Inaugura Vida Yovanovich exposición fotográfica "27 años, 8 meses, 14 días"
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Nuestro colaborador analiza la experiencia “27 años, 8 meses, 14 días”, muestra de la fotógrafa Vida Yovanovich en el centro cultural Casa Purcell.
En Vanguardia ya hemos cubierto con anterioridad la obra de Vida Yovanovich, quien a través del lente de su cámara, capta las historias de vida de sus sujetos en imágenes estéticamente bellas y conceptualmente poderosas.
Su deseo de involucrarse con las protagonistas de sus fotos es el pilar de su producción y las que se están presentando actualmente en Casa Purcell reflejan estas cualidades, mostrando las historias de injusticia a las mujeres en la cárcel.
“27 años, 8 meses y 14 días” es una sentencia judicial. Las fotografías que ahora podemos visitar en el recinto cultural fueron tomadas en un proyecto que realizó la artista a principios de los 2000 y que ha ido creciendo. Vida se internó en varias prisiones femeniles y se ganó la confianza de las reclusas. Conoció sus dramas, vivencias del día a día y fue testigo de las injusticias presentes en estas instituciones.
Al igual que lo realizó con “La cárcel de los sueños” proyecto que la colocó dentro de un asilo de ancianas, en las series cuyas piezas están aquí en la ciudad, ella se dedicó a entender a estas mujeres y sus sufrimientos y esperanzas antes de tomar las fotos que se volvieron su interpretación de estas historias, retratos metafóricos de las presidiarias.
“Yo salí enojada. Enojada con el sistema, enojada con la injusticia, enojada con la diferencia en el trato a la mujer y el hombre por su familia básicamente.” Dijo en entrevista para Vanguardia, previo a la exposición. Su sentido de responsabilidad con estas mujeres está demostrado por el trato que les da en sus fotografías. Uno puede observar la fragilidad y la fortaleza combinadas en sus escenas, las distintas personalidades. Pero también se ve el abandono, la suciedad, la nostalgia y soledad que las acompañan. Vida logra captar todo esto.
Sin embargo, su producción artística no se limita a la fotografía presentada en un marco y ya, como suele hacerse. Salirse de los límites impuestos por lo cotidiano y hacer que el espectador sienta lo que sus mujeres sienten y que no sólo vea las imágenes es otra de sus cualidades.
Al añadirle elementos extra que en muchas ocasiones convierten sus obras en instalaciones, Vida Yovanovich procura y logra que el público tenga una experiencia artística diferente, innovadora. En “Casa Purcell” ninguna de las presentadas se limita a ser una fotografía enmarcada.
La primer sala, probablemente la más sencilla de todas, juega con estos marcos y los convierte en ventanillas de la puerta de una celda. Al observar la pieza no sólo ves una imágen, te estás asomando al interior de otro espacio. En otra sala ella recrea una de las paredes del reclusorio, incluyendo una mesa, que pudo obtener en una de sus estadías en la prisión, que es decorada por un un pequeño florero. La visión completa de esta instalación es algo que se debe experimentar en persona.
Las otras dos salas pasaron a ser espacios interactivos. Una de ellas sólo devela al espectador su contenido hasta que este haya atravesado un pequeño laberinto hecho con cortinas negras, que lo confina a una de las viejas habitaciones que los Purcell usaron tan poco tiempo, y que ahora presenta las proyecciones de las fotografías de la artista, acompañadas de las grabaciones de las mujeres que relatan sus desgarradoras experiencias.
Parafraseando, para hablar de Vida Yovanovich hay que hablar de historias y no tanto de fotografías. Deslindar su obra de su contexto es un crimen por sí mismo pues para realizarlas la artista siempre se involucra a buen grado. Y así lo explica ella: “(...) la única forma de tomar las fotografías y de tomar las fotos que yo tomo, el tipo de fotografías que yo tomo, es dándote tiempo y es involucrándote en lo que estás viviendo, mirando y por ende, fotografiando”.