Jurassic World: Fallen Kingdom; los dinosaurios sin encanto
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Una innecesaria secuela llena de diversión genérica, esta cinta es una mejora para la franquicia, aunque no significa mucho al final
Calificación: 7 de diez
Es gracioso cuando los villanos en este tipo de películas son empresarios que sólo buscan dinero. Irónicamente son personas muy similares los responsables de “Jurassic World: El Reino Caído” (“Jurassic World: Fallen Kingdom”). Como en una escena de esta película, ellos ven con alegría el dinero que han ganado en una pantalla, mientras nosotros les aventamos billetes ante cada dinosaurio que nos muestran. Después de “Jurassic World” (2015), ¿qué más se puede esperar? Además, tras las dos malísimas primeras secuelas creo que debemos entender, de una vez por todas, que la magia de “Jurassic Park” (1993) ya no se va a recuperar jamás. Esta nueva historia se siente como un producto innecesario, aunque hay distintas escenas individuales que buscaban hacer una buena película. El esfuerzo la pone ligeramente por encima de su predecesora, si bien no entrega mucho más de lo que podemos esperar de un filme de dinosaurios.
La cinta cuenta sobre un montón de dinos que comen humanos, aunque algunos otros sí son buenos. Pero eso ya lo sabía, siendo más específico, el volcán de Isla Nublar, donde estaba el Parque Jurásico y posteriormente Mundo Jurásico, está a punto de hacer erupción. Destruidos ambos parques, los dinosaurios que ahora habitan este lugar están en peligro de extinguirse por segunda vez. El dilema: ¿Los salvamos o dejamos que la madre naturaleza siga su curso? Un grupo de empresarios supuestamente ayudan a los ambientalistas con la idea de sacar a las creaturas prehistóricas y llevarlas a que sean libres y felices en otra isla. Para lograrlo invitan a Owen Grady (Chris Pratt) y Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) de “Jurassic World”, extrabajadores del lugar, expertos en el tema y con acceso a ciertas cosas. El problema es que quizá los que están detrás de todo tienen otros objetivos.
Hay un cierto límite ante las cosas que se puede esperar de una película de dinosaurios. Con “Jurassic Park”, Steven Spielberg consiguió un milagro fílmico, visualmente revolucionario, con personajes carismáticos, música espectacular y un encanto y cuidado tan sólidos que la convirtieron en un clásico del séptimo arte. Una hazaña que ni él mismo logró emular dirigiendo su segunda parte, “The Lost World” (1997). ¡Ni el maestro del blockbuster pudo hacer una buena secuela de esto! ¿Qué le piden al pobre J. A. Bayona, director de la nueva película? El español encargado de “El Orfanato” (2007), “The Impossible” (2012) y “A Monster Calls” (2016), asume el mando ahora, con guion de Derek Connolly y Colin Trevorrow, este último director también de la anterior. Este hombre no es un mal director, pero tampoco es ningún experto en este tipo de cintas, donde los efectos especiales y la acción desmedida son protagonistas por encima de los humanos.
Por todo lo anterior, creo que no odié “El Reino Caído”, la cual tiene tan poco sentido y cuidado que no tengo ni la más remota idea de por qué le pusieron ese nombre. “Jurassic Park” fue como ver dinosaurios reales, “un milagro”, en palabras de un personaje de esta secuela. Ahorita ya hemos visto de todo, robots gigantes, monstruos de todo tipo, alienígenas, naves espaciales, los efectos por computadora se hacen con una mano, casi en automático. Imagino a los animadores en pleno 2018 presionando unos dos botones para que la computadora haga todo (o la mayoría) por ellos. Una cinta como esta, desafortunadamente, cae dentro del gran saco de blockbusters anuales, no hay otra manera de decirlo. Son dinosaurios correteando gente, esa es la realidad.
En otras palabras, aquí aplica el clásico: ¿pues qué más se puede esperar? La reacción natural para no aborrecer “El Reino Caído” también radica en un importante consejo: Mantener las expectativas al mínimo. Yo pensé que iba a ser muy mala y pues no era para tanto. Hay un par de buenas secuencias de suspenso: la escena de apertura, cuando todos corren del volcán en erupción y cuando le sacan sangre al tiranosaurio. No, las antes mencionadas no son ninguna maravilla, pero tampoco son pésimas, cumplen con el propósito clave de “humanos escondiéndose de creaturas del pasado”. En este sentido, creo que es un acierto mantener al mínimo el clímax, es decir, que la explosión (literal) de efectos especiales sea al principio y al final lidiemos con escenas más bien silenciosas y de suspenso, por así decirlo.
Hay un ligero intento por hacer una buena película, pero no se tiene ni los elementos ni la motivación suficientes. Primero, una cinta de este tipo, como ya dije, supone un sinfín de limitantes; segundo, nadie pidió una secuela y esta saga ya se siente cansada, sólo es para hacer dinero. No se puede hacer mucho con eso, pero Bayona lo intenta. Creo que es una película divertida que cumple con lo poco que promete, aunque sea de forma mediocre: dinosaurios mochando partes humanas (o comiéndolos enteros), gruñendo y viéndose épicos. ¿Qué más quiere? Y sí, bueno, hay un horrible sentimiento de que nada importa (lo cual a veces funciona en escenas graciosas) y referencias estúpidas e innecesarias como un breve cameo del actor Jeff Goldblum (quien vuelve como el Dr. Ian Malcolm).
En resumidas cuentas: este es el tipo de basura palomera que promete y nada más. Nadie espera nada de estas películas, así que cualquier esfuerzo mínimo pasa por entretenido. Tal vez estoy dándole mucho más mérito del que merece, pero al terminar no me dejó un sentimiento de frustración, sino más bien de indiferencia. Pero no de la que se parece mucho al aburrimiento, no. Pase un rato entretenido y ya, es algo que voy a olvidar pronto, como me ocurrió con las últimas tres películas de este mundo.
El dato
Director: J. A. Bayona
Elenco: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Rafe Spall, Justice Smith, Daniella Pineda, James Cromwell, Toby Jones, Ted Levine.
Género: Acción / Aventuras
Clasificación: B
Duración: 128 minutos