El saltillense que murió por vender desde un globo aerostático (audiorelato)
¿Qué estarías dispuesto a hacer con tal de que te compren algo? A inicios del siglo XX, Cosme Acosta arriesgó su vida para atraer a posibles clientes. Su forma de venta: subir a su globo aerostático y hacer acrobacias.
Aunque de la personalidad de Cosme se sabe poco, en esta historia su método de promoción habla por él.
El escritor Santiago Vara, relató en la Gazeta de Saltillo publicada en 1999, que Cosme debió ser un merolico.
El originario de Saltillo anunciaba un medicamento “todopoderoso”, un mejunje que no se achicaba ante ningún malestar.
Si era comestible, untable o inhalado, esa es una de las dudas que han dejado las versiones escritas y la tradición oral en esta historia.
Lo que sí se explica es lo ocurrido el martes 11 de abril de 1911, cuando la propaganda salió mal. Ese día, ni el mismo medicamento que tanto profesó Cosme, pudo regresarle la vida.
Ocurrió en una plaza pública de Sabinas Hidalgo, Nuevo León, a unos 180 kilómetros de distancia de la capital coahuilense.
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No era raro que Cosme estuviera lejos de su casa. Era parte de su trabajo ir de pueblo en pueblo para conseguir clientela interesada.
Pero no conforme con eso, también era gustoso de convocar audiencia para darles espectáculo. Hacía que lo voltearan a ver sí o sí al treparse en su globo aerostático.
Emprender el vuelo era posible gracias una especie de estufa que por una chimenea emitía aire caliente, llenaba el globo y luego éste flotaba.
Desde el suelo, una cuerda era ancla del globo y a la vez era la forma en la que se le controlaba.
Ya en los aires, Cosme pregonó las virtudes del “quita males” como lo había hecho innumerables ocasiones antes.
A la vez, los cientos de curiosos interrumpidos en su cotidianeidad, aplaudieron su valentía.
Cosmo colocó un trapecio que usaba para poner aún más emoción a su acto, se montó en él haciendo acrobacias y desde ahí lanzó volantes.
Aquella parecía ser una exhibición más con ventas potenciales. Todo iba bien, hasta que se cometió un error desde el suelo pasados los diez minutos de comenzado el espectáculo.
Los encargados de controlar el nivel de ascenso del globo soltaron la cuerda en mayor proporción y más rápido de lo que debían.
El globo pasó cerca de una casa y a Cosme se le vio perder el equilibrio por un instante, pero se recompuso. Parecía que el momento angustiante había pasado.
Pero instantes después, en medio de la confusión, destacó un grito entre la multitud: “se soltó el hombre, se va a matar”.
Pasaron solo unos segundos y Cosme cayó al suelo. Se estrelló y murió.
Las versiones transmitidas con el tiempo, cuentan que el incidente original, en el que el globo casi se estrelló con una casa, sí causó daños en la estructura del globo y no se detectó de inmediato.
El aparato perdió aire y ya desinflado aterrizó en una de las esquinas de la plaza, sobre un poste.
A los familiares de Cosme, en Saltillo, les dieron aviso del fatídico desenlace de su jornada laboral.
El cuerpo fue sepultado en el cementerio neolonés. Cosme logró pasar a la historia, aunque al final quizá más por su muerte que por su distintivo acto.
*Con información de Santiago Vara, Francisco Montemayor y Archivo Municipal de Saltillo.
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