Íker es probablemente el saltillense más joven en exponer su trabajo en un Festival de Cine; está próximo a cumplir 10 años, pero tenía apenas siete, cuando produjo un cortometraje que fue seleccionado y el pasado domingo fue proyectado en la Cineteca Nacional.
Sentado en un sillón individual de la sala de su casa, junto a la chimenea, Íker detalló que fue en 2020 cuando tomó un taller en línea de animación con la asociación civil “Caleidoscopio”, del que se enteró por su madre, Talía Barredo. La emergencia sanitaria por el COVID-19 mantuvo muchas actividades restringidas, como las que tenían que ver con aprender, en el caso de los niños.
El proyecto final del taller era la realización de un cortometraje. “Teníamos que hacer cortometrajes y empezaron a decir ideas. Había una de un taco, una de un dragón de Komodo y luego, nadie hizo la del dragón de Komodo, entonces, yo la hice”, contó Íker.
En charla con su madre, ella le dio algunos datos del ejemplar animal, como que habita en una isla y su mordedura es mortal. Mientras esto sucedía, Íker en su mente daba vuelo al cortometraje. “Era una historia de un dragón de Komodo que quería ir a la ciudad, y llegaban unos monos y hacían un barco y el dragón de Komodo se iba a la ciudad a comer tacos”.
Aproximadamente una semana tardó Íker en realizar su proyecto. Detalló que primero hizo los dibujos de los personajes, los recortó, y dibujó las escenografías. ”Luego usé el stop motion (aplicación digital) que son como muchas fotos, que se hacen un video”, explicó, mientras estimaba el número de fotografías utilizadas, que dice fueron más de 700.
Íker se convirtió en director de su proyecto y aunque pidió apoyo de sus padres, centró esa ayuda en temas de iluminación, y asistencia. Los adultos se encargaron de hacer los cambios requeridos en los dibujos, mientras el niño realizaba las tomas y revisaba los detalles.
El cortometraje tiene una duración de 30 segundos, y ya finalizado tuvo una complicación técnica, pues la aplicación digital no le permitía agregar audio. La historia creada por Íker, tenía un guion y había que adaptar el audio a las imágenes. Sus profesores de animación lo apoyaron, y el proyecto fue enviado a la convocatoria del Festival Internacional de Cine para Niños (...y no tan Niños).
Este festival es un proyecto cultural independiente que tiene como objetivo principal programar y exhibir cine de calidad de México y otras regiones del mundo para fomentar entre el público infantil el gusto por este arte y retroalimentar a las infancias con la recreación de costumbres, inquietudes y cotidianidad de otras partes del mundo.
Íker y sus padres ya tenían planes vacacionales, cuando llegó la noticia de que el cortometraje realizado por el niño, había sido seleccionado para proyectarse dentro de la edición 28 del Festival Internacional de Cine, en la Cineteca Nacional.
“Nos arruinó todo”, contó Íker, pero luego aseguró que sintió mucha emoción y felicidad al enterarse. El anuncio definió un súbito cambio de planes y la familia viajó a la Ciudad de México, donde el domingo vieron en la pantalla grande el trabajo del niño.
Íker definió como “padre” la experiencia. Aseguró que tuvo pocos nervios, pues se sentía feliz, pero lamentó que no se les permitiera comer palomitas, mientras disfrutaban de la muestra de cine.
Talía Barredo y Daniel Bates, padres de Íker, coinciden que desde bebé se ha desenvuelto en un ambiente de cultura y artes. Talía fue directora de Casa Purcell, y Daniel es fotógrafo profesional.
“Tiene desde chiquito una cámara de estas como de turista, pero de la que son contra agua y contragolpes, entonces desde ahí ya ha hecho sus videítos”, comentó el padre.
Talía y Daniel buscan no encasillar al niño en sus ambientes para darle oportunidad de generarse su propia identidad, pero la proyección de su cortometraje definieron que no podía pasar desapercibido y que para Íker, verlo en la pantalla grande iba a ser una buena enseñanza.
“No sabemos que es lo que le detone a Íker poder ver su corto en la pantalla grande. A lo mejor y termina siendo químico, biólogo o algo completamente diferente, pero el hecho de que vea que algo que él hizo, que le implicó un esfuerzo, y que todos los esfuerzos que uno hace tienen un resultado, pues es muy valioso como para nosotros”, aseveró la madre del niño.
Una vez afuera de la Cineteca Nacional cuando el momento del reconocimiento al esfuerzo de Íker había pasado, el premio más importante llegó para la familia.
“Le decíamos cuando salimos ese día que él todavía no sabía, pero la experiencia que nos había dado, todo lo que había hecho, era un recuerdo familiar que iba a ser de los más preciados”, dijo el padre del niño.
Íker comentó que continuará haciendo cortos. Tiene otros proyectos en los que cuenta que también ha realizado más de 600 fotografías para generar una pieza, pero cuando crezca, aun no sabe si trabajará en la animación, incluso consideró “mucho”, pensar en este momento que un día producirá una película.