Saltillo antiguo: La calle de Juárez, pequeños secretos, grandes asuntos y célebres personajes
Siga con este texto la odisea de esta calle, que desde principios del siglo pasado honra la memoria del ‘Benemérito de las Américas’
A lo largo del tiempo, ciertos tramos de la actual calle de Juárez han tenido varios y curiosos nombres. Podemos citar el nombre de Tacuba, conocida así en el año de 1659, la callejuela comprendía desde la actual calle de Hidalgo a Allende.
Según documentos que obran en el Archivo Municipal de Saltillo, Tacuba es la calle o callejón con el tercer nombre más antiguo que se conoce de la ciudad, el primer puesto lo ocupa la calle Real 1634, hoy Hidalgo, y en segundo la calle del Comercio 1653, hoy Zaragoza.
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En 1735 el mismo tramo del callejón, es decir antes del cruce con la actual calle de Allende fue conocido como callejón de Propios: “El Gobernador de la Provincia de la Nueva Vizcaya ordenó la construcción de tiendas con sus trastiendas en la porción sur de las Casas Reales, hoy Palacio de Gobierno, con la finalidad de que el Ayuntamiento las rentara para obtener fondos propios, de ahí el peculiar nombre de Propios”.
Esta última información me fue proporcionada por mi amigo el historiador Arturo Villarreal Reyes a quien agradezco este importante dato. Años después ostentó otro singular nombre; el de callejón de Landín, por la tienda del comerciante gallego Juan Landín, comercio situado en la esquina de Allende y Juárez, igualmente se le conoció como callejón de Don Teodoro, (Carrillo) por encontrarse a unos pasos al oriente el comercio y residencia de los Carrillo, hoy es la sede de la Escuela de Ciencias Sociales de la UAdeC.
Al caminar hacia el oriente, justo al pasar la calle de Hidalgo, antes Real, se encuentra el edificio del Casino de Saltillo, proyectado y construido por el arquitecto inglés Alfred Giles en el año de 1900.
La parte sur, al costado de la Parroquia de Santiago Apóstol, hoy Catedral de Saltillo, fue conocida como callejón de la Parroquia y poco después o tal vez antes, difícil de poder precisar, se llamó callejón del Campo Santo, por las tumbas de los primeros pobladores de la Villa de Santiago del Saltillo.
La costumbre dictaba que los difuntos fueran enterrados los más cerca de templos e iglesias.
Quizás el nombre que más tiempo permaneció entre los saltillenses que vivieron buena parte del siglo 19 y seis años del siglo 20, fue el nombre de calle Nueva, esto por la ampliación de la vía, cuando dejó de ser el callejón angosto y convirtió el tramo en calle más espaciosa.
DE CUANDO AHORA SÍ SE LLAMÓ JUÁREZ
Fue en el año de 1906, durante las celebraciones del centenario del natalicio del Benemérito de las Américas, cuando se impuso el nombre de Juárez, en el mismo periodo se colocó una placa conmemorativa en la casa, hoy con el número 186, con la siguiente leyenda:
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“En su heroica peregrinación en defensa de la Patria, el inmortal Benito Juárez honró al pueblo saltillense residiendo en esta casa desde el día 7 de enero hasta el 2 de abril de 1864”.
Como parte de las mismas fiestas del natalicio, se erigió una columna con la estatua del mismo Benito Juárez, la cual en un principio fue colocada en la Alameda Zaragoza, donde hoy ocupa el espacio del obelisco dedicado a los Niños Héroes, posteriormente la estatua, como el mismo presidente Juárez, anduvo recorriendo varios lugares, de la Alameda fue a dar frente al Mercado Juárez, antes de que se pusiera el monumento a Manuel Acuña, de ese lugar pasó a la Plaza San Francisco y de ahí finalmente al actual Recinto de Juárez.
EL RECINTO DE JUÁREZ
Esta vieja casona ha albergado múltiples huéspedes, uno de los primeros planos de la ciudad data de 1715, en él se muestra la casa de doña Leonor Gutiérrez.
En los primeros meses del año de 1864 fue ocupada por el presidente Benito Juárez, otro uso fue el hotel propiedad del español José Negrete, de la misma forma sirvió para alojar el colegio católico La Paz, para luego convertirse en el Obispado y casa habitación del tercer Obispo de Saltillo, Jesús María Echevarría y Aguirre, donde vivió hasta su muerte en el año de 1954.
Tiempo después, suponemos que la casa fue producto de una negociación entre Estado e Iglesia, se resolvió poner ahí el Archivo General del Estado. Desde 1977 se instaló el Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas.
DISTINGUIDOS RESIDENTES
En la esquina sur poniente, frente a la Plaza de Armas, se encuentra por fortuna una vieja construcción de adobe de dos pisos, número 101. En la penúltima década del siglo 19, fue habitada por el general Jesús González Ortega, zacatecano de amplia trayectoria política y militar, quien se desempeñó como gobernador de su estado en diversos períodos y que participó de manera activa junto al presidente Benito Juárez durante la Guerra de Reforma. Sin duda uno de sus mayores logros militares fue la victoria de la Batalla de Calpulalpan, donde derrotó al ejército conservador al mando del general Miguel Miramón. Calpulalpan sería la última batalla que daría fin a la Guerra de Reforma, 1858-1861. González Ortega combatió también en la Segunda Intervención Francesa en México.
EL RETIRO DE UN GENERAL
González Ortega estableció su residencia en Saltillo, donde vivió únicamente con su asistente y su perro San Bernardo, el General acostumbraba sentarse en una de las bancas de la Plaza de Armas para ver pasar gente en compañía del enorme can. El 28 de febrero de 1881 al encontrarse en el balcón del segundo piso de la casa, se desplomó, como por el lugar pasaba a caballo el inspector de policía, don Ismael Chato Ramos, de inmediato descendió de su caballo, corrió a prestar auxilio al veterano militar, pero al llegar al balcón, encontró sin vida al general González Ortega.
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Unos días antes de su muerte, González Ortega había recibido una carta de reconocimiento del presidente Manuel González Flores, sus restos fueron trasladados en abril del mismo año a la Ciudad de México y depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres.
DE UN RECORDADO GOBERNADOR
Por la misma acera, una puerta más al poniente en la casa con el número 105, donde hoy en día no existe ni número ni casa, vivió don Evaristo Madero, quien fue gobernador del 15 de diciembre de 1880 al primero de mayo de 1884. Madero dejó una profunda huella por su labor de buen gobernante, entre sus obras destacan el inicio del Teatro Acuña y la implantación del Registro Civil. Madero, quien impulsó la educación y fomentó la industria y el comercio, dejó el cargo en 1884. Se le recuerda como uno de los mejores gobernadores que haya tenido este Estado. En esta misma casa nacieron dos hijos de don Evaristo: Benjamín y Margarita.
ENTRE GENERALES
En la casa contigua, número 109, Casa Carrillo, vivió el general Hipólito Charles, este célebre personaje ocupó la primera magistratura del Estado de Coahuila en cuatro ocasiones. La primera del cinco de diciembre de 1871 al 17 de julio de 1872, la segunda del cuatro de diciembre de 1876 al ocho octubre de 1877, la tercera del 31 de diciembre de 1877 al cuatro de diciembre de 1879 y por último del cuatro de marzo de 1880 al cuatro de diciembre del mismo año.
Al general Charles se le recuerda por su participación en la defensa que realizó de Sierra Mojada, ya que el Estado de Durango trató de apropiarse de esta porción de tierra rica en minerales, la gestión de Charles fructificó en que el Gobierno Federal reintegrara plenamente Sierra Mojada a Coahuila.
Sin duda su participación como militar en el sitio de la ciudad de Querétaro, aL lado de las fuerzas republicanas fue notable. En esta misma casa, Carrillo, estuvo el primer hotel de la ciudad, del dálmata Simón Tomasichi, luego Hotel de la Plaza, después la famosísima cantina del Jockey Club y hoy la Escuela de Ciencias Sociales.
Hace unas pocas semanas la presente administración municipal cerró a la circulación vehicular las dos referidas cuadras de la calle Juárez, lugares con una carga histórica muy significativa, y ahora es la zona solo para peatones, Paseo Capital.
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