¿Mueves las piernas sin parar mientras estas sentado?... esto significa según la psicología
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Mover las piernas de forma constante al estar sentado puede parecer inofensivo o incluso molesto para quienes lo rodean. Sin embargo, desde la psicología, este hábito podría revelar estrés, ansiedad, hiperactividad o incluso emociones reprimidas. Aquí te explicamos
Es un gesto que muchos realizan sin notarlo: estar sentado y mover constantemente una pierna, ya sea temblando, golpeando el piso o haciendo pequeños rebotes.
Si tú —o alguien que conoces— tiene este comportamiento, es posible que te preguntes si tiene algún significado más profundo. La psicología tiene varias explicaciones para este hábito aparentemente inofensivo.
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ANSIEDAD Y ESTRÉS: MOVIMIENTO COMO DESCARGA EMOCIONAL
Una de las razones más comunes por las que alguien mueve la pierna sin parar es la ansiedad. Cuando nos sentimos nerviosos o abrumados, el cuerpo busca formas de liberar esa tensión acumulada. Mover la pierna puede convertirse en una vía inconsciente para canalizar el estrés, como una especie de válvula de escape emocional. Es similar a morderse las uñas, tamborilear con los dedos o balancearse en la silla.
Dato curioso: Este tipo de movimientos se conocen como conductas de autorregulación, y no solo calman a nivel físico, sino también a nivel mental.
HIPERACTIVIDAD Y FALTA DE CONCENTRACIÓN: UNA HERRAMIENTA DE FOCO
En personas con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), moverse constantemente es una forma de mantener la atención. Aunque parezca contradictorio, estos movimientos ayudan a algunas personas a canalizar la energía y enfocarse mejor en tareas cognitivas.
Si alguien necesita moverse para concentrarse, es posible que este gesto les permita procesar mejor la información o disminuir el aburrimiento.
¿ES UN HÁBITO, UN TIC O ALGO MÁS?
En muchos casos, mover la pierna se convierte simplemente en un hábito nervioso o incluso en un tic. Esto suele suceder en situaciones de espera, aburrimiento o falta de estimulación externa.
Aunque puede resultar molesto para quienes están alrededor, no necesariamente indica un problema psicológico. Es un comportamiento aprendido que, al repetirse muchas veces, se convierte en automático.
SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS: CUANDO VA MÁS ALLÁ DE LO PSICOLÓGICO
Aunque muchas causas de este movimiento son psicológicas, también existe una condición neurológica conocida como Síndrome de Piernas Inquietas (SPI). En estos casos, la persona siente una necesidad irresistible de mover las piernas, especialmente por la noche o en momentos de reposo.
El SPI puede alterar el sueño y provocar cansancio crónico. Si el movimiento de piernas va acompañado de sensaciones incómodas, como hormigueo o picazón, es recomendable acudir a un médico.
Dato curioso: El SPI afecta hasta al 10% de la población mundial y puede estar relacionado con deficiencia de hierro o problemas neurológicos.
MOVIMIENTO COMO REFLEJO DE EMOCIONES REPRIMIDAS
Desde una perspectiva más profunda, algunos psicólogos interpretan estos movimientos como una manifestación externa de emociones reprimidas. La impaciencia, la frustración o incluso la agitación emocional pueden reflejarse en pequeños gestos físicos como el movimiento constante de una pierna.
En este sentido, el cuerpo actúa como un espejo de lo que no siempre se expresa con palabras.
¿CUÁNDO DEBERÍAS PREOCUPARTE?
Aunque mover la pierna no es en sí una señal de alarma, es importante prestar atención si:
• El movimiento es constante y difícil de controlar.
• Interfiere con tu descanso o tus actividades diarias.
• Viene acompañado de malestar físico.
• Se presenta junto con otros síntomas de ansiedad o hiperactividad.
En estos casos, lo más recomendable es consultar a un profesional de la salud mental o neurológica para obtener un diagnóstico adecuado.
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NO ES SOLO UN GESTO INOFENSIVO
Mover la pierna sin parar puede parecer un gesto menor, pero detrás de él puede haber ansiedad, estrés, hiperactividad o emociones reprimidas. Entender el origen de este comportamiento puede ayudarte a conocerte mejor y, si es necesario, buscar herramientas para manejarlo.
Observar el cuerpo y sus señales puede ser el primer paso hacia una mejor salud mental.