En el año de Francisco Villa, ¿elogia México a un héroe o encubre a un matón?
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Si una figura le da cuerpo a la frase de que en la historia no hay hechos, solo interpretaciones, es la de Francisco Villa.
Mientras que para historiadores encuadrados en la visión de Paco Ignacio Taibo II, Villa es un héroe revolucionario que cometió deslices; otros como Héctor Aguilar Camín lo señalan como un hombre sanguinario y siniestro.
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Al describir al personaje histórico, cuenta mucho la cercanía con el biografiado y la distancia en el tiempo, como pasó con Martín Luis Guzmán, quien tocó los dos extremos.
Primero en “El Águila y la Serpiente”, donde describe a Villa como un animal impredecible y violento y del que cuenta cómo durante un viaje, sospechando que lo engañaba, lo tomó de las solapas para cuestionarlo. Guzmán Franco recuerda que vio: “pasar la muerte por sus dos ojos”.
Ya en su etapa de madurez, Villa dejó de ser el animal mortífero que Martín Luis Guzmán conoció entre 1913 y 1915, y se volvió el símbolo de la grandeza revolucionaria que inventó con sus “Memorias de Pancho Villa” en 1940, ya con 23 años muerto, que fue consagrado en 1969, y al que el Gobierno de López Obrador le dedicó este 2023 como su año.
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Atendiendo a documentos oficiales, fue en la cabecera del municipio de Durango, no de Querétaro, donde Francisco Villa nació el 5 de junio de 1878 con el nombre de Doroteo, y en donde desde joven inició con sus correrías que bordeaban siempre la ley.
Buena parte de lo que se sabe salió de la propia boca de Francisco Villa, aunque hay documentos y testigos que se pueden consultar.
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Queda claro que fue fugitivo de la justicia por dispararle, cuando era adolescente, a un hombre poderoso que abusó de su hermana. También que se dedicó a asaltar caminos, siendo un bandolero hecho y derecho y que aunque estuvo preso, con algo de suerte acabó libre y en poco tiempo metido de lleno en la Revolución.
Ya dentro del movimiento armado, lo que hizo se fue contando según el interés del biógrafo, como Taibo II, que noveló romantizando para reivindicar al hombre que mejor encarna lo que para él es un revolucionario.
En una entrevista dijo que la reivindicación de Villa “va a permitir poner sobre el terreno qué era y qué es la insurgencia popular”, para enseguida elogiar cómo en sus 50 días como gobernador de Chihuahua creó 50 escuelas, sorteando el laberinto burocrático y resolviendo todo por la vía del hecho. “Soy descaradamente villista de corazón”, dijo el historiador, quien dejó entrever la necesidad que el Gobierno de López Obrador camine los mismos rumbos de Villa para concretar sus obras.
EL HISTORIADOR ANTI CAUDILLO
En el otro extremo está Héctor Aguilar Camín, para quien Villa es “un matón, psicópata”, esto después de que el Senado declarará al 2023 como el año de Villa.
“No hay un personaje consagrado en la memoria oficial y popular de México que sea el tamaño de matón, de psicópata y homicida como lo fue Francisco Villa.
“Yo sé que esto que estoy diciendo es algo muy impopular y al mismo tiempo es algo que está comprobado página por página”, dijo el historiador.
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Señaló que el nombramiento, para él, representaba un trauma como historiador y como ciudadano, puesto que se trata “del único personaje del que se tienen múltiples pruebas y evidencias de que era un matón por su propia mano; un matón cruel, iracundo y despiadado”, hecho que no tenía relación con la violencia presentada e inevitable que se registra durante una guerra.
Para sustentar su argumento citó la biografía escrita por Friedrich Katz, que da a conocer cómo Villa mandó a matar soldaderas y detalla cómo fue que personalmente mató a miles de personas sin razón.
Al mismo tiempo, refirió el libro de Reidezel Mendoza titulado “Los crímenes de Francisco Villa”, en cual el autor plasmó los testimonio de los familiares y conocidos de personas que fueron víctimas de asesinatos, violaciones y otras atrocidades llevadas a cabo por el General o alguno de sus lugartenientes.
En dichos escritos, se trataron las muertes de alrededor de mil 500 personas, por ejemplo, ancianas, pueblos enteros o los fusilamientos de soldaderas que le suplicaban piedad al general por la vida de sus maridos.
La nieta de Francisco Villa, la historiadora Guadalupe Villa, lejos de justificar los crímenes y episodios negativos atribuidos al general, recomienda no juzgar lo sucedido hace más de un siglo con una mirada actual y tener siempre presente el contexto.