Es que la mayoría… necesita los huevos
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Viendo la dinámica que se carga el inquilino del Palacio Nacional con sus colaboradores, en una subprepticia visita que me armó uno de mis informantes en ese sacrosanto y místico lugar, me acordé de éste diálogo que ocurre cuando un tipo va al psiquiatra y le dice: “Doctor, mi hermano está loco. Cree que es una gallina”.
A lo que el facultativo responde: “Intérnelo”. Y a su vez el paciente le replica: “Lo haría, pero necesito los huevos”.
Las relaciones palaciegas de la 4T entre los de adentro y los de afuera, son irracionales, locas, kafkianas, alucinadas, estrambóticas y absurdas. Todos lo saben pero insisten en seguir con ellas porque la mayoría… necesita los huevos.
Les platico: Esta es la única explicación que encuentro para que de pronto reciba información muy comprometedora de colaboradores casi de sueldo mínimo del gabinete republicano, respecto a sus jefes, y de éstos relativa a sus “estorbantes”, porque ayudantes ya está probado que no lo son, y si no, pregúntenme por el sub sub sub sub de salud López Gatell, que ha investido de una fuerza intergaláctica y por ende sobrenatural al mandamás de la nación, en contra del COVID-19.
Y así por el estilo están muchos otros. No necesité pasar demasiado tiempo en el Palacio Nacional para darme cuenta de que los obuses interescuadras están a la orden del día y a mí se me hace que MALO está bien consciente de eso y no solo lo tolera, sino que lo alienta, como una forma un tanto diabólica o maquiavélica de medir la fortaleza, el aguante, la concha y -por añadidura- el futuro de sus colaboradores.
Qué manera tan sui generis de “gobernar” la de éste personaje que le dedicó 18 años de su vida a pelear por un cargo al que hoy, por más que busca, no le encuentra la cuadratura y no halla la salida, así le dedique a ese afán 25 horas al día, o poquito menos, como 26, citando al inefable de Peña Nieto.
Le ha llovido tupido en su milpita; ni quien lo dude, “ayudado” o no por la ineficiencia de muchos de sus colaboradores y también -por qué no decirlo- de sus adversarios en el bando de los neoliberales, monarquistas, traidores a la patria, apátridas, fifis, anti revolucionarios, cacas y demás epítetos que brotan de su tropical léxico.
Cada vez que lo veo enfrascado él mismo con sus propias ideas, me convenzo más de la urgente necesidad que tiene de rodearse de gente que lo cuestione en cortito, que lo desafíe en sus intentos por congraciarse en forma extra-humana con los mexicanos más amolados.
Y me pregunto: ¿No se habrán dado cuenta los López Gatell y demás, que a su jefe le cae de la chingada que le adulen de esa manera? ¿No se han percatado que le re patea que pudiendo corregirlo o encauzarlo, le sigan la corriente? ¿No se han fijado que no lo ayudan así, sino que lo joden? A lo mejor sí, pero….necesitan los huevos…
En mi paseo por el Palacio Nacional, gracias a los buenos oficios de mis enlaces ahí mismo, pude ver al presidente desde donde sus ujieres lo observan sin darse a notar, agazapados detrás de cortinas, muebles, biombos o paredes falsas, hagan de cuenta como si fueran parte de la escenografía.
Sí, sus colaboradores más cercanos -que no son los que charolean carteras de ministros o subs- tienen lugares estratégicos en cada oficina, en cada sala de juntas, en cada salón palaciego, desde donde no se pierden los movimientos de su jefe “el preciso”, como le llaman entre ellos. Ellos lo ven y él a ellos no.
Yo les llamo traspuntes, que son los ayudantes del teatro que se encargan de tenerle listo el cambio de vestuario a los protagonistas de la obra; los que mueven y acomodan los implementos y objetos de la pieza en cada cambio de escena; los que coordinan las tramoyas, los que acomodan los atriles para que los músicos se luzcan, los que meten y sacan el piano; son los esenciales que arman la escenografía y no aparecen en los programas ni en los créditos de la función.
Los traspuntes se visten de negro para que si -por algún descuido de los productores o del director- aparecen de pronto en escena con el telón arriba, no se noten, precisamente porque andan vestidos de negro.
Viéndolos en acción en Palacio Nacional, me acordé de mi admirado Lic. Gerardo Maldonado, que hizo de Difusión Cultural del ITESM lo que es hoy, un referente internacional en la detección y proyección de talentos musicales, culturales y teatrales, de los que se han nutrido los mejores escenarios de México y del mundo.
El Lic. Maldonado tenía una legión de traspuntes para cada función de sus “Concierto Ensamble” -que hoy debe andar por el número 590 o por el estilo, jeje- de sus “Revistas Musicales”, de sus “Raíces”, de sus “Compresencias”, sus “Réquiems”, y de todo lo cultural y artístico del Tec de Monterrey, que hoy sigue vivo gracias al tino de su discípulo más connotado, mi amigo Hugo Garza Leal.
El Lic. Maldonado tenía como costumbre -al final de cada función- llamar a escena a todos, sí a todos los traspuntes que habían hecho posible que el público disfrutara del espectáculo y que también habían hecho posible que los protagonistas tuvieran todo a la mano para ejecutar sus papeles.
Y sucedía entonces que con el mismo fervor con que el público aplaudía a los protagonistas, lo hacía también con los traspuntes, que todos vestidos de negro -mujeres y hombres- agradecían con las mismas caravanas que lo hacían los actores, los músicos, los artistas.
Bueno, pues todo esto se me vino a la cabeza cuando el “traspunte” que la hizo de guía en mi recorrido por el Palacio Nacional, me despidió por una de las puertas laterales de donde despacha el presidente López Obrador.
Y al verlo en su impecable -pero bien barato- traje gris Oxford, camisa blanca de cuellos y puños desteñidos de tanta lavada, y corbata roja, porque color morena no había encontrado, lo vi todo vestido de negro, como los traspuntes del Lic. Maldonado.
Y llevado por la confianza, le dije: “¿No es éste un mundo de locos en el que te mueves?”, y me respondió con un lacónico y melancólico: “Sí, pero necesito el trabajo”.
Y fue ahí donde pensé en la anécdota con que inicié éste artículo: Mi hermano cree que es una gallina, pero no puedo internarlo porque… necesito los huevos.
CAJÓN DE SASTRE
“¿No nos estará pasando lo mismo con el gobierno de la 4T?”, se preguntó la irreverente de mi Gaby…. y me quedé igual que mi bisabuelo el mudo: Sin palabras…