Envuelto en escándalos, Wayne LaPierre jefe de la NRA elude debate sobre control de armas
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El elevado salario de LaPierre, su debilidad por la ropa elegante y reportes de que intentó que la NRA le comprara una mansión de 6 mdd en una exclusiva comunidad de golf, provocó un escrutinio considerable entre acusaciones de malgasto desenfrenado.
Tras los tiroteos consecutivos en Texas y Ohio, el debate sobre el control de armas regresó a la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y su inmenso poder para obstaculizar cualquier ley relevante en el tema.
El hombre en gran parte responsable de la postura intransigente de la NRA es su director general desde hace décadas, Wayne LaPierre, quien se ha visto envuelto en conflictos y problemas legales mientras dirige el más reciente esfuerzo del grupo para evitar las medidas de control de armas.
Las autoridades investigan las finanzas de la NRA y el grupo destituyó a altos funcionarios e intercambiado demandas con la que fue su empresa de mercadeo durante años y a la cual se le da el crédito de moldear la imagen de LaPierre y la asociación misma.
El elevado salario de LaPierre, su debilidad por la ropa elegante y reportes de que intentó que la NRA le comprara una mansión de 6 millones de dólares en una exclusiva comunidad de golf, han provocado un escrutinio considerable entre acusaciones de malgasto desenfrenado.
Los apasionados defensores de las armas de fuego se pusueron contra LaPierre en meses recientes, dirigiéndose a Twitter y Facebook con los hashtags #changethenra (cambia la NRA) y #savethe2a (salva la Segunda Enmienda). Algunos piden su renuncia y cuestionan cómo podrá desviar la creciente presión para tomar medidas de control de armas tras los tiroteos de Dayton, Ohio, y El Paso, Texas, dado todos los escándalos.
La NRA se apegó a su reacción común tras los tiroteos masivos: al principio no dijo nada, y luego dio una respuesta tibia. En este caso, el principal vocero dijo que no “participaría en politizar estas tragedias” y seguiría comprometida con el “uso seguro y legal de las armas de fuego para quienes ejercen sus libertades de la Segunda Enmienda”.
Sin embargo, tras bambalinas hay evidencia de la influencia de LaPierre. El periódico The Washington Post reportó que LaPierre advirtió al presidente Donald Trump, después de que este expresara su apoyo para una propuesta de ley de revisión de antecedentes, que dicha medida no sería popular entre los partidarios del mandatario, según funcionarios que hablaron bajo condición de anonimato. La NRA no confirmó ni negó el reporte.
LaPierre, quien rara vez habla con la prensa, negó las solicitudes para ser entrevistado. En un comunicado escrito publicado el jueves dijo que ninguna de las propuestas de control de armas en discusión habría prevenido los ataques más recientes.
“Peor aún, harían que millones de estadounidenses que cumplen las leyes estén menos seguros y sean menos capaces de defenderse a ellos y a sus seres queridos”, decía el comunicado.
Para comprender cómo LaPierre acumuló tanto poder tanto en la NRA como en la política estadounidense mientras permanece un enigma fuera del hermético mundo de la organización, The Associated Press entrevistó a decenas de antiguos y actuales empleados y miembros que trabajaron con él.
La imagen pública de LaPierre es la de un líder de mano dura, la personificación de la Segunda Enmienda con su grandilocuente defensa de las armas de fuego, la libertad y el país.
Sin embargo, tras la escena, asociados actuales y antiguos de La Pierre, de 69 años, ven a un hombre distinto.
El director general que conocen es un introvertido que rara vez deambula por los pasillos de la sede de la NRA para interactuar con los empleados. Ni siquiera es considerado un “pistolero” serio.
De hecho, la carrera de LaPierre empezó trabajando con legisladores demócratas en Virginia, en donde pasó gran parte de su infancia. Dijo que estaba encaminado para trabajar con íconos liberales y el entonces líder demócrata de la Cámara de Representantes, Tip O’Neill, hasta que la NRA llegó en 1977.
El activista a favor de las armas Jeff Knox cuenta una historia sobre cómo su padre, Neal Knox, antes un importante principal cabildero en la NRA, llevó a LaPierre a un campo de tiro en las afueras de Washington cuando empezó su carrera en la asociación de armas. LaPierre sacó una pistola oxidada y Neal Knox, impactado por su estado, sacó el medidor de aceite de su Cadillac y usó la grasa para quitarle el óxido.
“Desde entonces él ha comprado algunas pistolas buenas, pero no lo llamaría un hombre de armas”, dijo Knox. “Creo que es un verdadero creyente, pero no creo que realmente lo entienda”.
LaPierre se convirtió en un líder poderoso, sobreviviendo varios conflictos políticos al interior de la NRA. También pasó exitosamente por el paisaje político de Washington y ayudó a crear una cultura donde los republicanos no se atreven a tocar las medidas de control de armas incluso tras la masacre de niños.
Recibe el crédito de acabar en 2004 con la prohibición de poseer armas de asalto que llevaba décadas. Más reciente, la NRA gastó 30 millones de dólares para ayudar a que Trump fuera elegido.
Sin embargo, es más difícil recaudar contribuciones para la NRA con un presidente en la Casa Blanca que es considerado partidario de los derechos de las armas. El poder de la NRA se ha cuestionado, sobre todo después de las elecciones intermedias de 2018 en donde grupos que buscan restricciones a las armas gastaron más.
Desde entonces, los temas legales se acumulan casi cada semana. El estatus de organización no lucrativa de la NRA se ha visto amenazado por el fiscal general de Nueva York, en donde se estableció el acta constitutiva de la asociación en los años de 1800.