Publican cuentos completos de Elena Garro
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'Nadie había escrito como ella en el género cuentístico', dice Geney Beltrán, en el marco de la aparición de un libro que reúne todos los cuentos de la autora de 'La semana de colores'
CIUDAD DE MÉXICO.- El cuento en Elena Garro (1916-1998) tiene una relevancia y una altura equiparables a las de sus obras de teatro y sus novelas, afirma, sin dudar, el ensayista y crítico literario Geney Beltrán Félix.
“Su obra cuentística va en paralelo a su dramaturgia y a su novelística”, comenta en entrevista quien define a la narradora poblana como “una observadora perspicaz” y “una fabuladora de gran capacidad”.
El autor del prólogo de Garro. Cuentos completos, libro de 542 páginas que acaba de publicar Alfaguara, agrega que en la propuesta cuentística de la autora de los relatos La semana de colores (1964) y Andamos huyendo, Lola (1980) se observa una voluntad de renovación literaria.
“Nadie había escrito como ella en el género cuentístico. Abre caminos. Es la mano de una artista llena de una gran maestría técnica y de una inventiva inclasificable”, añade.
Para el también novelista, es muy sintomático que Garro debute con la obra teatral Un hogar sólido en 1958, luego publique su novela Los recuerdos del porvenir en 1962, y dos años después los cuentos reunidos en La semana de colores.
“Es decir, en cada uno de estos géneros ella se presenta ante los lectores y en el panorama de la literatura mexicana con una gran madurez. Van de manera secuenciada un género tras otro.
“Por un lado, esto nos habla de que ninguno de estos tres libros es un balbuceo. Se advierte una voz sólida, con un mundo literario consolidado, con grandes poderes verbales y una imaginación extraordinaria. Nace de pie en cada uno de estos tres géneros”, considera.
El crítico sinaloense explica que, aunque la autora de La señora en su balcón (1960) y Felipe Ángeles (1979) deja la dramaturgia, “sí se mantiene en su largo exilio por Estados Unidos y Europa escribiendo novela y cuento. Ciertamente, lo que más publica en los 80 y 90 son novelas cortas.
“Sin embargo, tras su silencio, durante los años 70, ella regresa a la escena literaria mexicana en 1980 con una recopilación de relatos, Andamos huyendo, Lola.
Luego de ese periodo de dificultades, descrédito y hasta de penurias económicas, el género con el que vuelve a levantar la mano es el de la ficción breve”, detalla.
El jefe de redacción de la Revista de la Universidad de México destaca que uno de los hilos que une la cuentística de Garro “tiene que ver con la representación de los grupos más vulnerables de la sociedad: la mujer, los ancianos, los niños, los indígenas y los campesinos. Su obra presenta los efectos negativos del abuso del poder sobre los grupos vulnerables”.
La mujer cuya vida estuvo marcada por el exilio, las luchas sociales en México y su matrimonio con el poeta Octavio Paz fue capaz como pocas de “acercarse a la otredad, a los mundos muy propios del entorno rural”.
El autor de la novela Cualquier cadáver admite que a Garro le afectó mucho su involucramiento con el movimiento estudiantil del 68 y sus decisiones equivocadas, además de que su exilio la mantuvo alejada de los lectores mexicanos.
Dos libros vitales
Geney Beltrán, quien titula su prólogo Elena Garro, la sublevada, piensa que los dos primeros libros de cuentos que ella publica son los más importantes: La semana de colores y Andamos huyendo, Lola.
“Son muy diferentes. No es que ella estuviera siempre escribiendo el mismo libro. Hablan de mundos ficcionales diferentes y podemos observar una evolución en sus recursos formales y su relación con el lenguaje o las estructuras narrativas”, dice.
Indica que La semana de colores es un título de la infancia. “Varios de estos cuentos están entrelazados por la presencia de dos pequeñas hermanas que viven en una localidad rural. Y la recuperación del mundo de la infancia se da con un gran poderío imaginativo, con una conciencia del lenguaje muy libre y lúdica”.
El también traductor indica que, por su parte, Andamos huyendo, Lola consta de relatos enlazados por la presencia de dos mujeres, madre e hija, que narra el peregrinaje de huida de México a Nueva York y a España.
“Se nutre de la propia experiencia del exilio de Garro y su hija. Sin embargo, leerla en clave autobiográfica es empobrecerla. El gran tema de estos cuentos no tiene que ver con la confesión autobiográfica de Garro, sino que es una visión descarnada de los ajustes sicológicos que producen en los emigrantes cuando se enfrentan a sociedades hostiles, insensibles, que los rechazan. Es una obra muy contemporánea”, piensa.
En lo que publica en los 80 y 90, prosigue, su prospección de la vulnerabilidad tiene que ver sobre todo con la mujer. “En los dos últimos libros de cuentos, que da a conocer en 1997, El accidente y otros cuentos inéditos y La vida empieza a las tres, encontramos el gran tema de las relaciones de pareja, mujer-hombre, en una situación donde la mujer se ve sojuzgada, perseguida, agraviada, humillada, por una forma de masculinidad que se manifiesta de manera violenta, agresiva, indiferente, insensible”.
Beltrán acepta que ha escuchado comentarios que descalifican la última época de Garro, “en el sentido de que se repite obsesivamente con el tema de la mujer perseguida por un sistema patriarcal. Es un juicio demasiado apresurado. Más bien presenta de manera descarnada las facetas del machismo”.
Narra que la última estación de Elena Garro es el desencanto absoluto, una desesperanza terminal, como lo demuestra Inés, la protagonista del cuento Invitación al campo, quien parece de regreso de todas las batallas.
“Ya no es alguien que enfrenta al poder patriarcal, que trata de huir, que tiene una relación violenta con sus parejas, sino es el testamento cuentístico de Garro, la desilusión hacia el poder y lo masculino”, concluye.