Víctimas del tren en Coahuila... morir soñando

COMPARTIR
En la región llevamos más de 130 años disfrutando de los beneficios y el progreso que trajo consigo la llegada del ferrocarril a nuestras tierras, con trenes de carga y de pasajeros que fueron parte fundamental en la Revolución de 1910 y que actualmente circulan por todo el país.
TE PUEDE INTERESAR: Indignación en redes por prepotencia de funcionario del Poder Judicial en retén antialcohol de Saltillo
Principalmente con la ruta que va de Nuevo Laredo a la Ciudad de México, atravesando Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, San Luis Potosí, Querétaro y Estado de México hasta la capital de la nación.
A su paso por la región –desde Monterrey hasta Saltillo, pasando por Ramos Arizpe–, en los cruces con las carreteras, se nota la ausencia de plumas y luces rojas de advertencia que indiquen la aproximación de las máquinas.
Desde niño, en los años cincuenta, escuchaba el corrido “Máquina 501”, que relata la tragedia de Jesús García Corona (1881–1907), héroe de Nacozari, Sonora. Él se inició en los trenes de vapor como aguador, mecánico de frenos e ingeniero de máquinas.

Conocía bien el poder de la dinamita que cargaban los furgones, utilizada en las minas de cobre. Aquel 7 de noviembre de 1907, sustituyó al maquinista enfermo. Colocaron un carro de dinamita muy cerca de la locomotora 4-0-6-0 tipo Porter. El fogonero le avisó que uno de los carros se estaba incendiando. De inmediato arrancó rumbo a la mina, ubicada a 16 kilómetros, cuesta arriba. Antes de llegar al kilómetro 6, explotó, perdiéndose la máquina y 17 vidas.
Jesús, con apenas 25 años, sabía perfectamente los daños que provocaría la explosión: habría desaparecido todo el pueblo de Nacozari, no por el fuego, sino por la onda expansiva.
Jesús, como dice el corrido, “tú te has ganado las palmas, eres héroe de la humanidad” por la American Royal Cross of Honor.
Es una advertencia histórica para nuestra región, que sigue careciendo de medidas de seguridad: plumas, alarmas y luces rojas para anunciar el paso del tren.
Por la carretera Monterrey–Saltillo y sus troncales circulan 50 mil vehículos al día. Los cuellos de botella van desde García, en Nuevo León, hasta Ramos Arizpe y Saltillo, en Coahuila.
El 2 de abril de 2019, un trailero perdió la vida en el cruce Los Pinos, rumbo a Monclova, tras chocar con el tren. Aceleró para ganarle el paso, debido a la falta de señales de advertencia.
Los accidentes son frecuentes en la salida de Saltillo, por el bulevar Nazario Ortiz Garza, donde la lluvia, la niebla y las tolvaneras incrementan el riesgo.
La irresponsabilidad del gobierno federal y estatal, de las empresas ferroviarias Ferromex y Kansas City, y la falta de conciencia sobre seguridad vial, hacen inminente nuevas tragedias.
Un choque con una pipa de gas provocaría una mega explosión, con fuego y onda expansiva que alcanzaría varios kilómetros, como ya ha ocurrido en Aguascalientes y otros puntos del país. Y no contamos con ninguna defensa para evitar una catástrofe similar.
Las autoridades —federales, estatales y municipales— van y vienen, y nunca se preocupan por instalar plumas de advertencia, luces ni sonido en los cruces ferroviarios de la región.
Así pues, nos encomendamos a Dios, esperando el próximo accidente. Sobrevivir para contarlo... o morir soñando.