Visitar la feria es una aventura

Vida
/ 6 mayo 2017

    Los que asistimos a la Feria del Libro nos volvemos cómplices. Somos aventureros de tiempo completo. Nuestros ojos se encuentran, a veces coinciden acariciando el mismo ejemplar, o viendo una edición única.

    Algunos esnifamos profundamente el olor del libro. Somos animales ilustrados, sensibles, férreos, coétanos del mundo de la imaginación.

    Viajamos por el mundo en que se convierte la feria con una mochila al hombro, por que visitarla es un aventura, no necesitamos un plano o un mapa para guiarnos. Nuestros pies nos llevan, nos detienen, nos apresuran y nos sostienen mientras hacemos una adquisición en uno de los pabellones.

    El lazo que nos une es invisible, pero fuerte. No somos capaces de regatear, pues reconocemos el valor que tiene el libro. Sabemos que por lo que hemos pagado podemos viajar tanto como queramos. Es el viaje más barato que haremos.

    Uno a uno se van desgranando los días y poco a poco los libros regresarán a las cajas de su traslado. Ellos también son viajeros, van y vienen y se dejan acariciar, pero son tan celosos que cuando los prestamos, rara vez regresan.

    Dos días y la excursión termina, pero nuestro equipaje salvará las horas muertas hasta el regreso. Quedan vacíos literarios por llenar, tenemos dos días. ¡Que siga la fiesta de las letras! Ya habrá tiempo para despedirse.

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