No deje para mañana lo que puede hacer pasado mañana

Gourmet
/ 3 agosto 2023

No es otra cosa más que hacerse el tonto con lo que uno tiene que hacer. El muy famoso ahorita que nunca llega

Hay un lugar que siempre trato de evitar a toda costa. Y es que genera nervios, inseguridad, una vibra de desconfianza, casi como de película de terror. Esa habitación no es otra más que el gimnasio de mi casa.

Y no es broma, no soy nada deportista. De hecho, cuando me vean corriendo por la calle, les aconsejo que también empiecen a correr, no vayan a pensar: “ah, mira, qué bien, el chef está haciendo ejercicio”. Para nada, huyan, hay un incendio, un holocausto zombie o algo mucho peor, pero yo haciendo deporte por mero gusto, jamás.

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Y es que en eso del deporte, malamente soy de ese grupo de personas que suele siempre postergarlo, dejarlo para después. Pero aquí pregunto, ¿qué es postergar?

La RAE (Real Academia de la Lengua Española) lo define de la siguiente manera: “Dejar una cosa para hacerla después de otra que se tenía previsto realizar”. En palabras simples, no es otra cosa más que hacerse el tonto con lo que uno tiene que hacer. El muy famoso ahorita, que nunca llega.

¿Cuántos de nosotros postergamos las cosas? ¿En el trabajo? ¿En nuestros hogares? ¿En nuestra vida de pareja o familia? ¿En nosotros mismos? Y es que el postergar ya se ha vuelto un hábito hoy en día que por desgracia ya está muy pero muy arraigado.

Incluso hasta al tratar de no postergar las cosas también fallamos, “mañana ya voy a empezar a hacer lo que tengo que hacer”. ¿Por qué esperarse a mañana?

El problema es que lo hacemos tanto y tan seguido que ya es parte de nuestro ADN: terminar con nuestro trabajo, limpiar la casa, decirle a nuestra pareja o familia lo mucho que las amamos, incluso nuestra salud, física y/o mental no se salva.

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Si algo nos gusta, “luego lo disfruto” ¿Por qué luego? Como dice mi mamá: “dame de comer lo que quiero ahorita que tengo dientes”. Si algo o alguien nos desagrada, “luego se lo digo” ¡NO! Mándelos allá al rancho de nuestro presidente en boleto de primera clase y sin regreso.

Debe comprender que existe una gran diferencia entre evitar postergar las cosas y establecer prioridades, como dicen: son harinas de diferente costal. “Tengo que terminar todos los pendientes de mi trabajo, y sólo así, sólo así, quizás pueda tomarme una tarde libre”. ¿Cómo puede ser eso posible? Que bien que establezca como prioridad su trabajo, ¿pero a qué costo? ¿Dejando su felicidad para más tarde?

Algo muy importante que debe aprender, y a la de ya, es a establecer prioridades. Y mire que porque lo quiero, lo cuido, le voy a regalar dos técnicas muy buenas y efectivas: una es aprender a administrar nuestro tiempo. El tiempo es inexorable, uno no puede adelantarlo o retrocederlo, pero sí podemos aprender a administrarlo sabiamente.

Normalmente, las personas postergamos las cosas por la falta de tiempo, y nos estresamos porque tenemos muchas cosas que hacer, pero no tenemos tiempo, y no tenemos tiempo porque tenemos muchas cosas que hacer. Al final terminamos poniendo esas “cosas” en el temible lugar de (léase por favor con voz dramática) “cosas pendientes para después”.

La segunda es de lo más simple: defina qué tan importante es y establezca un compromiso. No estoy hablando de obligación. La obligación siempre es impuesta por factores externos, un compromiso es algo que nosotros decidimos por nuestra cuenta.

Ponga las cosas en una balanza y vea hacia qué lado se inclina más, y haga entonces la que sea más prioritaria. Esto no es postergar, es saber y reconocer nuestras prioridades, finalmente va a hacer todo lo que tiene que hacer. ¿Tiene que cumplir con su trabajo? Hágalo. ¿Reparar esa llave del agua que se rompió hace 6 meses? ¡Por supuesto que yes! Pero no se adelante a decir “mañana lo hago”.

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Y lo mismo aplica en su vida personal: esa salida al cine, a cenar, esas vacaciones soñadas, y digo soñadas, porque de ahí no pasan, puros sueños, nada más, hasta esa tarde echados como vacas en el sofá de la casa. Y si no tiene un sofá, cómprese uno y échese ahí a disfrutar, que bien se lo merece.

Postergar es igual a sacrificar, y sacrificar es igual a perder. ¿Quiere perder su empleo por dejar las cosas para mañana? O peor aún, ¿su familia? ¿Su salud? Siempre van a surgir otras “ocupaciones”, los pretextos a menudo van a existir, pero es usted y solo usted quien decide cuándo iniciar a hacer las cosas y cuándo seguir “dejando para mañana” las mismas. Lo importante es ¿Cuándo va a empezar? Pero al fin y al cabo, esta es solamente mi siempre y nunca jamás humilde opinión. Y usted... ¿Qué opina?

¡Ah, por cierto! ¿Recuerda que le dije que soy la persona más antideportista que existe? Bueno, pues le confieso que al día en que se está publicando este artículo, llevo ya una semana practicando yoga ¿Qué tal?

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