Joaquín Sabina, su concierto gratuito y la cena que pagó en Saltillo
Y les dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres... hasta que llegó la hora de pagar la cuenta
No fue en un pueblo con mar, pero sí una noche después de un concierto. Tampoco ocurrió un robo en abril y todo lo que pasó el 28 de febrero del 2001 fue consensuado.
Joaquín Sabina se presentó ante unos tres mil asistentes en el Centro de Convenciones de Saltillo, todos ellos con entradas gratuitas.
La velada formó parte del programa “Conciertos Populares”, a cargo del recién instaurado Instituto Municipal de Cultura dirigido por Pedro Moreno, en la alcaldía de Óscar Pimentel.
El objetivo, dice Pedro, era acercar a los saltillenses a lo mejor de la canción popular. Al mismo tiempo, animar los paseos por el Centro Histórico.
Por eso los conciertos se realizaban en Plaza de Armas, aunque con Sabina fue la excepción. No por obligación, si no por recomendación ante la experiencia audiovisual ofrecida.
PASÁNDOLO BIEN
En el concierto sobraron los motivos para corear a Sabina. Abrieron “Rosa de Lima” y “Medias Negras”.
Le siguieron: “Tan joven y tan viejo”; “Calle melancolía”; “Y sin embargo te quiero” y “Donde habita el olvido”.
Al fondo, la escenografía prometida con una pantalla que reproducía imágenes para acompañar cada una de las letras.
“Es una suerte que algunas municipalidades consideren que la canción todavía es un derecho público y gratis”, dijo Sabina durante el evento.
Los organizadores sabían, entre otras razones, los motivantes de aquel guiño. Primero el cambio de sede, luego resolver complicaciones técnicas y de logística para el arranque del evento.
El reconocimiento no acabó ahí. El cantante se refirió a los músicos muy a su estilo mordaz. “Ellos tienen más talento que yo, pero el mercado es el mercado... yo no tengo la culpa”.
Si después del concierto Sabina se puso a buscar una cara entre la gente, es algo que solo él sabe.
TE PUEDE INTERESAR: ¿Alguien se acordó de mi cumpleaños?: Ciudad Deportiva de Saltillo
PAGANDO LAS CUENTAS
Cuando René y Pedro platicaron, el representante le dijo al director municipal de cultura que se evitara un plantón y que no organizara una cena post concierto.
Según los ánimos, Sabina podía querer estar en su habitación de hotel, salir solo, charlar con su guitarrista Pancho Varona o cenar acompañado.
“Le hicimos caso y no preparamos nada”, comenta Pedro entre sonrisas, más en tono de quien advierte venir de una anécdota memorable, que de alguien que se lamenta.
Al término del concierto Pedro se acercó a Joaquín para saludarlo. Pero como si el destino quisiera jugar una broma macabra, Sabina le preguntó: “¿a dónde vamos a ir a cenar?”
El director cultural pensó en un sitio tradicional, uno donde el cabrito es garantía: El Mesón Principal, en bulevar Venustiano Carranza.
“Bueno, pero va tu equipo y el mío”, agregó el músico. Esa respuesta ya abarcaba a unas 35 personas.
Al centro de la mesa se pidieron carnes y ensaladas. Las bebidas acompañaron la conversación que evidenció la alegría del grupo ante el éxito del concierto.
Y mientras Sabina autografiaba cuanta cosa le ponían enfrente sus fans, a Pedro le preocupaba una sola cosa: el costo de la cena.
Los clientes del restaurante uno a uno se fueron marchando. Y les dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres... hasta que llegó la hora de pagar la cuenta.
Llegó el ticket, Pedro tragó saliva y se animó a ver. El total rondaba los 35 mil pesos. Casi mil por cabeza.
Sabina le quitó la cuenta de la mano, seguido de un: “yo pago”. Su argumento fue que él había invitado. Lo cual era cierto... por una parte.
En ese punto Pedro le contestó que había sido un acuerdo ir todos juntos. No hubo forma de que cambiara de opinión, ni proponiéndole irse a “michas”.
El español le pidió la tarjeta dorada a Jimena, su asistente. Sin titubeos, pidió sumarle a la cuenta el 20 por ciento de propina.
TE PUEDE INTERESAR: Cuando los voladores se lanzaron a la muerte en la Feria de Saltillo
Se sabe que Joaquín no quiere juntar para mañana, que nunca supo llegar a fin de mes, pero que también paga al contado.
La primera vez que Joaquín Ramón Martínez Sabina visitó esta ciudad tenía 54 años. Hoy, a sus 74, dice estar curado de espantos por viejo y por diablo.
Quizá por eso este año va “Contra todo pronóstico”, conciertos para los que las entradas ya están disponibles. Aunque esta ocasión, Saltillo no es parte de la gira.
COMENTARIOS