La Favorita, la escuela que entró al rescate del Sarape de Saltillo
El sarape logró salir de los museos y mercados antiguos de Saltillo para ganar terreno en los comercios locales y redes sociales, gracias a una nueva generación de tejedores que han adaptado esta prenda a artículos como aretes, collares, playeras, separadores, diademas, faldas, portavasos, caminos de mesa y hasta correa para perros.
Para abordar esta nueva etapa del sarape en Saltillo, VANGUARDIA platicó con la fundadora de la escuela La Favorita y con egresadas de esta carrera técnica con validez ante la Secretaría de Educación.
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“No había una educación formal para hacer sarape; se aprendía a nivel familiar, de generación a generación, y sí, prácticamente hace 15 años no se veía ni se hablaba del sarape”, platicó Claudia Rumayor Aguirre, la directora de la escuela.
Y es que aprender la técnica no es fácil. Los alumnos de la Escuela del Sarape La Favorita acuden de lunes a viernes, tres horas diarias y durante dos años.
Una de ellas es María Pérez, de 33 años, quien concluyó la escuela en 2021 al aprobar las 18 materias que se imparten para egresar como Artesano Obrajero de Sarapes. Actualmente busca formar un club de tejido, tiene su taller y vende llaveros, aretes, separadores para libros y Sarapets (collares para perros). También realiza la clásica prenda, aunque reconoce que no es un producto muy solicitado por el costo.
¿Crees que el sarape se vende poco entre la población porque es costoso?, se le cuestionó.
“No, yo creo que buscan llevar un recuerdo y quieren que sea algo práctico y útil, por eso adaptamos el diseño y lo convertimos en aretes, playeras, tenis, bolsas o decoración del hogar”, respondió.
Aunque María trabaja como maestra de inglés, en los últimos años ha agregado más horas de trabajo a la producción de estas prendas que vende en comercios locales del centro de Saltillo.
Para María Pérez, fue esencial ingresar a la escuela, ya que no proviene de una familia de tejedores y fue en La Favorita donde aprendió la historia, el valor cultural, la teoría del color y diseño.
También a teñir la lana con productos naturales como flores, betabel y otras frutas, así como a tejer en bastidor y en telar de pedales.
“Llegué sin saber nada, solo porque me gustaba tejer...”, dijo.
La directora Claudia Rumayor Aguirre comentó que la idea de fundar la escuela nació tras participar en un evento llamado De Cierto Oficio. Ahí se reunió con los últimos tejedores de la ciudad.
Ese evento se realizó en 2007; un año después ya se contaba con el Museo del Sarape, y otro año más tarde nace la Escuela.
La Favorita está ubicada en el centro de la ciudad. Por sus aulas han pasado 53 alumnos que lograron egresar.
Entre las egresadas también está Ana Victoria Quezada Díaz de León, de 30 años de edad. Ella ingresó a la escuela en 2018 por curiosidad.
“Mi mamá y yo ingresamos juntas porque nos llamó la atención, pero en mi familia nadie más se dedica a eso”, comentó.
Tras egresar vio limitaciones en la demanda del producto. “Como veía que no se movían las piezas grandes, empecé, como muchos, a hacer separadores, llaveros y pulseras”.
Su producto más vendido son las playeras. “Hago parches y los pongo en las playeras y gorras”.
Ana Victoria coincide en que el mercado es muy reducido. “A veces ni los turistas extranjeros los compran porque les parece más costoso”. Ante esta situación han innovado en la elaboración de nuevos productos para llamar la atención de nuevos sectores de la población.
Hoy, Victoria vende sus productos en mercados, tiendas locales, en el Museo del Sarape y la próxima semana acudirá a Original, un evento que realiza el Gobierno Federal en Los Pinos donde acuden artesanos de todo el país para realizar la venta de textiles.
Para elaborar los sarapes, los tejedores utilizan un telar que puede variar en tamaño y costo. Esa es una de las inversiones más fuertes que deben realizar para empezar en el negocio.
A manera de apoyo, la escuela cuenta con un taller de producción para que los egresados puedan realizar sus productos.
Una de las usuarias fue Alma Delia Martínez Rodríguez, a quien le ayudó para su desarrollo. Entre los productos que realiza están los portavasos, cintas para adornar sombreros y artículos de moda con adaptaciones.
“Llegué por casualidad a la escuela, pues yo no tenía ningún antecedente con el sarape ni con artesanías”.
Fue en la página de la Secretaría de Cultura que vio el anuncio y la escuela está cerca de su casa, por lo que se animó a estudiar. Hoy es una de las alumnas destacadas. Este año se integró como maestra.
“A la escuela llegan todo tipo de edades, pero si hay un porcentaje más alto de personas de 50 años o mayores”, comentó al mismo tiempo en que indicó que le gustaría que más personas se unieran. Actualmente, tienen cerca de 20 alumnos.
“El objetivo es que también se vea esto como un oficio. Actualmente tenemos alumnos menores de 30 años que han salido de artes gráficas o diseño de modas y ellos tienen una perspectiva distinta y se proponen hacer piezas no tan tradicionales”, comentó con entusiasmo.
Alma sabe que el nicho de mercado es pequeño y reconoce que la proyección internacional y la promoción del gobierno han ayudado a que crezca el mercado.
“Tampoco es que tengamos compradores en cada esquina, y creo que la gente desconoce el proceso de elaboración, los precios y es complicado vender”, agregó. Al mismo tiempo en que se muestra optimista al considerar que la suma de nuevos tejedores ayude a preservar y extender el alcance.
UNA CRECIENTE POPULARIDAD
A lo largo de 14 años, podemos ver una ola de popularidad en torno al sarape; prueba de ello son las prendas realizadas por el reconocido maestro Héctor Tamayo para el boxeador Saúl Álvarez, conocido como el Canelo.
Otro ejemplo son las prendas de diseñadores internacionales como Ricardo Seco, que en 2016, llevó el sarape a la Semana de Moda de Hombre en Nueva York. Sin embargo, esta prenda no es barata, por ejemplo un sarape de medida estándar de 60 por 1,20 metros puede costar de 4,500 a 8 mil pesos, dependiendo de los materiales.
La prenda sigue enamorando a diseñadores internacionales y turistas por la mezcla de colores que, en palabras del historiador de Saltillo, Armando Fuentes Aguirre, inmortalizan la belleza de los amaneceres y atardeceres.
“El Sarape de Saltillo toma todo el sol del mundo y todos los arcoíris, y los hace quedarse quietecitos en sus pliegues...”.
Hoy, a través de artículos de uso diario, la nueva generación de tejedores buscan unirse al legado y la lucha de los maestros tejedores de Saltillo, preservar la cultura, y bajar el Sarape de las pasarelas y museos, para llevarlos a la vida diaria de los saltillenses.