Dulce tradicional de tejocote en almíbar
Más allá de su sabor, el tejocote ha sido valorado por sus propiedades digestivas y su aporte de vitamina C.
El tejocote es una de las frutas más antiguas y simbólicas de México. Su nombre proviene del náhuatl texócotl, que significa “fruta dura como piedra”, una referencia directa a su semilla firme y a su cáscara resistente. Mucho antes de la llegada de los españoles, los pueblos mesoamericanos ya lo consumían tanto fresco como cocido, y lo utilizaban con fines medicinales, rituales y alimenticios. Era común encontrarlo en mercados prehispánicos y en preparaciones calientes para fortalecer el cuerpo durante el frío.
Con el paso del tiempo, el tejocote se integró profundamente en la cocina tradicional mexicana, especialmente en recetas de temporada. Durante los meses de otoño e invierno, su presencia se vuelve indispensable en ponches, dulces cristalizados y conservas caseras. Su sabor es una mezcla particular entre ácido y dulce, con una textura firme que se suaviza al cocinarse, lo que lo convierte en una fruta ideal para preparaciones en almíbar.
El dulce de tejocote en almíbar es una receta heredada de generación en generación. Tradicionalmente, se preparaba para conservar la fruta durante más tiempo y aprovechar la cosecha abundante. Además de ser un postre, se servía como acompañamiento en celebraciones familiares y fiestas religiosas, especialmente en épocas cercanas al Día de Muertos y a las posadas.
- 1 kilo de tejocotes maduros
- 2 tazas de azúcar
- 1 raja grande de canela
- 3 clavos de olor
- 1 litro de agua
- 1 pizca de sal
- 1 cucharadita de jugo de limón
1. Limpieza y cocción inicial: Lava muy bien los tejocotes bajo el chorro de agua para eliminar cualquier residuo. Colócalos en una olla grande, cúbrelos con agua y llévalos a ebullición. Déjalos hervir durante 10 a 15 minutos, hasta que la piel comience a desprenderse fácilmente.
2. Pelado y despepado: Retira los tejocotes del agua caliente y déjalos entibiar. Pela cuidadosamente cada uno y, con ayuda de un cuchillo pequeño, ábrelos para retirar el hueso central. Este paso requiere paciencia, pero es clave para lograr una textura agradable en el dulce final.
3. Preparación del almíbar: En una olla limpia, coloca el litro de agua, el azúcar, la canela, los clavos de olor y la pizca de sal. Cocina a fuego medio, moviendo ocasionalmente, hasta que el azúcar se disuelva por completo y el líquido comience a tomar una ligera consistencia de jarabe.
4. Cocción del tejocote: Agrega los tejocotes al almíbar caliente. Baja el fuego y cocina lentamente durante 30 a 40 minutos. El objetivo es que la fruta se impregne del sabor de las especias y el almíbar espese sin llegar a caramelizarse en exceso.
5. Toque final y reposo: Añade el jugo de limón y mezcla suavemente. Apaga el fuego y deja reposar el dulce dentro de la olla durante al menos una hora. Este tiempo permite que los sabores se asienten y el tejocote absorba mejor el almíbar.
Este dulce destaca por su equilibrio entre acidez y dulzor. El limón realza el sabor natural del tejocote y evita que el almíbar se vuelva empalagoso. Tradicionalmente, se sirve frío o a temperatura ambiente, como postre, acompañado de queso fresco o incluso como relleno para panes y empanadas.
Más allá de su sabor, el tejocote ha sido valorado por sus propiedades digestivas y su aporte de vitamina C. Prepararlo en almíbar no solo es una forma deliciosa de consumirlo, sino también una manera de preservar una tradición culinaria que conecta el presente con las raíces más antiguas de la cocina mexicana.