El boceto perdido de Saltillo que resurge 170 años después
El comisionado estadounidense John Russell Bartlett retrató la ciudad durante una expedición histórica, con un dibujo que aún sorprende
Hace un par de días recibí un mensaje de mi hija Daniela que me llenó de alegría. Me envió una imagen que me fascinó: un dibujo de Saltillo realizado en 1852, el cual encontró en la biblioteca de la Universidad Brown en Providence, Rhode Island, mientras investigaba para un capítulo de su próximo libro.
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El autor del boceto fue un historiador originario de Rhode Island, el estado más pequeño de Estados Unidos. El dibujo a lápiz es una verdadera maravilla. Veamos cómo y por qué se realizó.
EL COMISIONADO ARTISTA
Cuando terminó la guerra entre México y Estados Unidos en 1848 y se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, con la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio, el gobierno estadounidense nombró un comisionado para una difícil tarea: trazar la nueva frontera entre ambas naciones.
John Russell Bartlett nació en Providence, Rhode Island, el 23 de octubre de 1805. Cuando lo nombraron Comisionado de Límites de Estados Unidos el 15 de junio de 1850, ya era mucho más que un burócrata: historiador consumado, lingüista apasionado y artista de talento considerable.
Su formación fue poco convencional. Estudió en la Academia Lowville de Nueva York. Esta educación le dio conocimientos de contabilidad y un amor por la historia y la literatura que impregnaría todos sus escritos.
De regreso en Providence en 1824, Bartlett trabajó como dependiente en una tienda de telas y luego en la banca local por 1828, llegando a ser el primer cajero del Banco Globe. Pero su verdadera pasión estaba en las letras y la ciencia. En 1831 cofundó el Ateneo de Providence y fue elegido miembro de la Sociedad Histórica de Rhode Island.
En 1836 se mudó a Nueva York, donde abrió con Charles Welford la librería Bartlett y Welford. Nueva York abrió las puertas para el despegue de su carrera intelectual: colaboró con el etnólogo Albert Gallatin para fundar la Sociedad Etnológica Estadounidense en 1842, escribió “El Progreso de la Etnología” en 1847, y publicó su obra más famosa, el “Diccionario de Americanismos” en 1848. Este diccionario alcanzó cuatro ediciones antes de 1900 y se convirtió en un recurso invaluable para estudiosos del lenguaje.
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¿Por qué aceptó Bartlett un trabajo tan difícil? Sus motivaciones eran tanto personales como pragmáticas. Lo impulsaba un genuino deseo de viajar y conocer a los pueblos indígenas de la región.
Su curiosidad intelectual era profunda: como cofundador de la Sociedad Etnológica Estadounidense estaba excepcionalmente preparado para documentar las culturas y lenguas que encontraría. Pero también había una razón más terrenal: necesitaba el dinero. Esta combinación de erudición y necesidad lo lanzó a una de las expediciones más notables de su época.
EL INICIO DE LA AVENTURA
Bartlett partió de Nueva York en febrero de 1852. Tras pasar tres meses en California explorando desde las misiones costeras hasta San Francisco, se dirigieron a San Diego y de ahí se prepararon para internarse en el territorio mexicano.
La comisión avanzó metódicamente hacia el sureste. El 5 de junio de 1852 se encontraban en Álamo Mucho, hoy Mexicali, Baja California. Desde allí continuaron hacia el este, pasando por el Fuerte Yuma y adentrándose en el actual estado de Arizona para explorar los pueblos pimas y maricopas, haciendo levantamientos de sus usos y costumbres.
El 16 de julio llegaron a Tucson, Bartlett describió como “la ciudad más al norte de México. y un lugar muy antiguo”. Este enclave representaba el último gran puesto antes de enfrentar el siguiente desafío: el cruce hacia el vasto y desolado desierto chihuahuense.
La etapa por el estado de Chihuahua estuvo marcada por las dificultades de un territorio inhóspito y a menudo hostil. Bartlett y sus hombres enfrentaron peligros constantes: escasez de agua y alimentos, y la amenaza de bandas de indios apaches.
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El 18 de agosto arribaron a El Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, y permanecieron ahí hasta el 10 de octubre. La larga estancia de casi dos meses en El Paso fue crucial y controvertida. Más allá del descanso y reabastecimiento, este lugar fue epicentro de las actividades de demarcación con su homólogo mexicano, Pedro García Conde, ingeniero militar conocido por haber elaborado un mapa general de la República Mexicana. Aquí se acordó la “línea Bartlett-García Conde”, un trazado que, debido a imprecisiones cartográficas, sería posteriormente rechazado por el Congreso estadounidense.
El error fue significativo: Bartlett permitió que la frontera sur de Nuevo México se estableciera cuarenta y dos millas al norte de El Paso. Este error se convertiría en el núcleo del fracaso de su misión y obligaría a Estados Unidos a negociar la Compra de Gadsden en 1853, que fijó la frontera en 31°47’39; de latitud norte.
LA RUTA SIGUIÓ
Finalmente continuaron con rumbo sur y el 22 de octubre llegaron a la Ciudad de Chihuahua. De ahí partieron hacia Parras, Coahuila, a donde arribaron el 27 de noviembre. En este ramo de la ruta, Bartlett refiere la escasez de lugares poco o casi nada habitados y la peligrosa presencia de indios apaches.
Tal vez para John Russell Bartlett todos los indios eran apaches, probablemente serían indios irritilas, ya que habitaban en el área alrededor de la Laguna de Mayrán, la Laguna de Parras, y la Laguna de San Pedro; de cualquier forma eran muy aguerridos y temidos.
TRES DÍAS EN SALTILLO QUE DEJARON HUELLA
La llegada a Saltillo representó un momento importante. Más que una simple parada, la capital de Coahuila se convirtió en escenario de uno de los registros artísticos más significativos de Bartlett.
Aquí, el comisionado dejó de lado por un momento sus deberes de agrimensor para dar rienda suelta a su talento como dibujante. El grupo expedicionario arribó el 7 de diciembre de 1852 y permaneció tres días.
Fue un breve pero fructífero respiro que Bartlett aprovechó para capturar la esencia del lugar. Durante su estancia, el 8 y 9 de diciembre, creó un boceto a lápiz sobre papel beige titulado simplemente “Saltillo”.
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La obra muestra la ciudad enclavada en el valle, con sus casas de adobe dispersas y la silueta inconfundible de la parroquia de Santiago, al centro, San Francisco a la derecha y a la izquierda San Esteban.
De ahí se aparecía un largo camino hacia la salida a Monterrey, y al fondo el Cerro de Saltillo, aunque situado en la villa de Ramos Arizpe, nombrada así desde el 19 de mayo de 1850.
A la derecha del boceto se aparecían los depósitos de agua en la mesa de Arizpe y un pequeño acueducto por donde viajaba el agua hacia las diferentes fuentes de agua. Este dibujo es mucho más que una pieza artística: es un tesoro histórico que nos muestra cómo lucía nuestra ciudad a mediados del siglo XIX, claramente nos abre una verdadera ventana al pasado.
A lo largo de toda la expedición, Bartlett trazó múltiples bocetos y dibujos capturando paisajes, caminos, vegetación, personas, ciudades, ruinas y restos cerámicos. Algunos de sus bocetos en Nuevo México y Arizona están en color, aunque la mayoría son apuntes rápidos hechos en el sitio.
El boceto de Saltillo se conserva ahora en la biblioteca de la Universidad Brown, institución que alberga la Biblioteca John Carter Brown, cuya colección inicial Bartlett ayudó a crear años después de su expedición.
Después de inmortalizar la ciudad con su lápiz, Bartlett y su equipo retomaron el camino hacia el noreste, rumbo a la costa del Golfo de México.
LA RECTA FINAL
La última etapa fue una carrera contra el tiempo. Después de recorrer más de 3 mil kilómetros a pie y a caballo, la comisión atravesó Nuevo León y Tamaulipas con la meta de llegar a la costa texana.
Pasaron por Santa Catarina y Monterrey entre el 11 y 15 de diciembre. Llegaron a Camargo, Tamaulipas, el 20 de diciembre. Finalmente, tras meses de viaje agotador, la expedición llegó a Corpus Christi, Texas, el 1 de enero de 1853. Habían completado un recorrido épico que unió el Pacífico con el Golfo de México a través de uno de los territorios más duros de Norteamérica.
UN ERROR DE 10 MILLONES
El viaje de Bartlett estuvo lleno de contradicciones. Si bien fue un éxito científico, etnográfico y artístico, su misión política fracasó. La línea fronteriza que negoció fue rechazada por el gobierno estadounidense, lo que causó su reemplazo y obligó a negociar la compra de La Mesilla en 1853.
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México vendió La Mesilla a Estados Unidos por 10 millones de dólares. Este acuerdo, llamado Compra de Gadsden, fue firmado el 30 de diciembre por el presidente mexicano Santa Anna y el diplomático estadounidense James Gadsden.
En la Venta de La Mesilla, México cedió 76,845 km² a Estados Unidos por 10 millones de dólares, equivalentes entonces a 10 millones de pesos, pues a mediados del siglo XIX ambas monedas tenían el mismo valor. El cálculo estremece: cada kilómetro cuadrado costó apenas 130 pesos, una hectárea 1.30, y el metro cuadrado una fracción microscópica de centavo.
El verdadero legado de Bartlett no está en los mapas que trazó, sino en el diario que escribió y los dibujos que creó. Toda su experiencia quedó inmortalizada en su obra de dos volúmenes “Narrativa Personal de Exploraciones e Incidentes en Texas, Nuevo México, California, Sonora y Chihuahua”; publicada en 1854.
Este libro se convirtió en una fuente estándar de información sobre Texas y el Suroeste, eclipsando completamente la controversia política.
El regreso a Rhode Island coincidió con un momento personal doloroso: su esposa Eliza Allen Rhodes, con quien se había casado en 1831 y con quien procreó siete hijos, murió en 1853.
VIDA DEDICADA
Lejos de retirarse tras el fracaso de su misión fronteriza, Bartlett encontró una nueva vocación. Entre 1855 y 1872 ejerció como Secretario de Estado de Rhode Island, cargo que aprovechó para un trabajo monumental de organización y preservación histórica.
Durante estos diecisiete años, Bartlett organizó y clasificó meticulosamente los registros estatales, rescatando del olvido documentos fundamentales. Preparó varias bibliografías centradas en la historia del estado, incluyendo “Registros de la Colonia de Rhode Island y las Plantaciones de Providence”; en diez volúmenes (1856-65) y una “Bibliografía de Rhode Island” en 1864.
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En sus últimos años asumió el cargo de bibliotecario en la Biblioteca John Carter Brown, justo donde se alberga el dibujo de Saltillo, la misma institución cuya colección inicial había ayudado a crear.
John Russell Bartlett murió en Providence, Rhode Island, el 28 de mayo de 1886. Dejó un legado que trasciende las controversias políticas: sus diarios, bocetos y trabajos bibliográficos constituyen un testimonio invaluable de la transformación del Suroeste estadounidense y el norte de México en el siglo XIX.
La curiosidad intelectual y el talento artístico de John Russell Bartlett transformaron una misión fallida en un invaluable archivo histórico. Dejó para la posteridad un testimonio único de un mundo que estaba a punto de cambiar para siempre. Que su boceto de Saltillo haya sido redescubierto en la Universidad Brown, institución tan ligada a su propia historia, no es sino una prueba más de la permanencia y relevancia de su trabajo.
Es un puente visual entre el pasado y el presente que continúa maravillando a investigadores como mi hija Daniela Gutiérrez más de 170 años después de su creación.
saltillo1900@gmail.com
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