Niños comen alimentos contaminados en Chernobyl

Internacional
/ 25 abril 2016

El Instituto de Radiología Agraria de Ucrania dice que los controles más recientes en esa zona indican que los niveles de radiación de las nueces, hongos y frutos secos silvestres son de dos a cinco veces más altos que lo que se considera seguro.

Viktoria Vetrova sabe el riesgo que corren sus cuatro hijos al tomar leche de las dos vacas que tiene la familia y comer hongos y frutos silvestres.

Pero el gobierno ucraniano, que enfrenta una situación económica muy dura, suspendió los almuerzos de 35,000 niños en las escuelas el año pasado que eran el único alimento no contaminado disponible en este pueblo cerca de Chernobyl. Es así que las familias de la zona consumen leche y cultivos de una tierra todavía contaminada por el accidente nuclear más grave de la historia, ocurrido hace tres décadas. El hijo de ocho años de Vetrova, Bogdan, tiene una tiroides más grande que lo normal, que ha sido atribuida a la radiactividad.

"Sabemos de los peligros, pero ¿qué podemos hacer?", pregunta Vetrova en la cocina de su casa. "Es la única forma en que podemos sobrevivir".

Miles de familias como la de Vetrova enfrentan los efectos de la radiación y los problemas que padece la economía de Ucrania.

Tras la explosión del 26 de abril de 1986, se establecieron cuatro zonas particularmente afectadas. Los residentes de tres de ellas fueron evacuados o se reubicaron por su propia voluntad. Pero en el pueblo de Zalyshany, 53 kilómetros (32 millas) al sudoeste del reactor, se encuentra en la cuarta zona, que no sufrió tanta contaminación como para que sus habitantes fuesen reubicados, aunque los residentes pueden recibir subsidios para hacer frente a los trastornos de salud que puedan surgir.

El Instituto de Radiología Agraria de Ucrania dice que los controles más recientes en esa zona indican que los niveles de radiación de las nueces, hongos y frutos secos silvestres son de dos a cinco veces más altos que lo que se considera seguro.

La economía ucraniana, no obstante, ha sido muy golpeada por una guerra separatista en la región industrial del este, la corrupción y la pérdida de Crimea, que fue anexada por Rusia. Y el año pasado el gobierno dejó de ofrecer almuerzos gratis en las escuelas de la zona 4. No hay cifras oficiales, pero un almuerzo del equivalente a 80 centavos de dólar representaría un gasto de 50 millones de dólares anuales.

"Las comidas calientes en las escuelas eran los únicos alimentos limpios, sin radiación, para los chicos", afirmó la maestra Natalya Stepanchuk. "Ahora tienen que comer los alimentos de la zona, sobre los que no hay control alguno".

El gobierno dejó de hacer controles de los alimentos de la zona 4 en el 2012. Y también suspendió un programa por el que se suministraba a los campesinos ferocin, una sustancia que aceleraba la eliminación del isótopo cesio 137. Sin esa ayuda financiera, los ganaderos no están dispuestos a comprar esa sustancia.

"El gobierno gasta fortunas en atender a la población de la zona, pero no puede asignar un poco de dinero para la prevención", se lamentó Valery Kashparov, director del Instituto de Radiología Agraria. "No me atrevo a ver a la gente a los ojos".

El gobierno dice que tiene muchas limitaciones y se ve obligado a fijar prioridades.

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"¿Qué es mejor: darle dinero a la gente con problemas por la radiación y salvarla, o repartir el dinero y darles a cada uno cuatro hryvnias (15 centavos de dólar)?", preguntó Vitaly Petruk, quien administra los fondos asignados a las "zonas de exclusión" próximas a Chernobyl. "La idea es enfocarse en ciertas cosas y no malgastar el dinero".

Así las cosas, mucha gente en este pueblo de 350 habitantes no puede comer alimentos totalmente seguros. Y hay unos 1.300 asentamientos de este tipo en la zona, en los que se han suspendido los almuerzos en las escuelas. E incluso en los sitios donde siguen esos almuerzos, cuando van a sus casas los chicos comen alimentos que podrían estar contaminados.

La madre de Olesya Petrova, de nueve años, padece cáncer y no puede trabajar. Olesya espera la llegada del verano para buscar frutos secos y otros alimentos en el bosque.

Mientras tanto, espera que algún compañero le dé un sándwich. Pero eso no es muy común en una región con tantos problemas económicos.

Los jardines de infantes siguen ofreciendo almuerzos y la cocinera del jardín de Zalyshany, Lyubov Shevchuk, a veces trata de darles algo a los alumnos de la escuela primaria.

"Los chicos se desmayan. Trato de darles al menos un té caliente o de sacarle algo a un niño para dárselo a otro", admitió.

El impacto de la radiación a 30 años del accidente no está claro. Ausrele Kesminiene, médico de la Organización Mundial de la Salud, dice que no hay mucha evidencia de que alimentos contaminados por la radiación causen cáncer, con excepción del de tiroides.

Pero un estudio difundido en marzo por Greenpeace afirma que los niños de áreas contaminadas como Zalyshany tienen una capacidad respiratoria muy inferior a la normal. Otro estudio financiado por la Unión Europea señala que se detectaron problemas cardiovasculares en el 81% de los niños de la zona.

Yuri Bandazhevsky, pediatra que ha estudiado el efecto de pequeñas dosis de radiación en el cuerpo humano, dice que hay "procesos patológicos muy serios" que pueden provocar defectos en el sistema cardiovascular y cáncer.

"Lamento tener que decir que a nadie la importa esto. Estos chicos hambrientos son otra prueba de cómo tratan las autoridades a una población que sufre mucho en estos territorios", declaró.

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