Laila Castillo hace puntadas que se vuelven arte
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Desde su exposición ‘Plumarium’ el año pasado, la artista ha estado muy activa con diversos talleres y proyectos, VANGUARDIA conversó con ella para conocer qué ha hecho durante este tiempo
En junio del 2017 Laila Castillo inauguró su exposición “Plumarium” en el Cerdo de Babel, con la que introdujo en la comunidad saltillense al arte textil. Desde entonces, su habilidad para crear retratos realistas con esta técnica la ha compartido a través de varios talleres y se ha involucrado en diversos proyectos artísticos comunitarios.
Estos talleres le han resultado muy reveladores, comentó, pues en ellos ha logrado conocer un aspecto que considera muy interesante en las mujeres que han acudido a tomarlos.
“Un común denominador entre estos talleres es este reencuentro que ellas tienen consigo mismas”, explicó y aclaró que “aunque la convocatoria que yo hago es abierta siempre se han inscrito puras mujeres. Muchas son casadas o con hijos grandes y buscan en el taller tener una actividad para ellas solas”.
“Muchas se conmueven al terminar el taller y dicen ‘qué falta me hacía tener un tiempo para mí sola y pensar en mí’. Eso ha sido muy bonito en los talleres que he dado” y añadió que “he tenido alumnas chiquitas que su mamá no borda, su abuelita no borda, se va perdiendo el hilo y ellas lo quieren retomar. Niñas de 14 años hasta chavitas de 20 años, que además traen toda esta sangre fresca de las cosas que proponen”.
Laila participará con el proyecto que están preparando la Fundación Alumnos 47 y la Coordinación de Artes Visuales de la SEC y contó cómo esta experiencia con las alumnas de su taller podría serle útil en esta iniciativa que busca ayudar comunidades de los polígonos de la ciudad a través del arte.
Explicó que nunca había hecho trabajo social con un formato organizado de esta manera y que aunque mientras fue docente en un colegio llevó a cabo iniciativas para que la escuela interactuara con la comunidad, esta será una aproximación nueva para ella.
“Me da miedo porque apenas estoy agarrándole la onda a esto”, confesó, “y platicando con Olga (Dávila, coordinadora de Artes Visuales), le decía que más allá de dar un taller y 'ahí muere' había que sembrar el interés en las personas de seguir haciendo algo en colaboración para que no dependan de nosotros”.
De acuerdo con ella, una problemática particular que los organizadores han observado en el centro comunitario donde trabajarán es que las madres dejan a los niños en el centro durante las mañanas, como si se tratara de una guardería.
“Yo les comentaba que viendo lo que había pasado en mis talleres, sobre todo con mujeres, sería una buena oportunidad de actuar con las mamás de los niños”, comentó “porque finalmente en el universo socioeconómico en el que viven estas personas las mamás son susceptibles a no ser tomadas en cuenta y esto probablemente denote en una represión y por lo tanto un rechazo a los hijos. Y no se hace un nido en la casa, con sus consecuencias”.
“A mí me gustaría dar una introducción a un taller de bordado para observar qué pasa con esas mujeres al estar en contacto con un oficio que es tan meditativo y que aunque no te lo propongas, simplemente con estar bordando durante tanto tiempo es terapéutico”, expresó, “y si con estas mujeres que he trabajado hasta ahorita, que se encuentran en una situación cómoda socioeconómicamente hablando, se mueven cosas, tengo muchas ganas de saber qué pasa con las señoras del centro comunitario”.
Agregó que está consciente de que su presencia en estas comunidades no es algo que sus habitantes estén buscando o deseando, “no es como que los vayamos a salvar, pero ya que empezamos a platicar cambió mi idea y es cierto que nadie va con la verdad absoluta ni a tratar de salvar a nadie pero pudiéramos investigar qué pasa, al menos en mi área, con ese taller”.
Sin embargo, este no es el único proyecto que la artista tiene en puerta, también vienen nuevos talleres y ya está preparando una exposición, para el próximo año.
Se trata de una serie que explorará la somatización de las emociones, cómo se reflejan en las dolencias y malestares de nuestro cuerpo.
“Estoy auxiliándome con literatura de anatomía y también de un terapeuta para elaborar la relación entre una emoción y cómo denota en alguna enfermedad. Habrá enfermedades que sean en otra parte del cuerpo y representaré esa parte del cuerpo”, explicó.
“He estado perfeccionando la técnica, cada vez hago las puntadas más chiquitas. Y eso al mismo tiempo que me da un efecto más realista, me complica muchísimo la existencia”, comentó entre risas, “sí, es mucho de estar experimentando, buscando materiales nuevos, qué posibilidades nos da la tela”.
En abril, junto con Jess Silva impartirá el taller “Monstruarium”, de ilustración con arte textil en Casa Rufino. Durará 30 horas durante un mes y en él se explorarán los miedos y las frustraciones de sus miembros y se realizarán ilustraciones que los comparen con un animal o un monstruo.
“En el que hicimos de ejemplo para el taller, Jess, Ilustró un ciempiés y habla precisamente de todas estas posibilidades de todos los caminos que pudieras tomar”, comentó, “ella va a llevar toda la parte de dibujo y yo voy a hacer la traducción al textil y la idea es que con los escritos que saquemos, que serán una muy breve descripción del monstruo de cada persona, se saque un registro fotográfico y se imprima un libro”.
Además, Laila contribuye con el proyecto “Desierto Complejo”, colaboración del Museo del Desierto con universidades locales y pronto dará dos talleres de su técnica textil, uno en Monterrey y otro en Mérida.
Entérate
> En abril Laila Castillo impartirá el taller ‘Monstrarium’
> De ilustración con arte textil
> En conjunto con Jess Silva
> En Casa Rufino
> Tendrá una duración de 30 horas
> Durará un mes