Sin champurrado y tamales, pero con fe: celebran a San Francisco de Asís en Saltillo
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Este año, el templo celebró sin la tradicional verbena popular debido a las restricciones impuestas por el Ayuntamiento por obras de remodelación en el centro histórico
Cada 4 de octubre, el Templo de San Francisco en Saltillo se convierte en el epicentro de las celebraciones dedicadas a San Francisco de Asís. Feligreses, en su mayoría de edad adulta, llenan el recinto para rendir homenaje a su santo patrono, conocido como el protector de los animales y defensor de la ecología.
Este año, la festividad se llevó a cabo con una notable ausencia de la verbena popular, ya que la Diócesis de Saltillo recibió una notificación del Ayuntamiento el pasado 19 de septiembre, prohibiendo la instalación de comercios en la vía pública debido a obras de remodelación en el centro histórico.
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LA FIESTA PATRONAL DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
El día comenzó a las 6:30 horas con el repique de las campanas, que anunciaban el inicio de los festejos. A pesar de la falta de los tradicionales puestos de comida y bebida, los asistentes se unieron para entonar “Las Mañanitas” y otras canciones, acompañados por el Mariachi San Juan. Sin embargo, muchos fieles expresaron su tristeza por la ausencia de delicias típicas como el champurrado y los tamales, que suelen animar la celebración y atraer a más visitantes.
La Diócesis, a través de un comunicado, aclaró que “ningún puesto de comercio depende de la iglesia ni de ningún grupo pastoral” y que no reciben ingresos económicos de dichos puestos. Reiteraron su compromiso de organizar y coordinar únicamente las actividades espirituales y religiosas dentro de la iglesia, y pidieron a Dios por un desarrollo ordenado de la fiesta, en cumplimiento con las disposiciones de las autoridades.
Durante la primera misa del día, el Obispo Hilario González García instó a los asistentes a tomar a San Francisco como modelo a seguir, resaltando la importancia de desprenderse de vicios como la avaricia y la ambición. En su homilía, el obispo reflexionó sobre la necesidad de humildad y sencillez en un mundo que a menudo prioriza la riqueza sobre los valores espirituales.
“Estamos aquí dándole gracias a Dios Padre y a nuestro hermano San Francisco de Asís, pues tenemos muchos testimonios que dar. Mientras tengamos vida y salud, debemos seguir esta fe cada año,” comentó una fiel, quien también expresó su añoranza por la atmósfera festiva que solía acompañar la celebración.
A pesar de la marcada austeridad de este año, el templo se llenó para las diferentes misas, recordando que en 2024 se conmemoran cinco siglos desde la llegada de los primeros franciscanos a lo que hoy es México. Las misas, aunque menos festivas, se mantuvieron centradas en la devoción y el respeto hacia la figura de San Francisco.
Algunos feligreses manifestaron su decepción por la falta de las festividades habituales, señalando que “ahora que quitaron los puestos se ve más triste”, refiriéndose a la disminución del ambiente festivo que atraía a muchos visitantes. No obstante, otros se mostraron resilientes, enfocados en la dimensión espiritual de la celebración.