‘No nos morimos porque Dios no quiso nada más, ahí no iba a sobrevivir nadie’: minero de El Pinabete
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“No nos morimos porque Dios no quiso nada más, ahí no iba a sobrevivir nadie”, aseguró este jueves Héctor Javier Díaz Esquivel, sobreviviente del accidente en el pozo de carbón “El Pinabete” que mantiene atrapados los restos de 10 trabajadores mineros desde hace un año.
Eran las 13:30 horas del 3 de agosto del 2022, cuando el ingreso súbito de agua en el pozo de carbón ubicado en la villa de Agujita, municipio de San Juan de Sabinas, en la región Carbonífera del estado, se inundó. El agua atrapó a 10 trabajadores y los retrajo a la mina, otros cinco fueron expulsados.
“Se oyó un estallido de aire, fueron cuatro estallidos y llegó el agua. El agua nunca la vimos, nada más nos llegó”, recordó el carbonero. “Quedó un huequito ahí, y hubo un momento en el que solo quedó la nariz de fuera”.
Héctor hizo un esfuerzo por tomar aire y buscar la salida. “Quedé atorado de la manguera, me desatoré, y de ahí me fui sobre la manguera hasta afuera, con la pura manguera”. Cuando cruzó la entrada a las galerías, encontró más agua. “Yo pensé que no tenía agua el pozo, nada más que ya tenía como 40 metros de agua. Hasta que salimos”.
El trabajador recuerda que sus compañeros en la superficie bajaron el malacate, que sirve de elevador, pero el agua le impidió emerger. “Bajó el bote, pero el bote no alcanzó ni a despegar”, detalló.
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Una vez afuera, Héctor y otros cuatro compañeros, Alfredo Sánchez, Fidencio Basilia, Fernando Pompa y Raymundo Tijerina, fueron enviados en ambulancias a la clínica 24 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el municipio conurbado de Nueva Rosita. Ahí comenzó la tragedia para ellos como sobrevivientes.
“A los cinco que sobrevivimos nunca hubo un apoyo, ni se nos marcó para entregarnos el seguro de vida. De nosotros nunca suena nada, ni se oye nada. Desde que empezó todo, nunca nos tomaron en cuenta para nada. (Gobierno Federal) dijo que nos iban a entregar una ayuda de primero, pero no se entregó nada”.
Héctor aseguró que fueron condicionados a no dar entrevistas, y cuando el reflector ya no estaba sobre la tragedia, él y sus cuatro compañeros sobrevivientes fueron citados por la empresa. “De indemnización nos dieron 6 mil pesos, es lo que nos dieron a todos, a unos cuatro mil, que lo agarráramos si no...”
Las secuelas físicas y emocionales, pasaron a ser problema de los trabajadores. “Del agua en el pulmón, nos dijeron que -con el tiempo se le va a tirar-. El oído se me reventó, y me dijeron que era un agujerito muy pequeño”, relató. “Nos atendían en Acuña, pero no nos daban el boleto para el camión, ni la comida, salía peor el p*do ahí. Haz de cuenta que ibas una vez por mes”.
El trabajador se emplea ahora en la obra. Asegura que no ve bien y sufre de continuos dolores de cabeza, mientras que otros de sus compañeros quedaron afectados de piernas y caderas. A pesar de ello, no descartar volver a trabajar en la minería, pero ya no en pozos de carbón artesanales.