¿Lo sabías? ‘Victorear’ ya no es un verbo en Saltillo; así terminó su paso por la historia
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No hace mucho tiempo, la calle de Victoria, ubicada en el Centro Histórico de Saltillo, fue un punto de reunión para los jóvenes. Era el escenario perfecto para desfiles chuscos, romances, encuentros con amigos, disfrutar de una nieve, o todas estas actividades juntas. Se iba a “victorear”.
Cientos de jóvenes conocieron a sus esposas en esa icónica calle, vieron su primera película en el Cine Palacio con la llegada de la tecnología a la ciudad, y probaron comidas exóticas con la apertura de nuevos restaurantes que ofrecían menús no tradicionales.
En esos años, no se decía “vamos a la calle de Victoria”, sino “vamos a victorear”.
“Era victorear, que consistía en la acción de los jóvenes de caminar para encontrarse con las muchachas y muchachos de la edad, simplemente saludarse, observarse, admirarse, etcétera”, explica el historiador Carlos Recio.
Por esta calle también pasaban desfiles chuscos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro y el Ateneo Fuente.
Este festival se realizaba en mayo cerca del día 23, que celebra el Día del Estudiante. “Había camiones alegóricos... de niño recuerdo haber visto a unos muchachos de la Narro vestidos de médicos que estaban destazando un burro. Se vestían de mujeres. Se ponían globos para simular los senos”, recuerda.
También pasaban los desfiles del primero de mayo o los del 20 de noviembre.
Ir a victorear nació en lo profundo de la sociedad saltillense, no era un programa gubernamental. Fue el amor colectivo a la ciudad. Por ello, el historiador lamenta que el giro de la calle haya cambiado drásticamente. Para las nuevas generaciones, es común ver casas antiguas derribadas y convertidas en zapaterías.
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Carlos Recio reconoce que ha sido por decisión de los propietarios, pues ellos poseen el terreno, pero no son dueños de la memoria. “Y la memoria es un patrimonio intangible que pertenece a todos. Realmente ese tipo de acciones tan absurdas, basadas fundamentalmente en el provecho económico, me parecen muy poco inteligentes, con una gran incultura, un desconocimiento de la historia y una falta de respeto a la memoria de la ciudad”.
El historiador aclara que no se trata de vivir en el pasado ni de detener el crecimiento de la ciudad. Saltillo puede crecer y adaptarse a nuevas necesidades o gustos, pero no tiene por qué hacerlo mediante la destrucción.
En esta calle había edificios y casas que deleitaban la vista por su arquitectura. Por ejemplo, donde ahora son los cines Alameda estaba la casa de Anita del Bosque, madre de Don Isidro López del Bosque, conocido empresario que lideró el Grupo Industrial Saltillo.
Don Isidro era conocido por su visión humanista y de negocios que logró la consolidación de diversas empresas, dándole gran prestigio industrial a Saltillo.
Otros que habitaron en esta área fue la familia Guajardo cerca de la Alameda. “También estaba la casa de Ismael Ramos, que era considerado como el hombre más guapo de Saltillo hace tres generaciones”.
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La casa donde vivió Ramos, de valor arquitectónico, desapareció entre 1985 y 1986. Era uno de los últimos vestigios de viviendas.
El hotel Arizpe Sainz fue famoso por hospedar a celebridades como Pedro Infante o el pintor Edward Hopper. Y antes de ser hotel, en ese lugar, nació Fernando Soler.
Por ahí pasaron grandes personajes de la historia en Saltillo como Vito Alesio Robles y Julio Torri.
El Cine Palacio fue donde muchos saltillenses descubrieron el cine. “La primera película que vi fue en ese cine. Fue una caricatura. Recuerdo que era de un dragón de siete cabezas y quedé muy maravillado. También vimos películas de Cantinflas, películas como El Resplandor y otras que fueron de culto en el mundo y fue en ese cine que las vimos”.
Y a manera de escaparate social estaba el estudio de inicios de los años 20, conocido como Fotografía Sánchez. Se exhibían las fotos de los graduados, de las bodas y era común que la gente caminara y se detuviera como quien ve la sección de sociales. Se tenían a buscar a familiares, y también se enteraban cuando conocidos contraían nupcias.
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La calle Victoria era un lugar muy dinámico. “Era la calle más entrañable de Saltillo”.
El declive de la calle inició con la industrialización de la ciudad. El historiador Carlos Recio comenta que Saltillo tuvo la posibilidad de ser ciudad estudiantil como Salamanca en España, pero se enfocó en apoyar a la industria.
“Aunque las universidades han crecido, la industria es la actividad más importante y ha provocado mucha migración, y con ello la identidad histórica de Saltillo se ha transformado, y eso lo veo bien, pero siempre que se gana algo, se pierde otra cosa, y eso lo que se ha perdido: la identidad del centro”.
Recio considera que esto equivale a cortar la raíz de un árbol y eso es terrible porque perdemos la esencia.
Hoy el verbo victorear permanece en la memoria de quienes vivieron en un Saltillo donde la ciudadanía se apropiaba de las calles y les daba vida.