¿Por qué todos quieren ir a Noruega?
Los vuelos de bajo coste, una naturaleza poderosa y el efecto 'Frozen' han convertido a Noruega en el país de moda
Noruega está de moda entre los viajeros, a pesar de su fama de destino caro. Las pernoctaciones de españoles en el país de los fiordos han aumentado un 7% hasta agosto de este año desde el mismo mes del año pasado, hasta superar las 180.000. Esos números la sitúan como el primer país de Escandinavia para los turistas españoles, por encima de Finlandia y Suecia, pero también de otros territorios europeos interesantes como Islandia o Dinamarca. La oficina de turismo del país asegura que el número de visitantes españoles es el que más ha crecido en porcentaje durante este año, solo superado por el aumento de turistas chinos.
La subida es suficientemente destacada como para buscar explicaciones. El efecto Frozen se ha notado en algunos países. El éxito infantil de Disney, ambientado en la Noruega medieval, ayudó a que el número de noches contratadas por estadounidenses en hoteles noruegos subiese un 30% de 2013 a 2014. Para España, las razones apuntan más a la recuperación del turismo y los vuelos baratos. El tipo de cambio, que actualmente otorga 9,3 coronas noruegas por cada euro, también favorece la atención de un destino que ha hecho de sus paisajes y fiordos el leimotiv de su promoción turística.
A ello se une la organización del Estado, con unos altos estándares éticos, y su apuesta por la contemporaneidad, ejemplificada en el caso del turismo por la extraordinaria red de miradores encargados a los mejores estudios de arquitectura en la costa, una ruta que se ha convertido en un hit. El estudio Snohetta, autor de la ópera de Oslo, uno de los edificios más celebrados de los últimos años, es uno de los que más proyección internacional tienen actualmente, y su tipo de organización interna, participativa y multidisciplinar, y su compromiso por la naturaleza (fue fundado por arquitectos paisajistas) lo convierten también en un ejemplo. Todo suma.
La aerolínea Norwegian tiene buena parte de la culpa del aumento en los vuelos. España es una de las apuestas más serias de esta compañía, la tercera low-cost más importante de Europa, que busca crecer abriendo rutas internacionales desde los aeropuertos españoles. Norwegian ha establecido seis bases en España desde su llegada en 2012 (en Noruega tiene cuatro), las últimas en Madrid y Barcelona. Desde estas seis sedes ofrece 32 rutas a ciudades noruegas, más que ninguna otra aerolínea. En temporada de verano (de marzo a octubre), el vuelo Madrid-Oslo, que en 2014 se efectuaba tres veces por semana, se ha hecho diario; mientras que el Barcelona-Oslo ha crecido hasta los dos vuelos diarios, incluso tres en algunos días de temporada alta.
Esas frecuencias, unidas a unos precios asequibles (ida y vuelta puede salir por poco más de 100 euros en abril, y menos de 200 euros en agosto), contribuyen a hacer del país de los fiordos un destino atractivo para muchos bolsillos. Son unos precios similares a los que tiene Vueling (desde 110 euros ida y vuelta), que este 2015 ha aumentado en casi 3.000 pasajeros su oferta en temporada de verano entre Barcelona y tres aeropuertos noruegos: Oslo, Stavanger y Bergen.
Las visitas a los parajes noruegos se contratan con bastante frecuencia a través de paquetes de operadores turísticos, con los que Noruega utiliza una “estrategia de penetración”, según lo define Francis Blasco, vicedecana de la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense y directora del Máster en Dirección de Marketing de la misma institución. “Se trata de una operación muy inteligente de los noruegos, que ofrecen a través de los operadores viajes adaptados a las costumbres de los españoles, al tiempo o dinero que están dispuestos a invertir”, explica Blasco, que añade que a cambio de ofrecer esos paquetes los operadores reciben inicialmente una parte del beneficio.
Se establecen viajes que no duren demasiado: el grueso de las ofertas a Noruega de Catai Tours, por ejemplo, son de entre siete y diez días. Los precios también están adaptados: “Noruega trata de reducir los precios sin que tenga gran impacto en la experiencia. Los operadores permiten además el pago fraccionado del viaje”, dice Blasco, que subraya la efectividad de esta estrategia para introducirse en un mercado y “lograr que se hable de tí y que se produzca un efecto boca-oído que aumente la demanda, algo que por ejemplo ya se ha dado en el caso de China”.
Blasco también destaca la campaña noruega en publicidad y redes sociales. La web de Visit Norway es un compendio de consejos, planes, material audiovisual y recursos para que el turista potencial encuentre lo que necesita para cerrar su viaje. Para ganar en credibilidad, muestra junto a sus recomendaciones de hoteles, paquetes turísticos o ciudades, las valoraciones de los usuarios de TripAdvisor. Las redes (sobre todo Facebook y Twitter) atraen inevitablemente la mirada del visitante, con sus enmudecedoras imágenes de auroras boreales, fiordos, glaciares, o puestas de sol (o casi puestas, que en Noruega hay sol de medianoche durante dos meses). La cuenta española de Visit Norway en Twitter (@visitnorway_es) ha crecido un 25% este año, hasta los 15.500 seguidores, más que sus homólogas francesa, holandesa, belga o croata. En Facebook se hacen ofertas especiales, concursos y trivials para atraer al visitante.
El fomento del turismo urbano, con Oslo y Bergen como grandes reclamos, es otro objetivo de Noruega. El estudio español Herreros ganó el concurso para proyectar la nueva sede del Museo Edvard Munch, dedicado al artista más reconocido del país, que estará lista en 2017. La cultura noruega incluye además la historia vikinga y los samis, el pueblo indígena autóctono del norte del país.
Por Jacobo Pedraza / El País