¿Cómo serán las ciudades después del COVID-19?
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La ciencia será de mucha ayuda cuando pase la crisis sanitaria
CIUDAD DE MÉXICO.- Ahora que pasas más tiempo en casa, mira a tu alrededor. ¿Tienes clósets en el cuarto, baldosas y azulejos en el baño y la cocina y agua corriente que, tras usarla, desaparece como por arte de magia?
¿Sabías que todo eso es así en gran medida debido a una u otra epidemia?
Los clósets, por ejemplo, empezaron a ser la norma a principios del siglo XX, cuando los armarios de antaño se empezaron a considerar antihigiénicos, ¿por qué Porque en ellos se acumulaba, en lugares difíciles de limpiar, algo que desde mediados del siglo anterior había pasado de ser una molestia a un riesgo para la salud: el polvo.
Así, los muebles empotrados pasaron a formar parte integral del diseño arquitectónico de viviendas a tal punto que seguro te extrañaría ver una habitación o una cocina sin ellos.
Pero mientras que la aversión al polvo tardó décadas en producir este resultado, las respuestas a otras amenazas no dieron tanta tregua.
La arquitectura sigue buscando maneras de mejorar nuestra salud. De hecho, Jakob Brandtberg Knudsen, quien además de trabajar en la Real Academia de Bellas Artes de Dinamarca es dueño de la firma de arquitectos Ingvarstsen, forma parte de un proyecto que involucra médicos, biólogos y arquitectos trabajando juntos para tratar de probar de una vez por todas cuál es el efecto de una buena casa.
"Empezó como una búsqueda de diseño de casas para prevenir la malaria, pero se extendió a otras enfermedades, incluyendo respiratorias".
En los próximos meses se lanzará el primer ensayo aleatorio en Tanzania, que le hará seguimiento durante 3 años a alrededor de mil 500 niños que vivirán en un nuevo estilo de vivienda mucho más funcional.
La esperanza es demostrar que esos niños serán más sanos que los que viven en las casas existentes.
"Tenemos mucha evidencia de otros lugares que parece indicar que las casas son un factor realmente importante en la salud de los residentes, incluso si incluyes factores socioeconómicos.
"Estamos aportando a esa antigua discusión entre la arquitectura y la salud, pero usando una nueva herramienta para demostrar cuál es el efecto", apunta Knudsen.