Más allá del IMC y del peso para controlar la obesidad

Vida
/ 16 abril 2016

En la mayoría de los casos la percepción de lo que comemos es errónea al consumir más calorías de las que creemos

Esta especialista considera que el panorama es tenebroso en cuanto a los índices de obesidad y sobrepeso que, según un estudio publicado este mes en la revista científica “Lancet”, ya superan a más de la mitad de la población mundial.

Los cambios en los estilos de vida son capaces de difuminar e, incluso, borrar las enfermedades asociadas al exceso de peso con una alimentación sana, un patrón de actividad física adecuada, evitando hábitos tóxicos y con lahidratación adecuada.

Para la doctora, el pilar de todo tratamiento es la dieta, el ejercicio físico y la terapia cognitivo-conductual, aunque el fracaso es muy elevado y produce frustración tanto en el paciente como en el profesional sanitario.

Y es que en la mayoría de los casos la percepción de lo que comemos es errónea al consumir más calorías de las que creemos o quemar menos de lo que pensamos con el ejercicio que hacemos.

“Un desbalance que origina un efecto acumulativo. Un desajuste de 125 kilocalorías al día acumulado a lo largo de un año puede suponer ganar más de seis kilos de grasa”, advierte. Por eso, es importante conocer el gasto en reposo, el gasto en actividad física y la composición corporal de cada individuo ya que ante un mismo IMC, cada persona puede tener un porcentaje diferente de grasa, agua y masa muscular.

Gema Frühbeck, también codirectora del Área de Obesidad de la Universidad de Navarra, considera que el principal reto ante el incremento de la obesidad pasa por un cambio de paradigma, ya que no se trata de un problema del individuo y de estigmatizar a la persona, sino que es un problema de la sociedad. “La pandemia de obesidad añade tiene efectos económicos y si el Sistema Nacional de Salud tiene que enfrentarse a ella tendrá que destinar muchos recursos, algo que se podría prevenir con hábitos de vida saludables”.

En cuanto a los profesionales sanitarios, la especialista considera que “hace falta mucha educación” y cambiar el concepto de que no estamos tratando un problema estético sino una enfermedad crónica. En su opinión, una medida efectiva sería incluir en la atención primaria la figura del dietista que orientara sobre una alimentación equilibrada y controlara a los pacientes, útil no solo para la obesidad sino para otras enfermedades como las cardiovasculares, renales, digestivas La endocrina propone que se contemplen objetivos realistas y alcanzables por el paciente a corto plazo que no generen frustración, pero también  a largo plazo con más unidades de obesidad y campañas basadas en la evidencia. 

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