Turistas intentan exterminar rana endémica de Puerto Rico

Vida
/ 4 junio 2025

El anfibio que se encuentra en peligro de extinción, es objeto de ataques de los turistas que lo consideran “ruidoso”

Puerto Rico ha alzado su voz una vez más, esta vez en defensa de uno de sus símbolos más queridos: la rana coquí. En medio de la creciente presencia de un turismo agresivo y cada vez más invasivo, cientos de ciudadanos han respondido con contundencia a un caso que ha indignado a la comunidad local y ha puesto sobre la mesa un debate más profundo sobre pertenencia, territorio y despojo.

Todo comenzó con una publicación viral en redes sociales, presuntamente escrita por un turista que buscaba un “spray” para silenciar a los coquíes, cuyo canto forma parte inseparable de las noches en la isla. Según el texto, el autor había escuchado a otra pareja de visitantes hablar de un supuesto método para “callarlos”, por lo que decidió pedir recomendaciones públicamente. Lo que encontró no fue una solución, sino una oleada de reacciones que denunciaban no solo su petición, sino todo un modelo de turismo que irrespeta el entorno natural y cultural del archipiélago.

La frase que encabezó muchas de estas respuestas —“Si no puedes dormir con el canto del coquí, tal vez el problema no es el coquí, sino que no perteneces aquí”— se convirtió en un grito de resistencia. La comunidad puertorriqueña recordó que el coquí no solo es parte del ecosistema, sino una especie endémica y símbolo identitario profundamente arraigado en la cultura de la isla. Su canto agudo y sincopado no es ruido: es memoria, arraigo y vida.

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Esta defensa, sin embargo, va más allá de un incidente aislado. Para muchos, el turismo que llega con la intención de transformar el paisaje y modificar las dinámicas locales —incluso al punto de querer “silenciar” una especie nativa— no es otra cosa que una extensión del colonialismo que Puerto Rico ha sufrido durante más de un siglo. La indignación ha sido alimentada por una historia de gentrificación, desplazamientos y apropiación que amenaza tanto a comunidades humanas como a la biodiversidad local.

No es un asunto menor. Actualmente, tres de las 17 especies conocidas de coquí ya han desaparecido, y cuatro más se encuentran en peligro de extinción, amenazadas por el cambio climático y la pérdida de hábitat. Ahora, enfrentan también los efectos de la turistificación, que en nombre del confort y el ocio, impone silencios donde antes había cantos.

El coquí no es solo una rana. Es un símbolo de resistencia y una presencia viva que acompaña el paisaje sonoro, cultural y emocional de Puerto Rico. Pretender acallarlo no es un gesto inocente: es un intento de borrar lo que no encaja con la mirada foránea. Por eso, la respuesta ha sido clara: si el canto del coquí molesta, el problema no es él. El problema es no entender que Puerto Rico no está en venta, ni su naturaleza, ni su identidad.

Becario del Programa de Estímulo a la Creación y el Desarrollo Artístico (PECDA Coahuila, 2015) en el área de cuento, y del programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA 2020) en el área de Novela. Ha publicado cuentos en antologías de México y Estados Unidos. Autor de la novela “Madre Araña” (Secretaría de Cultura de Coahuila 2019 / Ediciones Periféricas 2021).

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