Antonio Gutiérrez, un hombre que dejó huella en Coahuila y que con trabajo forjó una trayectoria

Sabinas
/ 2 febrero 2020

Se convirtió en uno de los empresarios más importantes de la Región Carbonífera y ayudó a muchas personas por años, por lo que su recuerdo quedará en la zona

En el año de 1936 en Don Martín, municipio de Juárez, Coahuila, Eliseo Gutiérrez y Zaragoza Garza registraron a uno de sus hijos como Antonio Gutiérrez Garza, quien al paso de los años, se convirtió en uno de los empresarios más destacados en la Región Carbonífera y norte del estado por su ardua labor en apoyo de las familias más vulnerables y sobre todo de los jóvenes estudiantes de esa zona de la entidad.

Desde niño fue ejemplar. Curso sus estudios en la escuela primaria Carlos A. Rovirosa, al graduarse fue a la secundaria Profesor Fortunato Gutiérrez Cruz.

Cerca de los 19 años, conoció a Herminia Salinas Ruelas con quien inició un noviazgo que perduró por dos años.

A decir de una semblanza escrita por el historiador de la Región Carbonífera, Ramiro Flores, para el año de 1957 contrajo matrimonio con ella y comenzaron el gran proyecto de sus vidas.

En una entrevista en vida, Don Antonio, como era conocido por la sociedad, narró cómo comenzó su primer negocio, una tienda de abarrotes ubicada sobre la calle 5 de la colonia Comercial, en el municipio de Nueva Rosita.

Comenzó con un “Exprés”, una carreta con la que se apoyaba además de un caballo para surtir las “notas” a las familias de su localidad, pero en menos de seis meses logró comprar una traila con la que mejoró por mucho sus ventas.

“La Casa Gutiérrez” se nombraba a aquel negocio que fue incrementando su clientela, era conocido por ser uno de los más surtidos en la localidad.

En aquel entonces, Don Antonio y su esposa, vivían en un solo cuarto, tenían una cama pequeña, con una estufa supermatic, muy pequeña recordó, de cuatro quemadores. Su comedor eran unas simples rejas de madera volteadas, sobre ellas solo un plástico las cubría.

CRECIÓ LA FAMILIA

Con el paso de los años incrementaron a la familia teniendo cinco hijos: Aída Aracely, Gerardo Antonio, María Elizabeth, Adriana y cesar Alfonso Gutiérrez Salinas.

Contaba Don Antonio que no tenían nada, más que las ganas de trabajar.

Al poco tiempo compró una vitrina y con un tronco de árbol fijaba la carne que su esposa fileteaba durante las madrugadas mientras él surtía la tienda.

Se levantaba a las cuatro de la mañana para poder hacer todas sus actividades.

Así fue la vida de Don Antonio, que subió como la espuma, pero siempre con los pies en la tierra.

Es un gran soñador que aun teniendo los ojos puestos en las nubes, en metas superiores, su cabeza y pues siempre están firmes sobre la tierra”,

Luego de esto vino la consolidación de las empresas Gutiérrez, de donde ambos fueron fundadores desde el año 1961.

Hasta el año 2009 lograron la creación de al menos doce centros comerciales en las regiones Carbonífera, Cinco manantiales, Frontera y el Centro del estado de Coahuila, sumado a dos centros de distribución de sus mercancías en Nueva Rosita y otro más en Escobedo, Nuevo León.

ALTRUISTA

Siempre estuvo comprometido con la sociedad con quien ejecutó grandes actividades altruistas en favor de la educación sobre todo de los que menos tienen.

Gestionó y promovió la creación del Instituto Tecnológico de la Región Carbonífera, fue fundador y presidente del patronato Pro-apoyo de la Escuela Experimental Normal de San Juan de Sabinas, para la que financió la construcción de aulas y otros espacios.

Becó a estudiantes de todos los niveles educativos y apadrinó a más de 300 generaciones de diversos grados de estudio, entre otras muchas acciones en beneficio de las nuevas generaciones

El estudiado no cae en la marginación, sale adelante porque está preparado para la vida”, es una de sus frases célebres.

Fue presidente de los patronatos de diversas instituciones como el del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de la Región Carbonífera, de la Escuela Secundaria Técnica 51, la Escuela Secundaria Técnica 27.

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También fue miembro del Patronato de la Plaza de las Culturas en Piedras Negras, un lugar de reciente creación, turístico a nivel nacional e internacional, fue también consejero directivo de la Comisión Coahuilense de conciliación y Arbitraje Médico, Vocal de Consejo directivo del Cecytec.

Consolidó su espíritu benefactor apoyando con recursos económicos para actividades de grupo de danza, banda de guerra, eventos deportivos, viajes de estudios. Siendo además padrino de 15 generaciones de la Escuela Normal Experimental de San Juan de Sabinas.

Don Antonio mantenía programas en sus tiendas en beneficio a gente discapacitada así mismo entregaba premios en efectivo a personas que prestaran sus servicios en ellas.

Creó beneficios de despensas, medicamentos, becas, apoyo económico para viajes a los sistemas DIF de la región carbonífera que comprenden los municipios de Sabinas, San Juan de Sabinas, Múzquiz, Juárez y Progreso, así como en los cinco manantiales.

TRASCENDIÓ A SU GENERACIÓN

Ramiro Flores Morales, historiador, creo su biografía y en ella menciona su honor para rendir tributo de veneración a un individuo que supo trascender a su generación y tiempo.

“Un hombre que cuyo nombre bien se ha ganado la mayestática perennidad del mármol, del bronce, perpetuando su nombre en plazas, escuelas, calles (...) y que con su ejemplo sigue marcándonos un mundo cierto y definitivo”, señaló el historiador.

En su descripción, Flores Morales manifestó que Don Antonio comenzó de la nada, pero con su amada esposa Herminia Salinas, como fuente motivadora, quien le brindó amor, apoyo y empuje para avanzar logró alcanzar sus metas superiores.

“Es un gran soñador que aun teniendo los ojos puestos en las nubes, en metas superiores, su cabeza y pues siempre están firmes sobre la tierra. Sabe de dónde viene, a quien le debe su éxito y a quien hay que agradecer”, explicó.

El historiador lo consideró como un gran líder empresarial promotor del bienestar.

“Empresario de vocación, lo mueve el riesgo, la creatividad y el entusiasmo, de gran casa, valor y templanza”, agregó.

El pasado 31 de enero, a sus 83 años, Don Antonio dejó de existir, pero no su nombre, no su recuerdo, aquel que quedará en miles de personas que fueron apoyadas incondicionalmente por él.

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