Boleros, tapiceros y reparadores de zapatos, oficios en peligro de extinción en Saltillo
Los oficios se mantienen en el Centro Histórico, aunque cada vez con menos personas reportando pérdidas de hasta el 50 por ciento respecto a lo que ganaban en otros años
El aumento en los precios de los materiales, el cambio en los hábitos de vestimenta y la pérdida de la costumbre de la reparación son solo algunos de los factores que distintos trabajadores han mencionado para que sus oficios estén en peligro de extinción.
Ángel Sifuentes mantiene un negocio de reparación de zapatos sobre la calle Manuel Pérez Treviño, entre Bravo e Hidalgo en el Centro Histórico de Saltillo.
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Contó en entrevista para VANGUARDIA que es originario de León, Guanajuato, donde aprendió la habilidad de reparar calzado, por lo que desde hace más de 30 años colocó su negocio en Saltillo.
Detalló que el hecho de que las personas utilizan cada vez más tenis “a morir” es el principal factor por el cual han bajado las ventas de su negocio.
Ángel narró que ha conocido varios colegas que han cerrado sus establecimientos de reparación “y se tienen que ir a trabajar a las fábricas. Ni hablar de la pandemia, no hubo para dónde correr, acabó con muchos oficios”.
Añadió que son más mujeres que hombres las que acuden a su local para reparar zapatos, aunque la mayoría son personas de la tercera edad.
Sepúlveda también declaró que ante la baja afluencia de personas que se bolean los zapatos, a él le dejaron de comprar productos como brochas y cremas.
“Por la edad de uno, ya no puedes trabajar en otro lado, no queda de otra mas que atorarle. Yo creo que quitándome yo, se acabó”, puntualizó Sifuentes.
Por su parte, Jorge es bolero y declaró que a partir de la pandemia sus ganancias cayeron prácticamente un 50 por ciento.
“Antes cobrábamos 12.50 y en un sábado al mediodía ya llevabas 600 pesos. Para las 6 de la tarde ya habías sacado tus mil 400 o mil 600 pesos. Hoy no, si te llevas 600 pesos es mucho”, detalló.
Agregó que de viernes a lunes son los días que mejor le va en el negocio, además de que las obras de Paseo Capital les afectaron pues antes se distribuían a lo largo de la calle Padre Flores y ahora están amontonados entre Aldama y Pérez Treviño.
Jorge mencionó que “es muy raro” que las personas jóvenes lleguen a su negocio para bolearse los zapatos “a menos que tengan una boda un quince años”.
“Ya no es como otros tiempos que la gente se boleaba para andar limpio de pies a cabeza, ahorita ya no”, declaró el bolero.
Por su parte, Jesús López tiene una tapicería en la calle de Guillermo Prieto y declaró que aunque en Saltillo todavía se tiene la cultura de la reparación, también ha visto que otros colegas dejan el oficio.
Añadió que los materiales y muebles baratos, principalmente provenientes de China, afectan su negocio pues dejan sus precios prácticamente a la par de los productos nuevos.
Contó en entrevista para VANGUARDIA que al ser un material proveniente directo del petróleo, el precio el hule espuma, material vital para su trabajo, fluctúa de manera constante y considerable.
“Uno siempre lo compra por ejemplo en 100 pesos y al otro día llegamos y ya cuesta 130 o 120, así sin avisar”, detalló López Coronado.
REPARACIÓN DE NIÑOS DIOS SE MANTIENE
En contraparte con otros oficios, Rafael Palomo, quien tiene un negocios de reparación de niños Dios y figuras religiosas en el mercado Juárez, declaró que este año ha sido uno de los mejores.
Atribuyó a la pandemia el hecho de que en años anteriores no hubo tanta afluencia, aunque por ello este 2023 la gente “sí salió”.
Al entrevistarlo el pasado viernes 21 de abril, contó que tan solo ese día le habían encargado tres trabajos, pues las personas mantienen cariño por las figuras religiosas.
No obstante, reconoció que se ha enterado de personas que al fallecer sus familiares, no continúan la tradición o incluso “se cambian de religión”.
Palomo pronosticó que este año y el próximo serán positivos para su negocio.
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