Boric gana de forma contundente las elecciones en Chile
Boric, con el 55,86 por ciento de los votos (4 millones 600 mil preferencias), derrotó al aspirante del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast
Santiago. No hubo resultado estrecho, no hubo oportunidad para la especulación, tampoco para insinuar fraudes, menos para el regateo de votos: el diputado Gabriel Boric Font (35), del izquierdista Pacto Apruebo Dignidad, ganó aplastantemente, por 12 puntos de diferencia y un millón de votos de diferencia a su favor, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile y asumirá la primera magistratura del país el 11 de marzo de 2022.
Boric, con el 55,86 por ciento de los votos (4 millones 600 mil preferencias), derrotó al aspirante del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, un ultraderechista, fundamentalista religioso y reconocido defensor de la dictadura de Augusto Pinochet, que logró 44.14 por ciento (3 millones 641 mil). Votó 54 por ciento (8 millones 252 mil sufragios) del padrón electoral, la mayor participación en muchos años.
Encabezará un gobierno que deberá lidiar con una compleja agenda de demandas sociales urgentes -pensiones y salarios mínimos dignos, miles de personas a la espera de cirugías en los hospitales, déficit de cientos de miles de viviendas sociales y para la clase media, ciento de miles de jóvenes sin empleos, entre otras- y, además, con la expectativa de una nueva constitución que está en construcción. Desde el estallido social de octubre de 2019, y que visibilizó la urgencia de cambios estructurales muy profundos, nada cambió realmente en Chile, todas las demandas siguen postergadas y acumulando una tensión social impredecible en su paciencia y en su reacción.
A medida que el cómputo de los votos avanzaba y que la victoria era irrebatible, las calles de Chile estallaron de júbilo, especialmente en las barriadas más pobres y populares, con decenas de miles de personas festejando y resumiendo lo que esta gran victoria significa para ellos.
“Chile se decidió hoy a romper la historia”, dijo una joven mujer de la modesta comuna de Puente Alto, a las afueras de Santiago. “La esperanza le ganó al miedo”, resumió otra; “Qué todos lo apoyemos, es un joven pero tiene mucha sabiduría”, agregó un hombre ya entrado en años; “El pueblo está unido para nunca más caer”, exclamó exultante un joven.
Y así muchas y muchos, de todas las edades, con lágrimas, con sonrisas, con abrazos, con canto y con baile.
En el centro de Santiago, una enorme manifestación repletó la Alameda, la principal arteria de la capital, donde se instaló un escenario desde el cual Boric pronunció su discurso de la victoria.
Una elección trascendente
Es una elección histórica desde todo punto de vista. Primero, representa un extraordinario triunfo político de Apruebo Dignidad, un pacto programático/electoral fundado en enero de este año y que reúne al Partido Comunista con el Frente Amplio (FA), a su vez una coalición de tres partidos constituidos y otros dos en formación. Segundo, en particular es una hazaña del FA, que apenas se constituyó en 2017 para desafiar al “establishment” político: las coaliciones “clásicas” de centro izquierda (la ex Concertación) y de centro derecha que durante 30 años, desde 1990, tras el fin de la dictadura, administraron el poder en Chile a base de la “política de los acuerdos”, como se llamó.
Tercero, consolida la vertiginosa y rutilante carrera política que ha hecho el joven Boric, un egresado de la carrera de derecho que saltó a la vida pública apenas en 2008 como dirigente estudiantil y que en 2012 fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), para liderar inmensas y prolongadas movilizaciones estudiantiles que se sucedieron en el país en esos años, exigiendo y conquistando gratuidad en la educación superior y una reforma amplia al sistema educativo del país; para después, en 2013 y 2017 ser electo diputado por su austral Región de Magallanes.
El carácter y a personalidad de Boric se demuestra también cuando después del estallido social, disintiendo de su partido Convergencia Social, firmó personalmente el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, suscrito el 15 de noviembre del mismo año, y que inició un proceso constituyente en Chile.
La jornada electoral se tornó tensa cuando se constató insuficiente circulación de autobuses en Santiago, con los paraderos repletos de personas esperando por horas para lograr trasladarse a sus lugares de votación, ya sea porque sufragan en comunas (municipios) que no corresponden a su domicilios o porque debían cumplir jornada laboral. Fue tan evidente la anormalidad que desde el comando de Boric hubo duros reproches hacia el gobierno, acusando que se trataba de una operación para torpedear que votaran los sectores populares de la capital.
“Ante operación de @GobiernodeChile de limitar transporte público en favor de su candidato, llamamos a organizar taxis, colectivos y autos compartidos para trasladar a votantes. Siempre con mascarillas y ventanas abajo”, dijo la jefa de campaña, Izkia Siches,
El gobierno replicó que “nos parece que esas palabras no son propias de la vocera de una candidatura que pretende asumir la responsabilidad de la presidencia de la República, porque están fuera del marco democrático. Tratar aquí de decir que es una especie de conspiración y operación, es mentirle al país y es una mentira del porte de una catedral. Yo lamento profundamente que aquellos que se dicen democráticos mientan tan descaradamente al país”.
Pero la ministra de Transportes, Gloria Hutt, además de defender la planificación que se hizo, asegurando que era incluso superior un día laboral normal, reconoció las dificultades pero las atribuyó a que “hay episodios de congestión en algunos ejes importantes, y eso afecta la fluidez de los recorridos de transporte público cuando no hay vía exclusiva, con lo cual hay tiempos de espera que han aumentado”.
Con información de agencias