembre en la Feria Internacional del Libro de Coahuila 2018 en la Sala Manuel Acuña de 11:00 a 13:00 horas.
“Te juro que yo aprendí a escribir cuando tuve de coordinador a un humorista, Ignacio Betancourt”, comentó para VANGUARDIA el fundador de La Terquedad Ediciones, “él es un humorista que hizo un libro que incluso después se hizo película, ‘De cómo Guadalupe bajó a la montaña y todo lo demás’, es la historia de unos ladrones que secuestran a la morenita del Tepeyac y la encierran en una cantina y está ahí la morenita atrás del urinario viendo todo lo que no debe ver para su envestidura; es de una irreverencia terrible”.
Nos contó que sus inicios en la literatura no fueron ideales, pues comenzó encaminado por maestros que le fomentaban la seriedad y el decoro en sus obras.
“Yo había estado en un taller en Saltillo pero como que los coordinadores me fomentaban mucho el que hay que ser solemnes, que la literatura debe ser seria y eso ¡cómo jode!” expresó, “entonces yo no me sentía a gusto, escribí muchos textos de supuesta literatura seria que están como para un anuncio de almohadas, te duermes”.
“Cerró ese taller y me fui a Monterrey y me tocó un humorista como coordinador y empezó como a hacerme ‘bullying’ para relajarme, prenderle al ventilador, que entre aire, que no me tomara tan en serio”.
Desde entonces cada una de sus palabras escritas se olvidaron de las preocupaciones de la seriedad y el academicismo, dándole a su vez difusión a este pensamiento entre sus alumnos, como es el caso de “Los relámpagos de Jorge”, quienes presentaron este lunes sus textos.
“Si doy un taller o un colectivo es para que los escritores que ya están formados dejen de tomar esa actitud tan hierática con respecto a sí mismos y a su literatura y tratar de abrirle la puerta al lector, porque nos quedamos ya sin lectores”.
“Otra cosa que es bien importante, ríete de ti. Eso es bien importante”, agregó, “como que nos tomamos en serio la idea de que ¡yo soy un escritor y nadie me debe tocar, la gente no se debe burlar de mí, soy un señor de respeto! Y eso lo aprendes al entrar en contacto con el humorismo”.
Aunque recalcó la diferencia entre humorismo y comedia. “No aprendes a contar chistes, no cuento chistes, y el mismo Jorge Ibargüengoitia lo dice, no contaba chistes, Nacho Betancourt tampoco, Marco Almazán tampoco, Novo, menos, Carlos Monsiváis tampoco”.
“¿Qué es el humorismo? En este caso sería dejar de tomarnos en serio y tomarnos como seres humanos y permitirnos reírnos y burlarnos de nosotros mismos, sobre todo cuestionarnos a nosotros mismos y dejar de ser esas figuras hieráticas que nadie nos puede tocar, que nadie se puede reír de mi”.
Contó que, dado su estilo narrativo, las comparaciones entre Ibargüengoitia y él no tardaron en llegar, pero aseguró que en aquellos momentos de talleres en Monterrey —principios de los 70’s— no había aún tenido el placer de conocer la obra del guanajuatense.
”Los grandes escritores nunca llegaron a provincia a dar talleres, la única referencia que luego tuve de Ibargüengoitia fue a través de mi maestro Guillermo Sheridan en la Escuela de Letras, que estaba haciendo una compilación sobre él”.
“Lo que sí es que era un gran lector de Marco Almazán y es a quien todavía leo y busco en las librerías de viejo”, agregó.
“Me decían que lo imitaba, que porqué no le daba crédito pero no les hacía caso y después ya empecé a acercarme al escritor, aunque con muchísima distancia, porque los escritores de provincia nos damos hachazos, no tenemos las oportunidades de los muchachos de chilangolandia de tener estas figuras como formadores, nos llegan de refilón”.
La cátedra que impartirá explorará no sólo el valor del humorismo y el desenfado en la narrativa sino también la obra de Ibargüengoitia y otros aspectos de la escena literaria como el siguiente.
“Algo con lo que me he clavado mucho es la relación que Jorge Ibargüengoitia tuvo con su maestro, Rodolfo Usigli. Hasta que no matas al maestro, hasta que no se comete el parricidio intelectual, puedes salir de donde estas”.
“Les estorbamos a los jóvenes, tienes que morirte, tienes que pasar a otro estadio. Son muy libres de partirte la madre. Un joven hasta que no llega con la cabeza de su formador puede empezar a crear cosas interesantes”.