El hombre que duerme en la Sierra de Zapalinamé

Saltillo
/ 4 junio 2022
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Si te fijas con detenimiento, quizá lo veas. Hasta hoy protege a Saltillo desde lo más alto de la serranía

Fotos: Homero Sánchez | Foto arte y diseño: Roberto González

¿Has visto a Zapalinamé? No la sierra, sino al hombre que duerme en ella.

Si alguien defendió a las tierras saltillenses antes de ser conquistadas por los españoles, ese fue Zapalinamé.

Así se llamó uno de los guerreros más valientes que ha tenido esta ciudad. No lo digo yo, lo cuentan las leyendas urbanas desde hace más de 445 años, cuando se fundó la Villa de Santiago de Saltillo.

Era un indígena que protegía a los suyos y a su territorio. Por eso se peleó varias veces con los españoles a finales del siglo 16.

A Zapalinamé, a su compañero de batalla Cilaván y al resto de los indios huachichiles no les caía en gracia la conquista extranjera. Decir que fueron rebeldes queda corto, eran indómitos.

Antes que ceder, preferían incendiar las edificaciones españolas. Le prendían fuego a cuanto podían: conventos, iglesias, casas, huertos.

Así pretendían ahuyentar a los invasores, aunque ya sabemos como termina esa historia, no les funcionó.

Pero cuando menos, lograban que los españoles pasaran corajes. Porque luego de cada ataque, los indios se resguardaban en la serranía y ya no podían darles alcance.

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Ese sitio los nativos lo tenían bien recorrido. Conocían la flora, la fauna y los recovecos para esconderse.

Se dice que por eso la sierra se llama “de Zapalinamé”, por ser el refugio de tan envalentonado caudillo.

¿Agradecimiento sobrenatural?

Otra versión de la historia explica que la sierra que amuralla el sur de Saltillo tiene este nombre por una razón divina. Una que tal vez choque con los incrédulos.

Un día, no se sabe cuál exactamente, Zapalinamé murió. Su gente tendió su cuerpo con la cara al sol, en lo alto de aquella su sierra que habitó y a la que también defendió.

Se cuenta que luego del fallecimiento, de apoco la montaña agigantó la silueta de Zapalinamé, las rocas cubrieron el contorno de su cuerpo y la parte alta de la serranía tomó su forma.

Desde entonces y hasta hoy, se le observa acostado de perfil, en aquella montaña que abastece de agua a la ciudad y que tiene una longitud de 30 kilómetros y anchura de 17 kilómetros.

Fíjate bien, tal vez logres verlo.

Viendo la sierra desde el valle de Saltillo, de izquierda a derecha: en su cabeza resaltan la frente, la nariz y el mentón.

Luego su cuello, el pecho y el torso, seguido de sus piernas y acabando con la punta de los pies.

Según donde te encuentres, es más visible de un punto u otro. Por ejemplo, en el distribuidor vial “El Sarape”, circulando de norte a sur, la silueta de Zapalinamé queda justo enfrente. Si visitas “El Mirador” también se puede ver, aunque más de costado.

Incluso, hay quienes dicen que hasta se le ve un penacho en la cabeza, por la forma que tiene la sierra. Pero ahora sí que como dicen: cada quien ve lo que quiere.

¿Y si no es Zapalinamé?

Aunque la tradición oral y las leyendas escritas proclaman que es la figura de Zapalinamé la que se aprecia en la sierra, lo cierto es que la similitud de la forma con una silueta humana, ha provocado que a este lugar también se le llame: “Cerro del Muerto” y “La Mujer Dormida”.

Pero cualquiera que sea el caso, todas las versiones coinciden en lo mismo: en la Sierra de Zapalinamé se distingue una forma humana.

De hecho, de manera individual los puntos elevados de la sierra tienen distintos nombres que con el tiempo se han popularizado entre los saltillenses.

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Por ejemplo, en el lado oriente, el punto más alto mide 3 mil 100 metros sobre el nivel del mar y se le conoce como Cerro del Penitente.

El nombre obedece a una lógica similar a la del hombre acostado. Visto desde el lado sur, por el ejido Vistahermosa, la forma que tiene parece la de una persona en el sacramento de penitencia.

Más hacia el poniente, tres pequeños puntos elevados son conocidos como Los Colmillos. Hay quienes creen que pueden representar las manos de Zapalinamé, colocadas sobre su pecho.

Un poco más adelante, se observa una elevación redonda a la que se le llama La Campana. Y finalmente, el sitio con altitud de 2 mil 400 metros sobre el nivel del mar, se conoce como el Picacho de Lomas de Lourdes. Se ubica justo detrás de la colonia con el mismo nombre.Después de saber todo esto y de sacar tus propias conclusiones sobre la historia de la Sierra de Zapalinamé, solo queda una pregunta: ¿ya lograste ver al hombre dormido?

*Con información de Carlos Recio, José de Jesús Dávila, José Antonio Álvarez, Archivo Municipal de Saltillo y Profauna.

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