Se avecina una gran crisis global para 2020... alertan economistas y JP Morgan; panorama negro advierte FMI

Dinero
/ 14 septiembre 2018

Este 15 de septiembre se cumplen diez años de una de las mayores crisis financieras de la historia. Organismos como la Cepal, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y la FAO han advertido de una ralentización de la economía, mientras que diversos economistas pronostican una nueva crisis en el 2020.

El próximo 15 de septiembre se cumplen diez años de la caída de Lehman Brothers, el que fuera el cuarto mayor banco de inversión en Estados Unidos, y que desató una de las mayores crisis financieras de la historia. Organismos como la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han advertido de una ralentización de la economía, mientras que diversos economistas pronostican una nueva crisis en el 2020.

Las políticas del Presidente estadounidense Donald Trump, los déficits fiscales y el debilitamiento de los mercados emergentes y sus respectivas monedas comienzan a encender las alarmas.

Este jueves, los estrategas del banco JP Morgan dieron a conocer un modelo destinado a medir cuándo y con qué gravedad podría llegar la próxima crisis financiera. El resultado de ese indicador apunta a que los inversores deberían estar preparados para 2020.

Este indicador, elaborado por economistas de la entidad, vaticinan una recesión menos dolorosa que los episodios pasados. Sin embargo, los bancos centrales no podrán usar los “chorros” de liquidez que ayudaron a suavizar el duro golpe de 2008, puesto que los balances de estas instituciones apenas están empezando a disminuir y la próxima crisis financiera llegará en poco más de un año.

De acuerdo con Bloomberg, el modelo de JP Morgan obtiene sus conclusiones en función de una serie de variables, como “la extensión de la expansión económica, la duración potencial de la próxima recesión, el grado de apalancamiento de los agentes, las valoraciones de los precios de los activos y el nivel de desregulación e innovación financiera previo al comienzo de la crisis. Asumiendo una recesión de tipo medio, el modelo muestra unas estimaciones de caídas de precios en acciones y bonos mucho más suaves que las de la crisis de 2008”.

La proyección de JP Morgan señala que la corrección de los índices bursátiles en Estados Unidos será del 20 por ciento, se producirá un incremento de la rentabilidad de los bonos corporativos de calidad de 1.15 puntos porcentuales, una caída del 35 por ciento en los precios de la energía (petróleo), junto con una corrección del 29 por ciento de los metales.

La peor parte, dice, podrían llevársela los mercados emergentes (como México) cuyas bolsas caerían un 48 por ciento y los bonos soberanos de esos países incrementarían su prima de riesgo (respecto a los de Estados Unidos) en 2.79 puntos porcentuales. Lo que no apuntan estos economistas es la extensión de esta crisis, si bien puntualizan que una corrección de tal magnitud se enmarcaría en una recesión de duración media (alrededor de los 18 meses).

“En todos los activos, estas proyecciones parecen moderadas en comparación con lo que ocurrió en la última crisis”, aseguran los estrategas de JP Morgan John Normand y Federico Manicardi, señalando que durante la recesión y la crisis financiera mundial posterior, el S&P 500 se hundió un 54 por ciento desde su pico.

LA CRISIS SE VOLVERÁ A REPETIR 

Esta semana, el economista norteamericano de origen turco Nouriel Roubini, uno de los pocos que previó la catástrofe de 2008, hizo unas previsiones tajantes sobre el inmediato futuro de la economía mundial en un artículo que publicó el Financial Times:

“Es probable -escribe Roubini- que la expansión mundial continúe este año y el próximo, debido que Estados Unidos tiene grandes déficits fiscales, que China mantiene sus políticas de estímulo y que Europa sigue en una senda recuperación. Sin embargo hay varias razones por las cuales en 2020 pueden surgir las condiciones para una recesión mundial y una crisis financiera”.

“Para empezar, los actuales estímulos norteamericanos se habrán disipado en 2020. Luego, hay fricciones comerciales con China, Europa y los países del NAFTA, que aumentarán aunque no lleguen a una guerra comercial a gran escala. Otras políticas que se están aplicando en Estados Unidos en la actualidad conducirán a una expansión más débil y a una mayor inflación. Por ejemplo, las limitaciones a la inversión extranjera directa y a las transferencias de tecnología”.

“La expansión en otros lugares se debilitará por otros motivos. China tardará en lidiar con su exceso de capacidad y el apalancamiento excesivo, mientras que los mercados emergentes –muchos de los cuales ya son frágiles- se verán aún más perjudicados por un dólar más caro, precios de las materias primas más bajos y una China menos boyante. Europa ya ha perdido algo de impulso: el aumento de las tensiones comerciales y el abandono por parte del Banco Central Europeo de sus políticas no convencionales le llevará a perder aún más en 2020”.

“Está además el factor de política interna en los Estados Unidos. Donald Trump está ya atacando a la Reserva Federal cuando el crecimiento económico está por encima del 4%. ¿Qué hará en 2020, año de elecciones, cuando el crecimiento se estanque por debajo del 1% y comience la pérdida de empleo? La tentación sería provocar una crisis de política exterior. Como ya ha iniciado una guerra comercial con China y no puede atacar a una Corea del Norte nuclear, su único objetivo factible sería provocar un enfrentamiento militar con Irán. Eso provocaría un shock político y estanflación como en 1073, 1979 y 1990, con aumento de los precios del petróleo”.

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EL PELIGRO DE LA DEUDA

“Poco hemos aprendido, puesto que entonces se trataban de salvar a bancos y ahora se trata de salvar a países. Los salvadores siguen siendo los mismos: Los bancos centrales. La pregunta que hay que hacerse ahora es quién podrá salvarles a ellos”, explicó a Investing, un sitio especializado en negocios, Eduardo Bolinches, director y fundador de Escuela de Trading y Forex. “Los balances de los bancos centrales son enormemente más grandes que lo eran entonces, están llenos de deuda tóxica sacada de las alcantarillas de las entidades financieras mientras que el nivel de deuda a nivel mundial sigue subiendo”, añade Bolinches.

Observando el gráfico de arriba, Boinches explica que, “ahora mismo tenemos al BCE con activos equivalentes al 41,4% del PIB de la Eurozona, mientras que la FED tiene el equivalente al 20,7%. Todo esto mientras la deuda mundial sube y sigue subiendo”.

Alfredo Alvarez-Pickman, Chief Economist & Fund Manager de Key Capital Partners, coincidió: “Creo que no hemos aprendido toda la lección. Solo parte. La intervención sobre los tipos de interés por parte de los bancos centrales manteniéndolos artificialmente bajos, ha hecho que la deuda (pública, corporativa y de los consumidores) se haya disparado en la última década. Esta fue la principal causa de estas crisis y, desgraciadamente, se sigue creyendo que los bancos centrales pueden controlar el ciclo con sus decisiones, cuando en realidad lo que hacen es distorsionar la estructura productiva en lugar de dejar que el mercado y sus actores actúen libremente”.

Así lo expresó también Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, en una reciente entrevista con Investing.com. “La política que tomaron los bancos centrales a partir de la quiebra de Lehman ha sido la contraria: inflar la burbuja de activos financieros, y llevar a las economías y a las empresas a tener mucho más riesgo con mucha menor rentabilidad…. Y después de esa represión financiera, nos hemos encontrado quiebras de bancos en España, Italia, Francia, etc. Los gobiernos y los bancos centrales incentivan una política orientada hacia el gasto y la deuda, en vez hacia la inversión prudente y el ahorro. Esto constantemente infla burbujas en los activos financieros, y cuando pinchan, ellos se presentan como la solución”.

Según Alvarez-Pickman, “estas políticas monetarias distorsionan los tipos de interés situándolos por debajo de la tasa que refleja las preferencias temporales de toda la sociedad (a igualdad de circunstancias, los bienes presentes siempre se prefieren a los bienes futuros). Esto distorsiona a su vez los precios relativos en la economía y pone en marcha una expansión que se caracteriza por una mala asignación generalizada de capital escaso y un consumo excesivo. En última instancia, la estructura de capital distorsionada resulta insostenible, los tipos de interés empiezan a subir y la expansión se convierte en depresión. Muchos de los proyectos de inversión aún no finalizados tienen que ser abandonados, ya que o bien resultan no ser rentables a un ritmo más elevado, o bien carecen de los recursos necesarios para llevarlos a cabo. Mientras esto siga así estaremos expuestos a episodios similares”.

EFECTO CONTAGIO

Mark Nash, manager of the Old Mutual (LON:OMU) Strategic Absolute Return Bond Fund de Old Mutual Global Investors, comentó que, “en la última década, hemos visto una explosión en otro tipo de deuda: la deuda corporativa de los mercados emergentes denominada en dólares estadounidenses, atractiva por el QE y la búsqueda de rendimiento de los inversores. Sin embargo, como los bancos redujeron sus balances, son los fondos de inversión los que han adquirido una gran parte de la deuda”.

Según este experto, “mientras que los deudores y los acreedores pueden ser diferentes, los grifos de liquidez una vez más se apagan en un sector con exceso de apalancamiento”. Y se pregunta: “¿Podría ser este el comienzo del próximo mercado bajista?”

Diego Fernández Elices, director general de Inversiones de A&G Banca Privada, explicó que “hay dos lecciones aprendidas principalmente: una es el riesgo de la deuda y otra, la complejidad de las interconexiones en el mundo financiero y la capacidad de contagio que tienen determinados eventos sistémicos”. Y añade: “Adicionalmente, aprendimos alguna lección algo más política sobre por qué cayó en ese momento Lehman y no cayeron otros, el famoso ‘too big to fail’ y alguna cosa más”.

Desde la caída de Lehman, según Fernández Elices,“se ha desapalancado mucho el sector privado y se han capitalizado los bancos con una regulación durísima. El sistema financiero global es mucho más solvente que en el pasado y consecuencia de eso, también es mucho menos rentable. La otra cara de la moneda es que eso se ha conseguido a base de endeudamiento del sector público y a través de unas políticas monetarias no convencionales que, a través de la represión financiera, han trasladado gran parte del riesgo del balance de los bancos a los inversores”.

Diego Fernández Elices, de A&G Banca Privada, alertó de que “tomando tantas medidas para evitar los mismos errores, creemos que se consiguen evitar, pero el riesgo menos probable es siempre el que todo el mundo tiene en mente, que suele ser pensar que la próxima crisis se desencadenará por los mismo motivos que la anterior”.

“Los inversores y las autoridades han aprendido lecciones, pero podríamos estar mirando en la dirección equivocada en busca de las próximas turbulencias”dijo Paras Anand, director de Gestión de Activos para Asia-Pacífico de Fildeity. “No todos los mercados bajistas son iguales. Cuando la burbuja puntocom estalló en el año 2000 solo se vio afectada una parte relativamente pequeña de los inversores. Sin embargo, en 2008 la exposición a la caída de los precios de los activos fue generalizada, lo que provocó una destrucción de la demanda a una escala mucho mayor”.


“Los riesgos que estamos viviendo, cuando salten, van a ser bastante evidentes: Estados que financian a tipos completamente injustificados, los bonos soberanos cotizan con unas primas de riesgo sorprendentes… todo esto también es una burbuja. Lo único que hemos aprendido de Lehman es que el problema puntual de unos cuantos bancos no volverá a ocurrir igual, ocurrirá otro. Pero siempre vendrá de inflar artificialmente los activos de riesgo”, aseguró Daniel Lacalle, de Tressis.

“Se ha cometido el mismo error de fondo (manipular los tipos de interés) y como dice la frase atribuida a Albert Einstein: Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, concluyó Alfredo Alvarez-Pickman, de Key Capital Partners.

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