Isabel II rejuvenece en "The Crown", la gran apuesta de Netflix
"The Crown" es una ambiciosa serie; no sólo por tratarse de una gran producción -según los medios, la más cara de la empresa hasta la fecha, con un presupuesto de 100 mdl- sino porque Isabel II sigue siendo muy celosa de su vida privada.
Isabel II de Inglaterra es famosa por sus trajes de falda y chaqueta, sus conjuntados sombreros y un rostro impertérrito. Hace más de 60 años que la reina es toda una institución, un símbolo y un pilar de estabilidad en el a menudo convulso Reino Unido. Pero sus sentimientos los guarda bajo llave. ¿Quién es realmente Elizabeth Windsor?
A esta pregunta intenta responder la nueva serie "The Crown", la producción más ambiciosa de Netflix hasta la fecha que se estrena mundialmente mañana. A lo largo de los 10 capítulos que conforman la primera temporada, la cadena de contenidos en streaming escudriña tras los muros del palacio de Buckingham para retratar los primeros años de la monarca y el peso de la corona entre escándalos familiares y crisis políticas.
La de "The Crown" es una de esas historias que probablemente a Isabel II no le guste que se airee. Una historia personal en la que la joven Elizabeth (encarnada por Claire Foy) pierde en 1952 a su querido padre, el rey Jorge VI, sin que apenas le dejen tiempo para llorarle. Con 25 años asciende al trono británico saturada de obligaciones y rodeada de viejos caballeros que le dicen lo que debe hacer. Su primera etapa en el trono se convierte en una batalla entre sus deberes como reina y su deseo, como Elizabeth Windsor, de ser dueña de su propia vida.
Los primeros daños colaterales de esa lucha se dejan ver en su aún joven matrimonio con el príncipe Felipe (a quien da vida Matt Smith). "¿Eres mi mujer o mi reina?", le espeta cuando antes de la ceremonia de coronación, ambos discuten sobre si Felipe se arrodillará ante ella, como manda la tradición. "Soy ambas cosas", responde Elizabeth con frialdad. Con escenas como ésta, "The Crown" se adentra en los asuntos de alcoba, en el dolor, las disputas, las luchas de poder y la soledad del trono.
La serie resulta ambiciosa incluso para una compañía como Netflix, líder mundial en contenidos online. Y no sólo por tratarse de una gran producción -según los medios, la más cara de la empresa hasta la fecha, con un presupuesto de 100 millones de libras- sino porque Isabel II sigue siendo muy celosa de su vida privada.
Los reyes y reinas británicas siempre han causado admiración y, con ello, se convirtieron también en fuente de inspiración para cineastas. Tanto la "Elizabeth" de Cate Blanchett como la historia del tartamudo Jorge VI en "El discurso del rey" cosecharon buenas cifras en taquilla, sin olvidar la popularidad de series de televisión como "Los Tudor". Pero sin duda, el tabú de encarnar a Isabel II en la gran pantalla lo rompió Helen Mirren con su aplaudida interpretación en "La reina" (2006), de Stephen Frears.
Con todo, hasta la fecha no había habido una aproximación tan personal a la figura de Isabel II como la que presenta ahora "The Crown". Y para tan arriesgada empresa Netflix ha fichado a valores seguros como el guionista Peter Morgan, autor entre otros del libreto de "La reina", y al cineasta Stephen Daldry, tres veces nominado al Oscar por "Billy Elliot", "Las horas" y "El lector".
Seguramente, entre quienes vayan a disfrutar más de "The Crown" figuran los fans de la exitosa serie británica "Downton Abbey". Y es que aunque sus diálogos no puedan competir con el sutil humor de Downton, el cuidado vestuario, sus impresionantes localizaciones -del palacio de Buckingham a Escocia o Kenia- y sus fascinantes historias probablemente no desmerezcan. La serie transmite además esa sensación que dominaba en la turbulenta posguerra, en la que el imperio británico se desmoronaba y Londres debía reubicarse en el panorama mundial.
Pese a no ser demasiado conocida a nivel internacional, Claire Foy convence en la difícil tarea de encarnar a esta monarca dividida entre sus obligaciones y sus anhelos de libertad. El veterano de Hollywood John Lithgow aporta la gravedad necesaria en el papel del primer ministro sir Winston Churchill, que marcó profundamente los primeros años de la monarca. Su consejo a la joven reina de no mostrar nunca en público quién es la verdadera Elizabeth Windsor ni lo pesada que es la carga de la corona es una de las escenas clave.
"The Crown" muestra el lado humano de los "royals", incluso hasta la envidia que la reina siente por su hermana, la princesa Margarita, y sus escapadas fiesteras. Pero no obstante, la familia real es tratada con respeto, como si fuera un espejo de ese Reino Unido cuya prensa amarillista se frota las manos con los escándalos palaciegos y el pueblo critica a menudo la institución, pero en última instancia quiere a su monarca.
Netflix confía tanto en el éxito de "The Crown" que ya tiene previsto que a esta primera temporada le sigan otras cinco más, a fin de retratar la vida de la reina hasta la actualidad. Lo que probablemente nunca se sabrá es qué opinará Isabel II de la serie. Mostrar sus sentimientos en público nunca estuvo ni seguramente esté entre sus planes.