3 faltas "inofensivas" que pueden dañar tu matrimonio
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Hay muchos detalles (no intencionales ni inofensivos para quien los comete) que pueden debilitar una relación hasta hacerla morir.
Nadie es infalible. Todos cometemos errores, esta es una verdad que no cambiará. Lo complicado del asunto es que siempre hay dos afectados por esas faltas: tú y el otro (ya sean tus padres, tu pareja, tus hijos, tus amigos o conocidos). Desde luego que equivocaciones hay de todo tipo, desde las que se hacen con toda la intención de lastimar, hasta las que ocurren sin que te des cuenta de lo que hiciste hasta que viene el reclamo.
Siendo el matrimonio una de las relaciones humanas más importantes y colmada de matices, también se presta para que cometas muchas faltas no intencionales que, a veces, crees que no tienen la relevancia que tu esposo les da. Es probable que tú, como él, pasen por alto cientos de pequeños detalles que ambos consideran inofensivos y que en un principio pueden ser punto de diversión en pareja, pero que con el paso del tiempo van perdiendo toda gracia y pasan a ser molestos, e incluso un gesto abusivo de ambas partes.
¿A cuáles faltas y detalles me refiero? Señalaré nada más tres de esas “pequeñas faltas no intencionales” que cometen las parejas y que, de una u otra manera, resultan molestas para la otra parte; no pasa en todas las parejas y la única forma de evitar que tu cónyuge siga haciendo algo que te ofende es que se lo digas de frente y de manera clara:
1. Cuestionar sobre relaciones anteriores
Es normal que las relaciones anteriores provoquen intriga y que de ellas se quiera saber algunos detalles íntimos y de otra índole, quizás para no cometer los mismos errores o para hacer comparaciones. De todas maneras, habrá detalles que quien es cuestionado no deseará contar, bien sea por miedo a herir a su pareja, porque no los recuerda o porque no le importan.
Lo que más le conviene a la pareja es vivir el aquí y el ahora, lo que hubo antes poco o nada importa porque, créeme, si tuviera importancia no estaría contigo, sino con la otra persona, y eso debería ser suficiente.
2. No respetar a la familia de la pareja
Muchos cónyuges no son conscientes de que al contraer nupcias con sus parejas, de una u otra manera también se “casan” con su familia política. Así el asunto, le debe el mismo respeto a sus suegros, cuñados y demás que a su pareja, pues estar en contra de ellos es como estar en contra de la persona con quien eligió casarse.
Pese a eso, muchos olvidan que su familia política también hace parte de los suyos y optan por despreciarlos a sus espaldas, se enoja si su compañero de vida va a visitar a su familia, les pone apodos y un sinnúmero de gestos y palabras que ofenden a su pareja. Cuando la persona afectada le reclama su actitud, se escuda en que sólo es una broma o que se trata de celos momentáneos.
3. Poner motes “tiernos”
Respecto a las muestras de afecto hay miles y variadas que van desde los nombres tiernos hasta apodos, que aunque buscan ser cariñosos resultan agresivos para quien los recibe de su pareja. Un ejemplo sencillo es llamar a la esposa “Gorda” o “Flaca”. Puede que no haya ninguna intención malvada en ello, sin embargo, si la persona que recibe el nombre tiene baja autoestima no va a ver el mote como una puntada agradable, sino todo lo contrario, y de a poco irá sintiendo que es un objeto de burla para su compañero.
Hay muchos detalles que parecen inofensivos para la persona que los comete, el punto clave es que quien se sienta incómodo, reúna la suficiente valentía para decirle con amor lo que sea que resulte molesto, y si esa persona eres tú, por favor deja de hacer eso que sabes que a tu cónyuge le molesta si de verdad aprecias su amor y compañía.