Científico australiano de 104 años viaja a Suiza para someterse a una eutanasia
COMPARTIR
TEMAS
Hace dos años David Goodall peleó para que la Universidad de Perth le devolviera la oficina. Pero su calidad de vida se ha deteriorado tanto que defendió su derecho al suicidio
David Goodall celebró sus 104 años el pasado 4 de abril, en Australia, con su familia. Cuando sopló las velitas con el número de su edad, todos los que lo rodeaban sabían que pedía un deseo infrecuente en esas circunstancias: morir con dignidad. El miércoles 2 de mayo vuela casi 13.000 kilómetros para poder cumplirlo. Aunque Suizano ha aprobado la eutanasia, la ley no impide el suicidio asistido en ciertas circunstancias.
Lamento mucho haber llegado a esta edad "Lamento mucho haber llegado a esta edad", dijo el científico a quien hace dos años la Universidad de Perth declaró inapto para seguir yendo a las instalaciones y debió devolverle su oficina tras una ola de protestas internacionales. Pero el ecologista ha sufrido un deterioro tan grave de su calidad de vida que ha tomado la decisión de morir.
"Quiero morir. No es algo particularmente triste. Triste es que a uno se lo impidan. Una persona vieja como yo tendría que tener derechos plenos como ciudadano, incluido el derecho al suicidio asistido", dijo en una entrevista para Australia Broadcasting Corporation (ABC). Durante las últimas dos décadas Goodall ha sido miembro de Exit International, una organización sin fines de lucro que apoya la legalización de la eutanasia.
Quiero morir. No es algo particularmente triste. Triste es que a uno se lo impidan En la mayoría de los países la eutanasia y el suicidio asistido están prohibidos aun cuando el paciente no tiene esperanzas de recuperación. Algunos países, como Colombia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda, y seis estados en los Estados Unidos (California, Oregon, Washington, Colorado, Hawaii y Vermont) han legalizado la muerte digna en casos específicos; en Australia el estado de Victoria aprobó una ley de eutanasia para pacientes terminales.
Pero Goodall no tiene una enfermedad terminal, por lo cual no se puede acoger a ella.
Su salud, en realidad, ha sido muy buena hasta hace poco. Jugó tenis hasta los 90 años y practicó teatro amateur hasta que la mala vista le impidió manejar para participar en los ensayos. Fue investigador honorario en la universidad hasta que, por el mismo motivo, se le hizo imposible hasta la lectura del correo electrónico. Además, el viaje en el transporte público le resultaba un esfuerzo físico excesivo.
Hace dos meses sufrió una caída en su apartamento de sala y dormitorio. "Grité, pero nadie me podía escuchar", contó a ABC. Pasó dos días en el suelo, hasta que la persona que limpia su casa lo encontró y lo llevó al hospital, donde los médicos atendieron sus lesiones y le explicaron lo evidente: que ya no podía hacer nada solo. Aceptó el cuidado de sus hijos, porque la otra opción era un asilo.
"Me amargó mucho sentirme así de limitado, restringido", dijo. "Hay una evidente falta de respeto". Una vez que ha pasado la mitad de la vida, argumentó, una persona ya ha cumplido con la sociedad. "Uno debería tener la libertad de usar el resto de su vida como quiera. Si uno elige matarse, pues está bien. No creo que nadie más debiera interferir". En los hechos, algo de eso ocurre: más de la mitad de los suicidios son de personas de más de 60 años.
La hija de Goodall, la psicóloga Karen Goodall-Smith, dijo a la red australiana que no quería la muerte de su padre, pero lo entendía. "Comprendo que hay poca dignidad y respeto por uno mismo en el hecho de depender tanto de otros. Las puertas se le han ido cerrado, por su estado físico. Ha vivido unos buenos 104 años. Lo que suceda, las elecciones que tome, le corresponden", agregó.
El día de su cumpleaños Goodall dijo que preferiría mucho más tener "20 o 30 años menos", pero dado que eso es imposible, acordó con uno de los pocos amigos que le quedan —la mayoría ha muerto— el viaje final a Basel, en el noroeste de Suiza, cerca de la frontera con Francia y Alemania. Philip Nitschke, el fundador de Exit International, lo acompañará.Para pasar los pasajes de económica a primera, Nitschke abrió una cuenta en GoFundMeque superó el objetivo de USD 15.000.
Antes de partir, Goodall dijo que no estaba triste. "¿Por qué tendría que estarlo? Para mí no es un algo sombrío, es algo natural".