‘La Tierra Baldía’, nueva traducción, lectura sin aura divina

Vida
/ 19 febrero 2018

Una reciente versión al español del célebre poema de T. S. Eliot quiere despojarlo de su halo de veneración

CIUDAD DE MÉXICO.- Influyente, filosófico, mistérico, como un rítmico lamento. Todo e ha achacado a La tierra baldía (The Waste Land, 1922) y también todo lo ha resistido. Una nueva versión al español, preparada por Víctor Manuel Mendiola (Ciudad de México, 1954) e ilustrada por Emiliano Gironella Parra (Ciudad de México, 1972), quiere despojar al célebre poema de T. S. Eliot (EU, 1888) de toda el aura crítica y académica con que se le ha divinizado. A La tierra baldía, dice Mendiola, se le ha leído “como mirando al sol”.

Su versión, editada por El Tucán de Virginia y la empresa Elementia, incluye dos lujosos libros en pasta dura, dentro de una caja. El primero, con los 434 versos íntegros del poema en inglés y la reproducción de los grabados en fibro cemento de Gironella. El segundo es un compendio más grueso, de 206 páginas, con textos del propio Mendiola, Guillermo Fadanelli, Armando González Torres y Edward Hirsch, así como las primeras críticas que esgrimieron Virginia Woolf, Conrad Aiken y el Times Literary Supplement, tras la aparición del poema.

Adicionalmente, en ese mismo volumen ha sido recuperada la que muy probablemente es “la primera o segunda traducción” al español del poema cumbre, realizada en México por Enrique Munguía Jr. y publicada en la revista Contemporáneos en 1930; hay también una nueva versión, preparada especialmente para la edición, por el poeta y ensayista Gabriel Bernal Granados (Ciudad de México, 1973).

“Casi todo mundo ve La tierra baldía con una veneración que yo creo que muchas veces impide distanciarse del poema, comprenderlo cabalmente y aceptar cosas y negar otras. Yo creo que la estética de La tierra baldía es una estética, si no agotada, ya con tantos epígonos que es necesario desembarazarla de la repetición de esas lecturas llenas de admiración, pero también llenas de ausencia de sentido crítico”, dice en entrevista el editor y poeta.

La tierra baldía apareció por primera vez en la revista The Criterion, que fundó y dirigió el propio Eliot; aquel primer número fue de apenas 600 ejemplares. “El poema tiene gran belleza y fuerza en la frase: simetría; y tensión”, escribió, por ejemplo, Virginia Woolf. Ezra Pound, mentor de Eliot, acabó por darle forma (no en balde está dedicado a él) y a partir de entonces se sucedieron un sinfín de comentarios, estudios y traducciones que, casi un siglo después, no se han detenido.

En México apenas habrían de pasar ocho años, después de la primera publicación en inglés, para que se conociera una versión traducida al español. Contemporáneos, explica Mendiola, le dedicó casi por completo su número al poema; ahí apareció la versión de Munguía Jr. en forma de prosa. “La traducción permite adentrarse en el poema, es un primer y muy buen paso para comprender un poema que a todos los lectores, desde que apareció, les resultó complejo”.

Para Mendiola, el hecho de que hubieran pasado tan pocos años para que La tierra baldía llamara la atención en México, habla de “la gran inquietud” de la poesía en este territorio. “El primer significado del poema en México es que comenzó a tener una influencia muy grande, inmediatamente se difunde e influye en poetas importantes de la época”. La poesía nacional demuestra que “desde siempre ha sido cosmopolita, universal, sin que eso implique la omisión de nuestra propia realidad, de nuestra propia tradición”, dice Mendiola.

El editor rastrea inevitables vínculos entre el poema de Eliot y otras cumbres nacionales como Piedra de Sol de Octavio Paz, Muerte sin fin de Gorostiza, Declaración de odio de Efraín Huerta y en la obra de José Emilio Pacheco. “La mayor parte de los poetas mexicanos comenzaron a escribir bajo el conocimiento de ese texto y en la segunda mitad del siglo XX la influencia es total, al grado que hay un poeta mexicano muy bueno, José Luis Rivas, que escribió en los 80 el poema Tierra nativa y que, además, traduce prácticamente toda la obra de Eliot”.

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AMOR MODERNO

A la traducción en español de La tierra baldía hecha por Murguía siguió la del puertorriqueño Ángel Flores, que se convirtió en una de las más populares. Después han seguido muchas más: la de Agustí Bartra, la de Manuel Núñez Nava, la de Moisés Ladrón de Guevara, la de Juan Malpartida o la de Andreu Jaume, en los últimos años. “La versión que estamos publicando no tiene ninguna pretensión académica, tiene la pretensión sólo de practicar una lectura directa, espontánea, sin miedo”.

Si se quiere gozar y acercar al poema con la libertad que afirma Mendiola, habrá que tomar el volumen que sólo contiene el poema original; si, por el contrario, se quiere seguir abonando en el estudio de la obra, ahí está el libro recopilatorio. En su texto, el propio Mendiola esboza entre líneas una hipótesis sobre el sentido del poema que, para muchos, es el más influyente de la poesía moderna.

Dice Mendiola que “La tierra Baldía” contiene un centro dramático y no es, como se ha creído, sólo una fragmentación constante de momentos y palabras. En el centro, dice, está la transformación del amor idílico del siglo XIX y de los siglos anteriores por el amor sórdido, “lleno de indiferencia y superficialidad”, de la modernidad.

“En el poema solamente hay una escena hermosa entre un hombre y una mujer. Al principio, cuando esta pareja desciende en el trineo y él le dice ‘sostente, agárrate de mí’ entonces viene ese verso hermosísimo: ‘En las montañas, allí te sientes libre’, después todo lo que va a ocurrir en el poema es justo la desaparición de la altura, la desaparición de la libertad y vamos a ver una serie de personajes, pero sobre todo de parejas en desasosiego, en desencuentro y en relaciones que tienen que ver directamente con la sexualidad más o menos sórdida”, explica Mendiola.

El editor también está en desacuerdo con que La tierra baldía es el poema más influyente del siglo XX. Mendiola dice que es uno de ellos junto con Zona de Apollinare, Un golpe de dados de Mallarmé, El cementerio marino de Valéry y Tabaquería de Fernando Pessoa. “Todos estos poemas en realidad nos están dando un sentido de la existencia del hombre moderno, hay muchas cosas en común entre ellos”, asegura.

“Lo que provocaron todos estos poemas fue precisamente la creación de una literatura que cree que no existe la necesidad en el poema, que no existe un álgebra poética. Una buena parte de la poesía que se escribe ahora —creo que hay muchos buenos poetas con muchos malos poemas— ha asumido las grandes fuentes de la poesía moderna sólo de una manera crítica, y lo que está tratando de hacer nuestra edición es un llamado a una lectura crítica en donde es posible seguir a Eliot, pero también es posible no seguirlo e incluso rechazarlo”, concluye. 

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