Real Madrid ruega por una remontada épica
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La última remontada ocurrió en 1987 ante el Estrella Roja de Belgrado, ante el que los blancos dieron vuelta a un 4-2 adverso de la ida con los goles de Manolo Sanchís y Emilio Butragueño.
El ciclotímico Real Madrid comenzó ya a apelar al espíritu de las remontadas en el Santiago Bernabéu para superar los cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Wolfsburgo, pero los hitos que evoca son en realidad el del siglo pasado, pues hace 29 años que no voltea una eliminatoria de la Copa de Europa.
Entonces, ni siquiera existía la Liga de Campeones, como hoy se conoce a la máxima competición continental. La última remontada ocurrió en 1987 ante el Estrella Roja de Belgrado, ante el que los blancos dieron vuelta a un 4-2 adverso de la ida con los goles de Manolo Sanchís y Emilio Butragueño.
Ahora el Real Madrid tiene un resultado peor que aquel tras caer contra todo pronóstico por 2-0 en el campo del Wolfsburgo, un equipo que nunca había entrado en los cuartos de final de la Liga de Campeones y que aparece como octavo clasificado de la Bundesliga a 32 puntos de distancia del Bayern Múnich.
Por supuesto, la talla mediana del conjunto alemán permite pensar en la remontada como un asunto factible, pero la confianza se ve rebajada notablemente por la propia inestabilidad del Real Madrid, un equipo que en estos momentos es una moneda al aire. Si el sábado fue capaz de ganar 2-1 en el campo del Barcelona, cuatro días después recuperó su peor versión para caer en Wolfsburgo.
Naturalmente, las críticas de la prensa fueron hoy despiadadas. "Fue el Real Madrid roto y confundido que tanto había decepcionado esta temporada. Fracasó en todas las zonas del campo y permitió dos goles en la primera media hora. Dispuso de una hora para recuperarse y reaccionar, para enviar un mensaje de autoridad, pero no lo hizo", opinó "Marca". Para "As", "este Madrid es un tango: hoy un juramento, mañana una traición".
Tampoco el entrenador blanco, Zinedine Zidane, eludió la responsabilidad de la derrota: "No empezamos con la intensidad necesaria en un partido de Champions y ellos en cambio sí".
Ahora el Real Madrid se encomienda a una de esas remontadas que ayudaron a forjar una leyenda que, sin embargo, permanece hoy lejana. Vista la pobre actuación en Wolfsburgo, ni siquiera los jugadores ponen demasiado énfasis en pedir el apoyo de una hinchada que parece cansada de tantas decepciones esta temporada.
El capitán del Real Madrid, Sergio Ramos, fue el futbolista que más se aproximó a algo parecido a una arenga: "Oír rugir al Bernabéu impone y más que nunca es necesario".
Efectivamente, el conjunto de Zidane experimentará el próximo martes todo un ejercicio de necesidad, pues se juega la temporada. Distanciado en siete puntos del Barcelona en la Liga española y eliminado prematuramente por alineación indebida en la Copa del Rey, sólo le queda la Liga de Campeones para intentar salvar una segunda campaña sin títulos importantes, algo difícil de asimilar en un club con un presupuesto cercano a los 600 millones de euros (680 millones de dólares).
El encuentro ante el Wolfsburgo será dramático, pues nadie en el club desea asistir a la pesadilla que sería quedar eliminado en su propio estadio. Comenzando por su presidente, Florentino Pérez, que sufre sin disimulo cada vez que oye gritos de "dimisión".
Tampoco será un partido sencillo para Zidane ni para jugadores señalados por la hinchada del Real Madrid por su bajo rendimiento, como son los casos de Danilo, Ramos, Toni Kroos, James Rodríguez o Isco.
En aguas tan turbulentas prepara el Real Madrid un nuevo intento de remontada, el deseo -o más bien necesidad- de rememorar hitos del siglo pasado.