Programa ‘Desierto Viviente’ cuesta entre 1.5 y 2 mdp anuales al Museo del Desierto de Saltillo
Busca proteger especies en peligro de extinción como el lobo gris mexicano y el perrito de la pradera, mientras se enfrenta a desafíos logísticos y económicos para asegurar su supervivencia y reproducción
El programa Desierto Viviente del Museo del Desierto, ubicado en Saltillo, ha sido clave en la conservación y educación ambiental, al permitir a los visitantes conocer especies de la fauna del desierto que difícilmente podrían apreciar en su estado salvaje.
En este espacio, se pueden observar animales como serpientes, lagartijas, tortugas, perritos de la pradera, osos negros americanos, coyotes, lobos grises mexicanos, borregos cimarrones y pecaríes de collar. Sin embargo, la sostenibilidad de este programa está lejos de ser sencilla, ya que cada año requiere una inversión significativa que supera los 1.5 a 2 millones de pesos, destinados principalmente a la protección y conservación de la fauna silvestre.
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El Museo del Desierto, inaugurado el 4 de noviembre de 1999 con una inversión superior a los 47 millones de pesos, ha sido una de las instituciones más importantes de Coahuila, con alrededor de 250 mil visitantes. Con 4 pabellones de exhibición, el museo coloca a Coahuila en la vanguardia de la museografía mundial y promueve la conservación de especies en peligro de extinción.
EL DESAFÍO DE LA REPRODUCCIÓN DE ESPECIES EN PELIGRO
Uno de los principales focos de atención del programa es el trabajo realizado en la reproducción de especies en peligro de extinción, como el lobo gris mexicano, que en el pasado fue uno de los mamíferos más amenazados de América del Norte.
Según Arturo González, director del Museo del Desierto, se han logrado reproducir más de 40 lobos en las instalaciones del museo en los últimos 15-20 años, con el objetivo de reincorporarlos a su hábitat natural. Sin embargo, este año no se permitió la reproducción del lobo debido a la falta de albergues adecuados para las crías, lo que subraya la constante dificultad de operar un programa de este tipo.
El lobo gris mexicano, protegido por una comisión binacional entre México y Estados Unidos, ha sido objeto de análisis genético para evitar la endogamia, asegurando que las especies sean genéticamente diversas. De los 7 lobos originales, hoy existen más de 300 en el planeta, y el Museo del Desierto ha sido una de las principales instituciones en su reproducción. Aunque no se obtuvo el permiso para reproducirlos este año, el programa ha tenido éxito con otras especies como el borrego cimarrón y el bisonte americano.
Sin embargo, la situación es compleja, ya que especies como el oso negro americano y el perrito de la pradera tampoco se reproducen en el museo debido a restricciones o condiciones específicas que no se pueden cumplir de forma óptima en su instalación.
LA PROTECCIÓN DEL ECOSISTEMA: UN DESAFÍO CONTINUO
El costo de mantener estos esfuerzos de conservación no es solo monetario, sino que también involucra un continuo monitoreo de la salud de las especies y su hábitat. González explica que las especies más amenazadas de Coahuila son, en su mayoría, acuáticas, como los peces de los humedales de Cuatro Ciénegas, que enfrentan el impacto de la desecación gradual de sus hábitats debido al calentamiento global exacerbado por la actividad humana.
La protección de los humedales ha sido una prioridad en conjunto con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y las autoridades locales. A pesar de los esfuerzos conjuntos, el futuro de estos humedales sigue siendo incierto, ya que el calentamiento gradual amenaza la biodiversidad que reside en ellos.
El Museo del Desierto ha logrado estabilidad económica en los últimos años, lo que le permite seguir adelante con este tipo de proyectos, a pesar de los costos asociados.
Arturo González señala que los ingresos del museo han sido clave para proteger la fauna silvestre, invertir en proyectos educativos y seguir adelante con la conservación de especies. También subraya la importancia de contar con reservas económicas para enfrentar posibles crisis futuras, como las pandemias, que afectaron al museo en años pasados.
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