¿Estás listo? Los propósitos que no cumplimos este año pueden ser la clave para lograr los del siguiente

Coahuila
/ 31 diciembre 2025

Lejos de empezar el año con una lista de promesas nuevas, especialistas coinciden en que revisar los propósitos incumplidos y entender por qué no se lograron puede ser la base para establecer metas más realistas y sostenibles en el 2026

El 31 de diciembre suele vivirse como un punto de partida inmediato: una fecha cargada de expectativas en la que abundan las listas de propósitos y las promesas de cambio radical. Sin embargo, cada vez más voces coinciden en que la verdadera oportunidad del último día del año no está en empezar de nuevo, sino en entender lo que ya ocurrió.

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Estar conscientes de lo que hicimos —y de lo que no hicimos— durante el año que termina permite construir una base más sólida para el que comienza. No se trata de un ejercicio de reproche, sino de una lectura honesta del propio recorrido. Identificar por qué ciertos objetivos se cumplieron y otros quedaron en el camino ayuda a reconocer hábitos, rutinas, cargas de trabajo, prioridades reales y límites personales que muchas veces se ignoran al formular propósitos desde el entusiasmo.

Diversos estudios en psicología conductual señalan que los propósitos de Año Nuevo suelen fracasar porque nacen de una visión idealizada de uno mismo y no de la experiencia concreta. Se promete hacer ejercicio todos los días, ahorrar grandes cantidades o cambiar por completo la alimentación, sin considerar los obstáculos que ya se presentaron durante el año: falta de tiempo, cansancio, presiones económicas o desgaste emocional. Sin conciencia, el propósito se repite; con conciencia, se ajusta.

El cierre de año ofrece, además, un espacio para reconocer logros que suelen minimizarse. Sobrevivir a meses complicados, mantener un empleo, sostener relaciones importantes o simplemente resistir un periodo difícil también son avances. Darles valor reduce la culpa y evita iniciar el nuevo año desde la sensación de fracaso, un factor que frecuentemente sabotea cualquier intento de cambio.

Ser conscientes también implica aceptar lo que no se hizo y entender por qué. Tal vez no faltó disciplina, sino condiciones. Tal vez no fue desinterés, sino agotamiento. Esta comprensión permite replantear metas más pequeñas, alcanzables y alineadas con la realidad cotidiana. Un propósito ajustado a la experiencia tiene más probabilidades de cumplirse que uno construido desde la presión social o el ideal del “año nuevo, vida nueva”.

En ese sentido, el 31 de diciembre se convierte en un punto de transición más que de ruptura. No exige borrar el pasado, sino aprender de él. Cuando las metas del 2026 surgen de esa reflexión —y no de la culpa ni de la euforia— dejan de ser una lista de deseos para convertirse en decisiones conscientes.

Así, el último día del año deja una enseñanza clave: entender el año que se va es, muchas veces, la mejor forma de cumplir los propósitos del año que llega.

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Editora Web y de Mesa Regional en VANGUARDIA. Cuenta con más de 15 años de experiencia en medios impresos como correctora y editora. Es psicóloga por la Universidad Autónoma de Coahuila y cuenta con diplomados en periodismo por la UNAM y la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (ahora fundación Gabo). Entre sus intereses destacan la política local y nacional, la literatura, el internet, el rock y los medios.

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