Cómo el mundo está aprendiendo a vivir con una pandemia letal

COVID-19
/ 27 junio 2020

Los gobiernos del mundo que al parecer habían controlado el coronavirus se están adaptando a la realidad de que la enfermedad llegó para quedarse.

Sui-Lee Wee, Benjamin Mueller y Emma Bubola

China está realizando pruebas a los trabajadores de restaurantes y repartidores cuadra por cuadra. Corea del Sur le dice a la gente que lleve dos tipos de cubrebocas para diferentes situaciones sociales de riesgo. Alemania pide a las comunidades que tomen medidas enérgicas cuando el número de contagios rebase cierto límite. El Reino Unido combatirá los brotes locales en una estrategia que el primer ministro Boris Johnson llama “Whac-A-Mole”.

Los gobiernos del mundo que al parecer habían controlado el coronavirus se están adaptando a la realidad de que la enfermedad llegó para quedarse. Pero con el fin de no seguir con los confinamientos perjudiciales a nivel nacional, están buscando maneras focalizadas de detectar y detener los brotes antes de que se conviertan en una tercera o cuarta oleada.

Pese a que los detalles son diferentes, las estrategias van encaminadas a ofrecerles flexibilidad a los gobiernos para que sean más o menos estrictos según sea necesario. Estas requieren una combinación de pruebas y monitoreo exhaustivos, tiempos de respuesta rápidos por parte de las autoridades, una gestión estricta en las fronteras y recordatorios constantes a los ciudadanos acerca de los peligros del contacto social frecuente.

Las estrategias casi siempre obligan a los gobiernos centrales y a los funcionarios locales a compartir información y trabajar muy juntos sorteando los sistemas de computación que no sean compatibles, las luchas territoriales y otras antiguas pugnas burocráticas. En el Reino Unido, algunos funcionarios locales ya están diciendo que sus trabajos no están lo suficientemente coordinados.

Estas estrategias de cambio reconocen que ni siquiera los países que han tenido más éxito pueden cantar victoria hasta que no se encuentre una vacuna. También son una prueba del reto planteado por países como Estados Unidos, Brasil e India, donde las autoridades no contuvieron por completo los brotes iniciales y desde donde el coronavirus seguirá amenazando con propagarse.

“Siempre estará con nosotros”, señaló Simon James Thornley, epidemiólogo de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda. “No creo que podamos eliminar el virus en mucho tiempo. Tendremos que aprender a vivir con él”.

Incluso en lugares donde parecía que el coronavirus estaba controlado, los grandes brotes siguen siendo un riesgo importante. En Tokio, hubo 253 nuevos contagios en el transcurso de la semana pasada, 83 en un distrito de vida nocturna. En Gütersloh, Alemania occidental, más de 1500 trabajadores de una planta procesadora de carne dieron positivo en las pruebas, lo que obligó a las autoridades a cerrar dos distritos. Corea del Sur, otro modelo de respuesta rápida, ha anunciado decenas de nuevos contagios en los últimos días.

En Roma, que hace poco salió de uno de los confinamientos más estrictos de Europa, 122 personas han estado relacionadas con un caso de conjunto en un hospital, el Instituto Raffaele Pisana. Varios días después, 18 personas que vivían en un edificio con baños compartidos contrajeron el virus.

“Volvió a atacarnos tan pronto como bajamos la guardia”, comentó Paolo La Pietra, propietario de una tienda de tabaco del barrio.

Algunos países, como Corea del Sur y Japón, trataron de responder con rapidez.

Corea del Sur le llama a su estrategia la Cuarentena de la Vida Cotidiana. Este país nunca implementó los confinamientos estrictos que se vieron en otros lugares y las medidas de distanciamiento social, que se fomentan mucho, siguen siendo la norma. Sin embargo, ha establecido un límite estricto de un máximo de 50 contagios al día, meta que afirma puede sostener su sistema de salud pública, con capacidad para realizar pruebas y rastrear los contactos.

Los funcionarios cambian las reglas según sea necesario. Luego de que surgió una segunda oleada de contagios en Seúl, los funcionarios de la ciudad hicieron que la gente usara cubrebocas durante dos semanas en el transporte público y en los espacios públicos cerrados.

El gobierno de Corea del Sur ha instaurado más reglas a medida que ha aprendido más de los brotes. Les recomienda a las empresas que los empleados se sienten en zigzag. Señaló que el aire acondicionado debe apagarse cada dos horas para aumentar la ventilación. También ha pedido que la gente no cante en los mercados ni en otros sitios públicos.

Además, le ha recomendado a la gente que use dos tipos de cubrebocas en el verano: una mascarilla quirúrgica y uno de gran resistencia, parecido a los cubrebocas N95 que usan los trabajadores sanitarios, para que lo use en lugares muy concurridos.

Japón, que solo pasó por confinamientos limitados, también desea mantener relajadas las restricciones para ayudar a reactivar su economía. Está pensando en aceptar viajeros de Australia, Nueva Zelanda, Tailandia y Vietnam. Como país isla, Japón no puede darse el lujo de mantener cerradas sus fronteras por más tiempo, afirmó su primer ministro, Shinzo Abe.

El viernes pasado, Japón dio a conocer una aplicación de rastreo de contactos que avisa a los usuarios si han estado en contacto con alguna persona que haya dado positivo en las pruebas durante los últimos catorce días. Los operadores de ferrocarriles han creado una aplicación y unos sitios web que les dice a los pasajeros lo llenos que van los trenes en determinado momento.

Algunos países, como China, están aprendiendo a relajar sus métodos más severos. El gobierno chino prácticamente aisló a decenas de millones de personas en la ciudad de Wuhan y la provincia circundante de Hubei cuando comenzó el brote.

Conscientes del daño económico, los dirigentes chinos han adoptado restricciones más moderadas. En Pekín, los funcionarios les dijeron a los residentes que podían quitarse los cubrebocas cuando estuvieran al aire libre y la toma de temperatura en la ciudad se hizo menos generalizada.

Posteriormente, el 12 de junio, los funcionarios de Pekín anunciaron que 53 personas habían dado positivo por el coronavirus. En vez de confinar la ciudad capital, los funcionarios rápidamente cerraron el mercado y las comunidades que se encuentran alrededor y movilizaron a cerca de 100.000 trabajadores para realizarles pruebas a unos 2,3 millones de residentes en aproximadamente una semana.

“Una ciudad del tamaño de Pekín no puede estar en estado de guerra para siempre”, señaló Mao Shoulong, profesor de Políticas Públicas en la Universidad Renmin de Pekín. “¿Cuántas veces más podemos soportar esto?”

A diferencia de Wuhan, el esfuerzo fue focalizado. Otros vecindarios de Pekín permanecieron abiertos como siempre. El gobierno de China tiende a preferir el método de pruebas masivas dirigidas a grupos específicos y a las personas relacionadas con el mercado, y dijo que realizaría pruebas a los residentes que viven en vecindarios de alto y mediano riesgo, personal de restaurantes y comercios, estudiantes y personal docente, así como trabajadores sanitarios.

Pese a que muchos de estos esfuerzos son muy locales, requieren una estrecha coordinación con los funcionarios del centro y con las jurisdicciones aledañas. El Reino Unido, por ejemplo, está considerando cierres específicos en torno a grupos de contagio, pero los funcionarios locales advierten que el sistema está plagado de vacíos potenciales.

Los funcionarios de salud de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte son en gran medida responsables de sus propias estrategias. En Inglaterra, donde los funcionarios locales se han quejado por la falta de información de las pruebas procedente del gobierno central, los empleadores o administradores de edificios lo han compensado monitoreando los contagios y reaccionando a los brotes. Algunos, como las oficinas centrales de un minorista importante en el este de Lancashire, han sido elogiados por los funcionarios de salud por tomar medidas rápidas.

No obstante, para controlar el virus se necesitaría saber dónde está acechando, lo cual es difícil sobre todo en una enfermedad en la que el 80 por ciento de los casos presentan síntomas leves. Muchos directores de salud pública locales dijeron en entrevistas que se habían enterado de los brotes por las noticias. Sigue siendo difícil alcanzar el nivel de detalle que necesitan los funcionarios para tomar decisiones acerca de los cierres focalizados (por ejemplo, los códigos postales de la gente que da positivo en las pruebas).

“Todas las pandemias comienzan como un brote local”, señaló Lincoln Sargeant, director de salud pública en el norte de Yorkshire. “Necesitamos información detallada de manera oportuna”.

c.2020 The New York Times Company

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