La imagen religiosa más venerada en Saltillo sufrió una agresión y nunca se hizo justicia. Incluso, el hecho pudo haberse perdido en la historia, de no ser por un documento revelador.
- 26 octubre 2024
La imagen religiosa más venerada en Saltillo sufrió una agresión y nunca se hizo justicia. Incluso, el hecho pudo haberse perdido en la historia, de no ser por un documento revelador.
Al Santo Cristo de la Capilla, que se dice que llegó a la ciudad traído por una mula en 1608, le arrojaron una piedra y le descarapelaron la rodilla derecha.
Ocurrió el sábado 28 de agosto de 1937, cerca de las 9:45 de la mañana.
Así lo dice el expediente original que encontró el escritor Jorge Fuentes Aguirre, mientras investigaba para su libro “Historia de la Catedral de Saltillo”.
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El texto emitido por la Dirección General de Obras en Sitios y Monumentos Históricos, dice que el Jefe de la Oficina Federal de Hacienda y el Oficial 60 encargado de los Bienes Nacionales, arribaron a la capital coahuilense para atender el caso.
Su visita fue dos días después de la agresión, el lunes 30 de agosto de 1937. Llegaron a la Capilla del Santo Cristo, vecina de la Catedral de Santiago, en la Zona Centro.
Su objetivo, además de investigar, era dar fe del estado en el que se encontraba la imagen, que hasta 2004, se sabría que el principal material que la compone es pasta de caña de maíz.
Las autoridades hallaron al Santo Cristo en el altar mayor, en su caja de cristal. El vidrio frontal, presentó una abertura circular de 30 a 40 centímetros, innumerables cuarteaduras y varias rupturas a lo largo y ancho de la caja.
El daño fue ocasionado por una piedra localizada en el sitio con peso de 365 gramos. A causa de la pedrada, al Santo Cristo se le notó una raspadura en la rodilla derecha.
Como una suerte de peritaje, se sugirió que la piedra en cuestión fue arrojada desde la puerta derecha de la capilla que conecta con la Catedral.
Ante tal escena destacaron un par de dudas: ¿quién lo hizo y con qué motivo?
Eterno misterio
Tras el ataque, se entrevistó a la única persona que podía brindar referencias de lo ocurrido. Aunque su testimonio no fue de gran ayuda.
Jerónima Montelongo viuda de Suárez, tenía 40 años, vivía en la calle Guerrero #305 y en aquellos años era la encargada de cuidar y hacer el aseo en la capilla.
El día de la pedrada, dijo que disponiéndose a hacer la limpieza, antes de las 10:00 horas, escuchó un estruendo similar a la detonación de un arma de fuego. Luego se percató de que había sido una piedra arrojada con fuerza.
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Enseguida fue a la Catedral y avisó al cura José María Siller, entonces encargado de ambos templos. Eso fue todo lo que declaró a las autoridades.
Jerónima no pudo ver al agresor, por lo que no dio descripción de alguna persona u otro tipo de detalles para abrir una línea de investigación.
La imagen fue restaurada de los daños. Pasaron los años y la apedreada nunca se esclareció. No hubo justicia humana, ¿pero habrá habido castigo divino? ¿algún tipo de remordimiento?
Lo que viene a continuación son meras especulaciones reveladas 46 años después por la única testigo.
El viernes 7 de enero de 1983, el escritor Jorge Fuentes se reunió con Jerónima. Ella ya tenía 86 años, estaba postrada en cama y con dolencias.
La mujer le contó a Jorge sobre un peculiar hombre que le llamaba la atención, y que por sus actitudes, la hacía recordar la misteriosa agresión con la piedra.
Había pasado ya una década desde la pedrada, cuando Jerónima comenzó a observar a un señor de edad avanzada, “vestido a lo humilde” y que llegaba todos los días a la Capilla cerca de las 10:00 de la mañana.
“Se hincaba de frente al Santo Cristo cerca de la puerta que da a la Catedral. Allí se estaba un rato largo rezando con la cabeza baja y viéndose la mano de vez en cuando. Y lloraba mucho. Luego se levantaba y se acercaba al reclinatorio de adelante y viendo al Santo Cristo se persignaba muchas veces y luego se iba”, le narró Jerónima al escritor saltillense.
La identidad de aquel hombre nunca fue revelada, así como tampoco resueltas las innumerables dudas que al parecer por siempre envolverán a esta historia.