¿El calor puede afectar al cerebro?

Vida
/ 21 junio 2024

Las altas temperaturas pueden causar incomodidad. Las investigaciones demuestran que también nos vuelven agresivos e impulsivos, y nos atontan.

Por: Dana G. Smith

En julio de 2016, una ola de calor azotó Boston, con temperaturas diurnas de 33 grados Celsius de media durante cinco días seguidos. Algunos estudiantes universitarios locales que se quedaban en la ciudad durante el verano tuvieron suerte y vivían en dormitorios con aire acondicionado central. Otros estudiantes, no fueron tan afortunados y tuvieron que quedarse en dormitorios más antiguos sin aire acondicionado.

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José Guillermo Cedeño Laurent, investigador de Harvard en aquella época, decidió aprovechar este experimento natural para ver cómo afectaba el calor, y especialmente el calor nocturno, al rendimiento cognitivo de los jóvenes. Puso a 44 estudiantes a realizar pruebas matemáticas y de autocontrol cinco días antes de que subiera la temperatura, todos los días durante la ola de calor y dos días después de ella.

“Muchos de nosotros pensamos que somos inmunes al calor”, dijo Cedeño, ahora profesor asistente de Salud y Justicia Ambiental y Ocupacional en la Universidad de Rutgers. “Así que algo que quería probar era si eso era realmente cierto”.

Resulta que incluso los universitarios jóvenes y sanos se ven afectados por las altas temperaturas. Durante los días más calurosos, los estudiantes de los dormitorios sin aire acondicionado, donde las temperaturas nocturnas alcanzaban una media de 26 grados, obtuvieron resultados significativamente peores en los exámenes que realizaban cada mañana que los estudiantes con aire acondicionado, cuyas habitaciones se mantenían a unos agradables 21,6 grados.

Una ola de calor vuelve a cubrir el noreste, el sur y el medio oeste. Las altas temperaturas pueden tener un efecto alarmante en nuestro organismo, aumentando el riesgo de infartos, golpes de calor y muerte, sobre todo entre los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas. Pero el calor también hace mella en nuestro cerebro, afectando a la cognición y volviéndonos irritables, impulsivos y agresivos.

Cómo el calor deteriora nuestra cognición

Numerosos estudios de laboratorio han arrojado resultados similares a los de la investigación de Cedeño: las puntuaciones en pruebas cognitivas disminuyen a medida que los científicos aumentan la temperatura ambiente. Una investigación descubrió que un aumento de tan solo dos grados —que los participantes describieron como una circunstancia aun cómoda— provocaba un descenso medio del 10 por ciento en el rendimiento en pruebas de memoria, tiempo de reacción y funciones ejecutivas.

Esto puede tener consecuencias reales. R. Jisung Park, economista especializado en medio ambiente y trabajo de la Universidad de Pensilvania, analizó los resultados de los exámenes estandarizados de preparatoria y descubrió que bajaban un 0,2 por ciento por cada medio grado por encima de 22 grados Celsius. Puede que no parezca mucho, pero el efecto puede acumularse para los estudiantes que hacen un examen en una habitación sin aire acondicionado durante una ola de calor de 32 grados.

En otro estudio, Park descubrió que cuantos más días calurosos por encima de la media había durante el curso escolar, peores resultados obtenían los alumnos en un examen estandarizado, especialmente cuando el termómetro superaba los 26,6 grados Celsius. Cree que esto puede deberse a que la mayor exposición al calor afectaba al aprendizaje de los alumnos durante todo el año.

El efecto fue “más pronunciado en los alumnos de ingresos más bajos y de minorías raciales”, según Park, posiblemente porque tenían menos probabilidades de disponer de aire acondicionado, tanto en la escuela como en casa.

Por qué el calor nos vuelve agresivos

Los investigadores descubrieron por primera vez la relación entre el calor y la agresividad analizando los datos sobre delincuencia, y observaron que en los días calurosos se producían más asesinatos, agresiones y episodios de violencia doméstica. La relación se aplica también a actos no violentos: cuando sube la temperatura, la gente es más propensa a incitar al odio en Internet y a tocar el claxon en el tráfico.

Los estudios de laboratorio respaldan esto. En un experimento realizado en 2019, las personas actuaron con más rencor hacia otras en una habitación caliente que en una fría mientras jugaban a un videojuego especialmente diseñado para la prueba.

La llamada agresión reactiva tiende a ser especialmente sensible al calor, probablemente porque las personas tienden a interpretar las acciones de los demás como más hostiles en los días calurosos, lo que les lleva a responder de la misma manera.

Kimberly Meidenbauer, profesora adjunta de Psicología en la Universidad Estatal de Washington, cree que este aumento de la agresividad reactiva puede estar relacionado con el efecto del calor sobre la cognición, en particular con la disminución del autocontrol. “La tendencia a actuar sin pensar o a no ser capaz de evitar actuar de una determinada manera también parece verse afectada por el calor”, afirmó.

Lo que ocurre en el cerebro

Los investigadores no saben por qué el calor afecta a nuestra cognición y nuestras emociones, pero hay un par de teorías.

Una es que los recursos del cerebro se desvían para mantenernos frescos, y dejan menos energía para todo lo demás. “Si se destina toda la sangre y toda la glucosa a partes del cerebro que se centran en la termorregulación, parece muy plausible que no queden suficientes recursos para algunas de estas funciones cognitivas superiores”, dijo Meidenbauer.

También podrías estar distraído e irritable por sentirte desdichado con el calor. Resulta que esa en realidad es una de las respuestas del cerebro. Si no puedes refrescarte, tu cerebro “te hará sentir aún más incómodo, de modo que encontrar lo que necesitas para sobrevivir se convertirá en algo que te consuma por completo”, explicó Shaun Morrison, profesor de cirugía neurológica de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón.

El efecto del calor sobre el sueño también podría influir. En el estudio de Boston, cuanto más calor hacía, más se interrumpía el sueño de los estudiantes y peores resultados obtenían en los exámenes.

La mejor forma de contrarrestar estos efectos es refrescarte lo antes posible. Si no tienes aire acondicionado, los ventiladores pueden ayudarte, y asegúrate de mantenerte hidratado. Puede parecer obvio, pero lo más importante para el cerebro, el estado de ánimo y la cognición es el calor corporal, no la temperatura exterior.

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