“Los movimientos estudiantiles no son un adorno”: reflexión desde Saltillo sobre el 68 y la fuerza de las aulas

Lejos de ser un recuerdo lejano, los movimientos estudiantiles siguen mostrando que la voz de las aulas puede transformar la vida pública. Así lo planteó la doctora Denisse Cejudo, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, en una conferencia impartida en Saltillo con motivo de la conmemoración del movimiento de 1968.

Durante su exposición, la académica subrayó que las movilizaciones estudiantiles no deben verse como hechos aislados ni como actos meramente emocionales, sino como procesos políticos con racionalidad propia. “Los estudiantes no son un adorno ni un accesorio en la historia; toman decisiones, se organizan y plantean cambios de fondo”, dijo.

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Cejudo explicó que, aunque la matanza de Tlatelolco suele ocupar el centro del relato, en realidad el 68 forma parte de una trayectoria más larga de movilizaciones en distintas regiones del país, incluidas Chihuahua, Sonora y Tabasco. “Pensar que todo comenzó y terminó el 2 de octubre es un error; lo que hay detrás es un engranaje de luchas locales y nacionales que hicieron visible la fuerza política del estudiantado”, comentó.

La historiadora insistió en que reducir las protestas a hechos espontáneos invisibiliza su organización, así como el papel de las mujeres y de los sectores que sostuvieron la movilización más allá de los liderazgos visibles.

Para la doctora, mirar al pasado cobra sentido en la medida en que permite entender la vigencia de las voces juveniles en el espacio público.

“Desde las aulas se construye pensamiento crítico que luego permea en las luchas obreras, feministas, ambientales o por derechos humanos. El estudiantado sigue siendo un actor relevante en la política, aunque a menudo se le subestime”, mencionó.

El recordatorio, planteó, es que cada generación encuentra sus propios lenguajes y formas de manifestarse. Si en los años sesenta la demanda fue por libertades democráticas, hoy los debates se centran en la igualdad, la justicia de género, la crisis climática o la violencia.

Cejudo advirtió también sobre el riesgo de dejar la memoria en manos del discurso oficialista.

Recordó que durante décadas se sostuvo la versión de que el 2 de octubre fue un enfrentamiento de “fuego contra fuego”, cuando hoy se sabe que fue una represión directa del Estado. “El trabajo académico, los testimonios orales y la memoria colectiva son esenciales para desmontar verdades impuestas y construir nuevas lecturas de nuestra historia”, agregó.

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El mensaje de la especialista, frente a estudiantes y docentes de Saltillo, fue claro: el papel de la comunidad académica no se limita a las aulas. En cada generación, la universidad se convierte en semillero de debates y causas sociales que, más temprano que tarde, impactan la vida pública. “Si ayer fue el 68, hoy son las luchas por igualdad, medio ambiente y derechos humanos. En todos los casos, el estudiantado ha sido protagonista”, concluyó.