Saltillo: ‘Ya mejor me voy a vivir al cerro’, vecinos de la Mario Ortiz padecen inundaciones

Ya va para dos semanas que a doña Ricarda Esparza Ordóñez se le inunda y se le inunda su casa cada que llueve, o sea últimamente todos los días aquí en Saltillo.

Y de tanta agua que ha entrado a su vivienda a doña Ricarda ya no le que quedó un mueble bueno.

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Los colchones donde duermen sus hijos están empapados, sus cobijas, su ropa mojada, los sillones y hasta el refrigerador de la sala, donde el agua sube hasta medio metro, ya se echó a perder.

“Está todo mojado, traté en la mañana de limpiar, pero qué gano con limpiar si ya viene el agua otra vez y se va a volver a meter”.

Todo porque la alcantarilla que está al poniente de la calle José de las Fuentes Rodríguez, esquina con Vías del Ferrocarril, en la colonia Mario Ortiz, al surponiente de Saltillo, está hasta el chongo de basura.

Y la gente de la paramunicipal Aguas de Saltillo no se ha dignado a venir a destaparla, a pesar de que doña Ricarda les llama y les llama para pedirles que vayan a solucionar el problema y nomás no.

“Y cada año es lo mismo, el año pasado también me inundé”.

En la visita hecha por VANGUARDIA a este sector se pudo apreciar la enorme laguna que se ha formado en la calle Vías del Ferrocarril, misma que corre de sur a norte justo al lado de las vías del tren, desde Eulalio Gutiérrez hasta Eliseo Mendoza Berrueto.

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Bueno si es que a eso se le puede llamar calle porque parece más bien una brecha sin pavimentar, anegada por agua de drenaje, mezclada con el agua de lluvia que brota por la cloaca y hace un charco gigantesco que dificulta el paso de vecinos y personas.

“No hay por dónde pasar, nosotros ya mejor nos vamos por la vía”, dice Ricarda.

La gente de la colonia ya hasta tiene temor de que con tanta agua estancada venga el dengue.

“¿No andan muy fregones con las campañas del dengue?, y mire cómo nos tienen”, reprocha Ricarda.

En la vivienda de doña Ricarda, lote 13 manzana 16, de la colonia Mario Ortiz, se pueden observar las paredes humedecidas y los muebles hinchados, además de que se respira la pestilencia del agua de caño que brota a chorros por los retretes de la casa de Ricarda.

Ricarda dice que el domingo pasado, con la tromba que cayó, su morada y las de otros vecinos parecían alberca, aun así los funcionarios de Protección Civil municipal que andaban cerca del lugar no se acercaron a prestarles ayuda.

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Doña Ricarda está preocupa con eso de que hay pronóstico de lluevo para toda la semana, y cada que se nubla y empieza tronar, se pone de nervios.

Ya está cansada de llamar y llamar a Agsal para que desazolve la alcantarilla, y ha pensado incluso en irse a vivir al cerro que está cerca de su casa. “Ya mejor me voy a ir a vivir el cerro”, me dice

Pero mientras eso pasa, seguirá esperando a que vengan los de Agsal o a que el agua de plano arrase con su casa.